El azúcar está totalmente fuera del Mercado Común del Sur (Mercosur) y tiende a permanecer así por el "efecto Jujuy", pese a las presiones brasileñas.
La grave crisis social en el norte de Argentina, realzada en las últimas semanas por violentas protestas en la provincia de Jujuy, no permiten por ahora incluir el producto en el libre comercio subregional.
Las manifestaciones, que se extendieron a otras provincias argentinas y bloquearon muchas carreteras, tuvieron origen en el cierre de una central azucarera que provocó el despido de miles de trabajadores, agravando el dramático desempleo en Jujuy.
Brasil, presionado por el creciente déficit en sus cuentas externas, quiere corregir la anormalidad que representa el azúcar excluido de todos los acuerdos del Mercosur, incluso del régimen de adecuación que prevé desgravaciones lentas y graduales hasta el 2001 o el 2006.
Logró incluirlo en las negociaciones y espera algún avance en la próxima reunión del Grupo Mercado Común, órgano ejecutivo del bloque, dentro de dos semanas, dijo a IPS Pedro Cabral da Silva, director del Departamento de Alcohol y Azúcar del Ministerio de Industria y Comercio.
Pero éste es el peor momento para vencer la resistencia argentina. Además de los disturbios sociales en el norte, el gobierno del presidente Carlos Menem enfrenta una rebelión parlamentaria en esa cuestión.
El Congreso argentino llegó a aprobar el 30 de abril, por unanimidad, un proyecto de ley que condicionaría la desgravación del azúcar a la eliminación de supuestos subsidios concedidos por Brasil a su producción azucarera.
Menem vetó el proyecto, por incompatibilidad con las reglas del Mercosur, pero los parlamentarios negocian una nueva propuesta para proteger a los productores nacionales.
La apertura del mercado argentino al azúcar brasileño es imposible, sostuvo el presidente del Centro Azucarero Argentino, Jorge Zorreguieta.
Todos reconocen que, sin la protección arancelaria, que actualmente es de 25 por ciento, según Cabral da Silva, las exportaciones brasileñas destruirían completamente el sector en Argentina, agravando un desempleo ya explosivo.
El libre comercio representaría para Brasil ventas adicionales de un millón de toneladas anuales, estimó el director del Departamento de Alcohol y Azúcar. Para las producciones nacionales de Argentina, Uruguay y Paraguay quedaría un mercado marginal.
El año pasado, la producción argentina alcanzó 1,29 millones de toneladas, según el Centro Azucarero. Eso corresponde al consumo interno y a un décimo del volumen producido en Brasil.
Los argentinos argumentan que los costos inferiores de Brasil se deberían a una gran escala de producción, favorecida por una política que desde 1975 estimula con subsidios el alcohol carburante en sustitución de la gasolina. El azúcar es más bien un subproducto de la caña.
En realidad, la mayor parte de la caña -63 por ciento- se destina a la producción de alcohol, reconoció Henrique Malta, coordinador de comercio exterior de la Federación de Industrias del estado de Santa Catarina y representante brasileño en la Subcomisión del Azúcar del Mercosur.
Pero el empresario negó validez al argumento argentino, asegurando que no hay subsidios en el azúcar brasileño, de hecho producido a costos más bajos y con una productividad muy superior a la del país vecino.
Mientras una tonelada de caña argentina se convierte en 85 kilogramos de azúcar, en Brasil llega a 140 kilogramos, señaló Malta. El clima templado, con mucha humedad, heladas y baja luminosidad, no favorece la producción argentina, explicó.
La "asimetría de escala" alegada por los argentinos es una disculpa ante la imposibilidad de competir, opinó el dirigente empresarial brasileño, que no vislumbra ningún acuerdo en esa área en un futuro previsible.
La búsqueda de alternativas para el sector privado se agotó sin apuntar salidas, lamentó Malta, quien concluyó que "es una cuestión de gobiernos, dependerá de la firmeza del gobierno brasileño" en exigir una solución.
Cabral da Silva ve posibilidades de avances, ya que Brasil renunció a su propuesta, para adherir a la uruguaya, que prevé una desgravación más gradual a partir del próximo año. Ahora se trata de que Argentina y Paraguay cumplan el compromiso de negociar un régimen de adecuación.
El azúcar se convirtió así con su exclusión en un emblema de las dificultades que enfrentan los dos socios mayores del Mercosur.
A Brasil, que ya acumula un déficit comercial de 4.260 millones de dólares este año, urge aprovechar cualquier oportunidad de elevar sus exportaciones, como la que ofrece el azúcar en el Mercosur.
Con 17,4 por ciento de desempleo, Argentina no puede renunciar a las decenas de miles de empleos de la economía azucarera, especialmente porque se concentran en el norte del país, una región donde la convulsión social más que una amenaza es ya una realidad. (FIN/IPS/mo/ag/if-ip/97