ZAIRE: Estados Unidos no sabe qué hacer con Laurent-Desiré Kabila

Laurent-Desiré Kabila era un oscuro contrabandista de oro que sobornaba a oficiales del ejército de Zaire en un diminuto enclave rebelde con unos pocos cientos de seguidores cerca del lago Tanganika.

Hoy, Kabila se atribuye la presidencia de Zaire, rebautizada República Democrática de Congo el sábado. El ex dictador Mobutu Sese Seko había huido un día antes, después de gobernar el país con mano de hierro y codicia ilimitada 32 años, respaldado por Occidente.

Luego de ocho meses de combate, Estados Unidos se fija por primera vez en Kabila, de 56 años y originario de la provincia de Katanga, líder de la triunfante Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL).

Los funcionarios en Washington no están seguros aún de si les gusta el nuevo panorama.

"Kabila es un gran signo de interrogación", dijo Pauline Baker, ex directora de expertos del subcomité de Asuntos Africanos del Senado de Estados Unidos, hoy a cargo de la Fundación para la Paz con sede en Washington.

Al igual que otros expertos, Baker teme que Kabila tenga más disposición a escuchar a sus aliados más autoritarios en Uganda o Angola que al presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, cuyas últimas gestiones a favor de una transición con el concurso de Mobutu fue dejada de lado por el líder rebelde.

"Confiamos en que Kabila sea un líder responsable que cree que el pueblo zaireño merece reformas económicas y libertades políticas", dijo el viernes el portavoz del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, Nicholas Burns.

Burns exhortó al conductor de la AFDL a "preparar elecciones para algún momento en el futuro con el fin de que la ciudadanía pueda decidir por sí misma".

El funcionario dijo que Washington aportaría financiamiento para facilitar esas elecciones, y dejó entrever cierto temor al recordar que Kabila ostentó "varias posiciones políticas e ideológicas en su extensa carrera".

Kabila se dio a conocer durante la insurrección de 1964 y 1965 en Stanleyville (hoy Kisangani), donde fue el portavoz de varias organizaciones izquierdistas lideradas por Antoine Gizenga y con un esporádico apoyo del guerrillero argentino-cubano Ernesto "Che" Guevara.

Guevara anotó en sus diarios personales que Kabila gustaba entonces de las mujeres y el alcohol, lo cual contribuía poco en el avance de la causa revolucionaria en Africa central.

La rebelión fue aplastada por el entonces ministro de Defensa, Joseph Mobutu (quien luego se convertiría en presidente y tomaría el nombre de Mobutu Sese Seko) con el respaldo de mercenarios belgas y franceses.

Después, Kabila retrocedió a la región de Uvira, en el este, donde fundó el Partido Revolucionario Popular (PRP). En 1977 y 1978, se rehusó a unirse a la insurgencia desarrollada desde Angola por katangueses que intentaron conquistar la provincia minera de Shaba.

Recién reapareció en octubre de 1996, primero como vocero y después como coordinador del AFDL, coalición de grupos armados constituida de apuro tras los exitosos ataques de tutsis zaireños (banyamulengue) contra campos de refugiados ruandeses de la etnia hutu y puestos militares en el este del país.

El experto francés Gerard Prunier sostuvo que el ministro de Defensa y vicepresidente de Ruanda, Paul Kagame, y el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, son, en realidad, quienes patrocinaron la rebelión banyamulengue.

Pero, en ese momento, Kagame y Museveni necesitaron un rostro zaireño para dar credibilidad a la operación contra Zaire y, por eso, utilizaron a Kabila, según Prunier.

Kabila ya no es considerado una marioneta de los gobernantes de Ruanda y Uganda, con quienes coincidió en el exilio en Dar es Salaam.

"Kabila es, sobre todo, un oportunista. Hará lo que sea para obtener lo que quiere. El problema es que no estamos seguros de qué es lo que quiere, además de desembarazarse de Mobutu y tomar el poder", dijo un funcionario de inteligencia de Estados Unidos que reclamó reserva sobre su identidad.

La asociación de Kabila con Kagame y Museveni fortalece la percepción de que sus dos aliados son, además, sus modelos de gobierno.

De acuerdo con esa idea, el líder rebelde zaireño ubicará el orden y el control sobre el país como prioridades antes que las elecciones, según Baker. Pero Kabila tuvo palabras conceptuosas hacia la oposición desarmada en Zaire y manifestó su intención de convocar a elecciones dentro de dos años.

Los angoleños, a pesar de que respaldaron a Kabila, "tienen problemas con Kabila, pues le consideran de línea dura y predicen que no ayudará a la estabilidad en Zaire", según Gerald Bender, de la Universidad de California del Sur y ex presidente de la Asociación de Estudios sobre Africa.

William Minter, analista político de la organización Washington on Africa, pronosticó que el líder tendrá problemas incluso para mantener unida a la AFDL.

"Es una agrupación muy diversa" que ya sufrió conflictos entre los banyamulengue y los katangueses que se unieron a la alianza a comienzos de año, explicó Minter.

En la provincia central de Kasai, un bastión del líder opositor Etienne Tshisekedi, existen señales de que los seguidores de Kabila y los dirigentes locales están alcanzando cierto nivel de convivencia, agregó el experto.

Tanto Minter como Steve Weissman, quien dirigió el subcomité de Asuntos Africanos de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en los años 80, afirman que Kabila no debe ser considerado un líder incuestionado.

"Existen en realidad muchas fuerzas militares diferentes en la AFDL, y no está nada claro quién está a cargo o siquiera si Kabila sigue siendo el conductor", afirmó Weissman.

Washington debería brindar asistencia al desarrollo y alivio de deuda a Zaire con la finalidad de alentar a Kabila a compartir el poder con la oposición desarmada, según todos los analistas independientes.

Estados Unidos llegó tarde a presionar a Mobutu para que abandonara el gobierno, coinciden. (FIN/IPS/tra- en/jl/yjc/mj/ip/97

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