El veredicto final de las elecciones parlamentarias de Francia se producirá con la segunda vuelta el 1 de junio, pero la victoria de cinco puntos de la izquierda, lograda en la primera ronda del pasado domingo, hace prever varios años de conflictos políticos y económicos.
Los esfuerzos por reducir el déficit nacional mediante la reestructuración de las abotagadas empresas públicas ya se encontraron con enérgicas protestas, y habrá más, independientemente del resultado de la votación del próximo fin de semana.
Si el actual gobierno conservador continúa, se debilitará por una clara pérdida de poder; si continúa bajo un líder más duro, habrá más confrontaciones, y si un gobierno socialista asume el poder, será más susceptible a la presión de los sindicatos organizados.
En cualquiera de los tres casos, los organizadores de protestas masivas contra las privatizaciones y los recortes presupuestales recibirán estímulo para redoblar sus esfuerzos.
La legislatura de cinco años fue disuelta 10 meses antes del término por el presidente Jacques Chirac, quien deseaba un mandato popular con el fin de adoptar duras medidas en materia de privatización, recorte del gasto público y reducción del déficit.
Tales medidas son necesarias para que Francia se ubique entre los fundadores de una moneda común de la Unión Europea para 1999.
Según los resultados de la primera vuelta, Chirac no obtuvo el apoyo que pretendía. El líder socialista Lionel Jospin logró una ventaja de cinco puntos, y aunque no se prevé una victoria abrumadora para el próximo domingo, Jospin bien podría alcanzar la jefatura de gobierno.
Las encuestas de popularidad previas a la votación de domingo colocaban a Jospin en primer lugar, seguido por Chirac y el primer ministro conservador Alain Juppé, quien ya anunció su renuncia.
La segunda ronda del 1 de junio, en la que 39 millones de franceses votarán nuevamente para completar la integración de la Asamblea Nacional de 577 escaños, determinará si Jospin y sus aliados comunistas podrán asegurarse una mayoría parlamentaria.
Sólo el puñado de candidatos que lograron 50 por ciento o más en la primera vuelta tienen sus bancas aseguradas. El resto, excepto los que obtuvieron menos de 12,5 por ciento de todos los electores registrados (no sólo los votantes), deberán competir nuevamente el próximo domingo.
En la segunda ronda, ganará el candidato que obtenga mayor cantidad de votos. En caso de empate, el candidato más antiguo asumirá el cargo.
Jospin está del lado de los cientos de miles de empleados de empresas públicas que podrían perder su trabajo con los programas de privatizaciones y reducción del déficit propuestos por Juppé y Chirac.
El deseo de ambos mandatarios es que Francia cumpla las "condiciones de Maastricht" para poder integrarse a la moneda única europea, según las cuales Francia debe reducir su déficit a tres por ciento del producto interno bruto para fines de 1997.
Juppé planeaba lograr ese objetivo utilizando fondos de las privatizaciones, pero su plan se encontró con una feroz oposición a la reducción de empleos que la venta de empresas públicas inevitablemente acarrearía.
Francia tiene actualmente una tasa de desempleo de 12,8 por ciento, la más alta de la posguerra. Independientemente de quién gane el próximo domingo, se prevé una fuerte oposición, posiblemente violenta, a las reformas para la reducción del déficit. (FIN/IPS/tra-en/mom/ml/ip/97