La ofensiva por reanudar la extracción de marfil de los elefantes concentra el debate en la décima Conferencia de las Partes de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES), desarrollada desde el lunes 9 en Zimbabwe.
La manada de elefantes más cercana está a cientos de kilómetros de Harare, pero parecen estar dentro de la sala de reuniones. Tres países africanos, entre ellos el anfitrión, pidieron que se levante en sus casos la prohibición del comercio de marfil y productos derivados de esa especie animal.
El presidente del Comité Permanente de la CITES, el japonés Nobutoshi Akao, respaldó esos reclamos con toda su autoridad. "Uno de los reproches frecuentes contra la CITES es que no siempre ha cumplido con sus promesas", dijo frente a delegados de más de 130 países.
"Cuando el elefante africano fue incluido en el apéndice 1 en 1989, se reclamó una reevaluación posterior basada en las recomendaciones de un panel de expertos", cuyos consejos, al final, "fueron rechazados y aun ignorados" en dos ocasiones, afirmó Akao.
Distintos países presentaron 89 propuestas de cambios en la categoría de varias especies de plantas y animales que serán consideradas hasta el fin de la reunión, el día 20.
Entre estas solicitudes figuran las de Botswana, Namibia y Zimbabwe, que reclaman que se retire a sus elefantes del apéndice 1, una lista de animales que no deben ser mercancía de comercio internacional. La prohibición incluye productos derivados de esta especie.
Los tres países, respaldados por Japón (país importador de marfil), pretenden que el elefante se ubique en el apéndice 2 de la CITES, en la que figuran las especies de animales cuyo comercio se permite bajo una estricta regulación.
Algunos países occidentales se oponen al cambio. Entre ellos figura Estados Unidos, donde existen poderosas organizaciones de defensa de los derechos de los animales que impulsan una fuerte campaña contra la aspiración de los tres países africanos.
"Nuestras decisiones no deben basarse en la emoción sino en la ciencia, el respeto de las culturas y de las tradiciones y el reconocimiento de diferentes escalas de valores en las sociedades del mundo", dijo Akao, en aparente referencia a los activistas occidentales.
El presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, dijo el lunes que la CITES "necesita actualizar su filosofía de acuerdo con los conceptos" acuñados en la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro celebrada en 1992.
"Cualquier convención" que conspire contra el desarrollo y el crecimiento económico sustentables "priva a las partes, en especial a los países en desarrollo, del derecho al acceso, la propiedad y la utilización de sus recursos", agregó Mugabe.
Botswana, Zimbabwe y Namibia sostienen que sus elefantes no están en peligro alguno y pretenden que se les permita vender sus existencias de marfil. Parte del dinero obtenido por ese medio se utilizaría para solventar actividades de conservación y desarrollo de comunidades, afirman.
Estos tres países poseen la mayor parte de las 213 toneladas de marfil depositadas en Africa austral.
Mugabe aseguró que los elefantes ponen en enorme peligro los recursos naturales de la región, donde "la vida silvestre se encuentra en zonas áridas y semidesérticas".
"El agua para estos animales se bombea a gran costo de napas subterráneas. Los elefantes, por su gran tamaño, consumen grandes cantidades de esa agua. Creemos que todas las especies restantes sufren las consecuencias de ese modo de supervivencia", afirmó el gobernante.
Los tres países afirman que aquellos países que pueden garantizar la protección de los elefantes de la depredación de los cazadores clandestinos deben gozar la posibilidad de un cambio de anexo para esa especie.
Un panel de expertos de la CITES que estudió las solicitudes estimó que, en los tres casos, la cantidad de elefantes es abundante, viable y no corre riesgos.
Existían en febrero 79.305 elefantes repartidos en 73.000 kilómetros cuadrados en Botswana, 7.684 en 100.000 kilómetros cuadrados en Namibia y 66.631 elefantes en 74.750 kilómetros cuadrados en Zimbabwe, según el informe de los expertos elevado a la conferencia.
La mortalidad anual es baja en los tres países, pues asciende a 0,1 por ciento en Botswana, 1,3 por ciento en Namibia y 0,5 por ciento en Zimbabwe.
La caza clandestina también es mínima, debido a la eficacia de los funcionarios a cargo de reprimirla, que efectúan inspecciones aéreas periódicas.
La labor policial respecto del comercio de marfil es "muy efectiva" en Namibia, "adecuada" en Botswana pero "muy inadecuada" en Zimbabwe, según el panel.
El control de las existencias de marfil en Botswana y Zimbabwe "es inadecuado", mientres "Zimbabwe ejerce un bajo control" del comercio de otras mercancías derivadas del elefante, agregaron los expertos.
Los tres países propusieron vender su marfil solo a Japón en caso que se apruebe el cambio de anexo. "El control de las existencias de marfil en Japón es bueno en el caso de colmillos enteros, pero requiere mejoras para el control de partes", estimó el panel.
Pero la existencia de este informe no significa que los países reclamantes hayan ganado la batalla, pues las naciones africanas tienen diferentes posturas al respecto.
En una reunión preparatoria celebrada a fines de mayo en Lomé, capital de Togo, expertos de los países francohablantes de Africa defendieron el mantenimiento de los elefantes en el apéndice 1 debido al temor de un aumento de la caza clandestina y a falta de confianza en los controles japoneses.
La mayoría de los países africanos con manadas de elefantes reunidos los días 5 y 6 en Darwendale, Zimbabwe, negó su apoyo a las solicitudes de Botswana, Namibia y Zimbabwe. (FIN/IPS/tra- en/kb/pm/en/97