La caótica situación de Sierra Leona, donde los golpistas se enfrentan a la desobediencia civil y a la presión internacional, puede tener a corto plazo un sangriento desenlace, según teme la Organización de Unidad Africana (OUA).
La OUA condenó formalmente el golpe de Estado en Sierra Leona e Ibrahim Daggash, portavoz de la organización, exhortó a los militares a devolver el poder al depuesto presidente constitucional Ahmed Tejan Kabbah.
Los hechos en Sierra Leona ocupan el primer lugar en la agenda de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de Africa, que se realizará del 2 al 4 de junio en Zimbabwe.
La posibilidad de una intervención militar regional está favorecida por la presencia en Freetown, la capital de Sierra Leona, de tropas de mantenimiento de la paz de Guinea y Nigeria.
El gobierno de Nigeria envió el miércoles a Freetown dos naves de guerra con 700 soldados para reforzar su contingente, y un día antes intimó a los líderes golpistas de Sierra Leona a abandonar el poder en un plazo de 24 horas.
El derrocado Kabbah, exiliado en Guinea, solicitó ayuda al jefe del gobierno militar de Nigeria, general Sani Abacha, para enfrentar a los golpistas.
Informaciones extraoficiales aseguran que Abacha, quien también llegó al gobierno mediante un golpe de Estado, espera la evacuación de los nigerianos residentes en Sierra Leona para intervenir en ese país.
El mayor Johnny Paul Koromah, líder de los golpistas de Sierra Leona, desestimó el ultimátum de Abacha y dijo a la prensa que las dos naves de guerra llegaron para evacuar ciudadanos nigerianos.
Un combate sangriento seguiría a la eventual intervención militar nigeriana. En efecto, el insurgente Frente Revolucionario Unido (RUF) concentra guerrilleros en Freetown para respaldar a Koromah, según informes recibidos en Londres.
El cabo Foday Sankoh, jefe del RUF, aceptó la invitación de Koromah a incorporarse al gobierno, y parece dispuesto a defender con las armas el régimen de facto.
Koromah responsabilizó a Kabbah del fracaso del cese del fuego que, después de cinco años de guerra civil, el gobierno firmó en noviembre con el RUF.
La población de la capital acumuló provisiones en los días siguientes al alzamiento militar, ante la eventualidad del estallido de combates.
Así mismo, una campaña de desobediencia civil se puso en marcha inmediatamente después del golpe. Los jefes militares prohibieron las manifestaciones de protesta y destinaron tropas a las calles para asegurar el cumplimiento de sus órdenes.
Pero los funcionarios públicos de alto rango se rehúsan a colaborar con los golpistas, que no logran poner en marcha la administración del Estado.
Mientras, Gran Bretaña destinó el jueves un avión "jumbo" para la evacuación de unos 800 británicos de Sierra Leona. El primer grupo de extranjeros evacuados estuvo compuesto por 170 libaneses, la mayoría mujeres y niños, y partió el miércoles de Freetown.
Dos ciudadanos libaneses fueron muertos por bandas armadas lanzadas al saqueo de viviendas, tiendas y agencias internacionales de ayuda. Los saqueadores robaron 15 vehículos y 1.650 toneladas de víveres del Programa Mundial de Alimentos.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados anunció que retirará a 21 de los 26 miembros de su personal en Sierra Leona. Entre los residentes extranjeros se cuentan también 40 funcionarios de la embajada de Estados Unidos y otros 400 estadounidenses, la mayoría misioneros o voluntarios de ayuda.
La cancillería británica informó el jueves a IPS que ha exigido la restauración del régimen democrático de Kabbah.
"Hemos comunicado (también) a los líderes militares de Sierra Leona nuestra seria preocupación ante la violencia contra comunidades locales y ciudadanos extranjeros", dijo el portavoz de la cancillería. (FIN/IPS/tra-en/mn/rj/ff/ip/97