La autocensura en los medios de comunicación de Hong Kong por temor a futuras represalias de Beijing, se extiende a otras áreas a medida que se acerca el 30 de junio, fecha de traspaso a China del territorio.
La autocensura aumenta también en áreas menos obvias que la prensa, subrayando la creciente politización a medida que se acerca la entrega de la colonia británica.
La prensa informó este mes que una compañía de radiocomunicación, China-Hong Kong Telelink, se negó a tomar mensajes referidos a actividades conmemorativas de la masacre de la plaza de Tiananmen, ocurrida el 4 de junio de 1989.
Los operadores telefónicos respondían que no podían entregar "mensajes políticos" sin el permiso de sus supervisores.
Las compañías radiocomunicadoras también se negaron a transmitir mensajes que tuvieran que ver con la independencia de Taiwan.
Esto ocurrió pese a que leyes vigentes en Hong Kong establecen multas o penas de hasta dos años de prisión para los miembros del personal de compañías de telecomunicaciones que "destruyan, omitan o alteren mensajes" o "se abstengan de transmitir mensajes por voluntad propia".
Legisladores criticaron "a gerentes demasiado ambiciosos que no quieren arriesgar sus oportunidades comerciales futuras en China".
El caso del magnate de los medios de comunicación Jimmy Lai revela lo que le puede ocurrir a los empresarios independientes.
Propietario de la cadena de prendas de vestir "Giordano", con varias sucursales en China, Lai fue declarado persona non grata en 1995 por llamar al primer ministro chino Li Peng, "huevo de tortuga", grave insulto chino.
Las tiendas "Giordano" fueron cerradas en China, lo que obligó a Lai a renunciar a la firma y concentrarse en sus intereses en los medios de comunicación, que incluyen al diario Apple Daily y la revista Next.
Los periodistas de Apple Daily tienen prohibida la cobertura de noticias en China. La cotización del grupo Next Media en la bolsa de valores de Hong Kong se paralizó cuando su garante financiero retiró su apoyo, atribuido a la presión política de Beijing.
Al menos cinco compañías de radiocomunicación negaron la transmisión del mensaje "Li Peng es un huevo de tortuga", que periodistas locales intentaron enviarse mutuamente.
Las mismas compañías habían accedido previamente a transmitir el mensaje "Chan es un huevo de tortuga", enviado por los periodistas como prueba.
El temor de provocar el malestar de China es tal que hasta los analistas del mercado de valores de Hong Kong son reacios a criticar a las firmas chinas en sus informes financieros.
"Hay muchas historias sobre colegas que recibieron presión de sus superiores para bajar el tono de las críticas a las compañías chinas", dijo un joven corredor de bolsa que prefirió no dar su nombre.
Las compañías financieras piensan que sus negocios en China o con compañías de Hong Kong de propiedad china aumentarán tras la entrega del territorio.
El año pasado, un analista chino de Beijing, de la firma financiera SBC Warburg, fue detenido sin cargos por obtener "secretos de Estado", en referencia a un informe del Banco Central sobre la economía china.
Los analistas financieros admiten que reciben presiones de compañías de Londres y Nueva York que no desean que escriban cosas negativas sobre sus firmas. Pero sostienen que nunca fueron censurados por sus propios jefes, lo que parece estar ocurriendo en Hong Kong.
Las librerías tampoco escapan al miedo de irritar a Beijing.
El grupo Sino United, con 18 librerías en Hong Kong que representan 60 por ciento de las ventas de libros en chino, se rehusaron a vender libros "políticamente sensibles".
Entre ellos se incluye a "La vida privada del presidente Mao", escrito por el médico personal de Mao Zedong, Li Zhisui, y las memorias de Xu Jiatun, el funcionario chino de mayor jerarquía en Hong Kong que defeccionó a Estados Unidos en 1990.
En mayo, la librería y casa editorial Viking Penguin recibió críticas por sus dudas en vender un libro con las cartas que el máximo disidente chino Wei Jinsheng escribió desde la prisión.
Hasta la industria publicitaria siente la presión. A fines de 1996, una compañía inmobiliaria china retiró un anuncio comercial aparecido en la televisión de Hong Kong luego que supo que la modelo de la publicidad era la hija del gobernador Chris Patten.
Es poco probable que se emitan mensajes comerciales con imágenes políticas en Hong Kong como el que se hizo hace unos años en Taiwan, dijo Suzanne Miao, editora de la revista Media, que cubre la industria publicitaria y de comunicación en Asia.
En el mensaje, se reproducía la conocida imagen del hombre que intentó detener un tanque durante la masacre de Tiananmen en 1989, sustituida por una mujer con bolsas de compras que intentaba detener la inflación.
Sin embargo, Miao sostuvo que la censura aún no es un problema en la industria publicitaria.
Ello se debe a que las agencias de publicidad no dependen de China para existir, algo que podría cambiar en el futuro.
Un ejemplo es el del diario Wen Wei Po, que cuenta con el apoyo de Beijing, el cual se negó a publicar un aviso de una firma electrónica japonesa porque tenía como protagonista al conductor de televisión de Hong Kong, Wong Yuk-man, crítico de China.
Anteriormente, el programa de Wong había sido levantado por la estación de televisión local, ATV, debido a sus críticas de los dirigentes chinos.
La Asociación de Periodistas de Hong Kong señaló que Beijing fomenta la sumisión de la prensa al tratar a los propietarios como dignatarios o como parias, en el caso de Jimmy Lai.
Lim Por Yeng, dueño de Asia Television (ATV), también tiene grandes inversiones en propiedades chinas y su rival Run Run Shaw, propietario de Television Broadcastas (TVB), quiere aumentar sus intereses en China.
Ambas estaciones omiten las críticas a China.
Un analista de una firma financiera que investiga el mercado de telecomunicaciones dijo: "Seguiré investigando el mercado de China luego de la entrega, pero quizá sea mas cauteloso sobre lo que diga sobre el gobierno chino". (FIN/IPS/tra-en/ys/js/aq-lp/ip/97