El presidente de Rusia, Boris Yeltsin, inicia el tortuoso proceso de explicar el acuerdo firmado hoy con la más poderosa alianza militar del mundo a una opinión pública rusa profundamente escéptica y a un parlamento hostil.
"Rusia aún ve negativamente los planes de expansión de la OTAN", dijo este martes Yeltsin a los jefes de Estado reunidos en esta capital.
Antes de que se secara la tinta del "Acta Fundacional de Relaciones, Cooperación y Seguridad Mutua" firmada por Yeltsin y los 16 jefes de gobierno de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los líderes de la alianza confirmaron su propia cumbre, a realizarse en Madrid el 8 de julio.
En Madrid comenzarán las conversaciones sobre la integración de nuevos miembros con líderes de al menos tres aliados de la guerra fría de la ex Unión Soviética.
De aprobarse, el acceso de Polonia, Hungría y la República Checa a la OTAN, más posiblemente Rumania y Eslovenia, extenderá la alianza hasta las fronteras de la vieja Unión Soviética.
La mayoría de los rusos está desconforme ante tantos tanques, bombarderos y misiles bajo el comando de la OTAN -leáse Estados Unidos.
A nivel diplomático, Yeltsin exageró el caso. Durante seis meses de tortuosas negociaciones, Rusia intentó sin éxito redefinir el proceso de expansión como iniciativa de alto nivel político legalmente vinculante.
Moscú esperaba que una nueva institución OTAN-Rusia se convirtiera en el foro político clave para temas de seguridad, junto a, o inlcuso por delante, del gobernante Consejo del Atlántico Norte de países miembros de la alianza.
Pero el planificado Consejo Conjunto Permanente OTAN-Rusia, sólo estudiará temas de interés común como terrorismo, seguridad nuclear y planificación para el mantenimiento de la paz, y ninguna de las partes tendrá poder de veto sobre sus actividades en estas esferas.
"Aún no hay suficiente confianza", señaló Philip Gordon, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, y añadió que "a la vez, el acuerdo no obliga a nadie a hacer nada. No existen la confianza ni el acuerdo vincultante".
El nuevo consejo conjunto deberá realizar su primera reunión a fin de septiembre, y cuenta con una red de respaldo de cooperación militar de oficinas de enlace e intercambio de personal para fortalecer la confianza mutua.
El hecho de que la OTAN haya dado un espacio especial en el documento para revisar su propio y atrasado concepto estratégico es otro elemento positivo que surgirá del acuerdo, dijo Tasos Kokkinides, del Consejo de Información de Seguridad Británico- Americano.
Este "concepto" está basado en un documento de 1991 que subrayó el principio de disuasión nuclear y convencional. Rusia había demandado durante largo tiempo que la OTAN se adecuara a la nueva situación.
Kokkinides cree que el resultado será una mayor presión en las misiones de paz, la resolución de conflictos e iniciativas diplomáticas, además de una mayor dependencia convencional sobre el mantinimiento de la disposición a la intervención militar inmediata.
El presidente de Estados Unidos Bill Clinton dijo este martes que "la seguridad europea no es un juego de suma cero, en el cual las ganancias de la OTAN son una pérdida para Rusia y la fortaleza de Rusia es la debilidad de nuestra alianza. Eso es una vieja forma de pensar, estos son nuevos tiempos".
La OTAN está sufiendo una metamorfosis, convirtiéndose de una alianza militar contra Rusia a un sistema transatlántico que la incluye, destacó Clinton.
Yeltsin citó concesiones occidentales en campos económicos y políticos mucho más prometedores. Rusia deberá unirse al Grupo de los Siete países más industrializados, habrá conversaciones sobre el nuevo pacto START de reducción de armas nucleares, y más préstamos extranjeros, inversiones y oportunidades comerciales.
El problema para Yeltsin es que esos logros no parecen interesar a sus críticos. La cámara baja del parlamento ruso (Duma) está dominado por nacionalistas que se oponen a cualquier cesión ante la OTAN.
Más enojo provoca el hecho de que el Acta Fundacional no es un tratado internacional. Por lo tanto, la Duma no debe ratificarla y los nacionalistas no tendrán injerencia en el acuerdo.
El experto polaco Zgzisalaw Lachowsky, del Instituto Sueco de Investigaciones Internacionales para la Paz, sostuvo que la iniciativa corresponde ahora a Rusia. "Yeltsin se las arregló muy bien con la oposición nacionalista", opinó.
El canciller ruso Yegveni Primakov concurrió en persona a la Duma la semana pasada para asegurar que el Acta Fundacional no era un documento cerrado sino un medio para definir las relaciones entre Moscú y la OTAN en beneficio de Rusia.
El acuerdo "está escrito con bellas palabras, pero puede ser interpretado de modos diferentes", advirtió Lachowsky.
"Aunque es un documento políticamente vinculante, deja suficiente espacio para maniobrar, lo que da a Rusia cierta libertad de acción para consolidar su relación con otros países de la antigua Unión Soviética", explicó el experto.
El portavoz de Yeltsin, Sergei Yastrzhenbsky, dijo la semana pasada que las dos cámaras del parlamento ruso, el Consejo de la Federación y la Duma podrían imponer "algunas condiciones" al acuerdo aun después de su firma.
Primakov dejó de lado dos condiciones que parecían inflexibles. Se trata de la prohibición de despliegue de armas nucleares en los territorios de nuevos países miembros y el rechazo a que repúblicas que integraron la Unión Soviética se unan a la alianza.
La OTAN efectuó algunas concesiones en materia nuclear, pero la segunda condición alarmó a los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), que fueron anexados por la Unión Soviética en la segunda guerra mundial y recuperaron la independencia entre 1990 y 1991.
Los tres estados afirman que la futura integración a la OTAN es la única garantía de independencia con la que cuentan.
Yeltsin alertó que Rusia denunciará el pacto si la alianza acepta como miembro a cualquier país ex soviético. La OTAN replicó que no descarta la integración de Estonia, Letonia y Lituania, así como la de Rusia en un futuro más lejano.
La OTAN ha determinado que no habrá miembros de "segunda clase" y que todos los futuros integrantes estarán cubiertos por el artículo 5 del tratado constitutivo, que compromete a todos los socios a la defensa mutua en caso de ataques externos.
"Rusia no tendrá poder de veto en el Consejo Conjunto, pero presionará a la OTAN contra la ampliación y esa presión tendrá efecto dentro de la alianza. No se vería bien que estuvieran en desacuerdo sobre el punto", dijo Kokkinides.
Pocos centroeuropeos aún creen que Rusia abriga el deseo secreto de desplegar tanques sobre sus países, pues reconocen que, a pesar de que Moscú vuelve a hacer gala de una política diplomática enérgica, está lejos de tener intenciones de jugar en solitario en el plano militar, sin un consenso continental.
Tampoco la OTAN incursiona sola en el combate. Rusia dio su aval a las operaciones de la alianza en Bosnia-Herzegovina a través de su voto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, e incluso tropas suyas participaron en esa misión.
Del mismo modo, pocos militares del planeta piensan que la OTAN pueda emprender en el futuro alguna operación sin contar en lo previo con una aprobación similar de Moscú.
Pero cualquier expansión hacia el este pondría a la alianza dentro de las fronteras de lo que fue la Unión Soviética, aunque no dentro de las de Rusia. Eso podría reavivar la idea de que existen dos bloques militares en Europa.
El ex presidente de Polonia Lech Walesa argumentó que la OTAN contribuye a que Rusia conserve la ilusión de que aún es una superpotencia, lo que aumenta las posibilidades de que Moscú adopte una política de enfrentamiento con Occidente y abandone su proceso de reformas internas.
"Solo a través de un aumento de su poder la OTAN podrá asegurarse de que Rusia abandone su política de enfrentamiento", dijo Walesa la semana pasada. Para el polaco, la alianza hace gala de una "ingenuidad sin límites" al sellar un acuerdo con Moscú. (FIN/IPS/tra-en/dds-ao-ss-am-mom/rj/lp-mj/ip/97