La salud reproductiva avanzó bastante en Filipinas en la última década, pero aún quedan muchos obstáculos por superar para alcanzar a los vecinos del sudeste asiático, entre ellos las objeciones de la influyente Iglesia Católica.
Unas 15 mujeres embarazadas mueren cada día en esta nación de 70 millones de habitantes, a pesar del enorme crecimiento económico de los últimos cinco años.
Filipinas tiene una tasa de mortalidad materna superior a la de otros países del sudeste de Asia: 209 muertes cada 100.000 nacidos vivos, frente a 200 en Tailandia, 160 en Vietnam, 80 en Malasia y 10 en Singapur.
Cuarenta por ciento de la población en edad fértil utiliza algún método anticonceptivo, comparado con 57 por ciento de la población mundial.
El aborto, que cada año causa la muerte de unas 70.000 mujeres en todo el mundo, también es un problema en Filipinas. Según una encuesta de 1994, 17 por ciento de las mujeres en edad reproductiva se realizaron al menos un aborto.
Muchos de estos problemas pueden aliviarse ampliando los derechos reproductivos con vistas a mejorar la calidad de vida en general, señaló Satish Mehra, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Población en Manila.
"La elección individual en materia de reproducción es esencial para la nueva agenda de población. Es la base de la salud y los derechos reproductivos", destacó Mehra en el lanzamiento local del informe sobre El Estado de la Población Mundial 1997, el miércoles.
"Se trata de elegir si tener hijos y cuándo hacerlo, si utilizar métodos de planificación familiar y cuáles usar, trátese de métodos modernos o naturales", explicó.
Los analistas concuerdan en que Filipinas en realidad traspasó el viejo concepto de la mera reducción de la fertilidad, como lo revela la transferencia de los asuntos de control de la natalidad de una comisión sobre población al Departamento de Salud.
El traslado marcó un cambio en la visión de la planificación familiar "como tema de salud y no desde una perspectiva demográfica", observó Mario Taguiwalo, asesor del Proyecto de Política sobre Población.
La conciencia sobre el problema aumentó con la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo realizada en El Cairo en 1994, que estableció un vínculo entre salud reproductiva, calidad de vida y desarrollo sustentable.
"La calidad de vida de la población no se logra simplemente con familias reducidas, sino asegurando que los integrantes de las familias sean saludables, educados, tengan un trabajo que les permita vivir dignamente y un ambiente limpio", destacó Cecile Joaquin Yasay, presidenta de la Comisión de Población.
Aunque son pocos los que discrepan con estas políticas, es difícil ampliar los derechos reproductivos en un país donde la Iglesia Católica Romana, que se opone a todos los métodos artificiales de control de la natalidad, ejerce una enorme influencia.
Por ejemplo, un proyecto de ley sobre política de población ha estado paralizado en el Congreso por cuatro años, y los políticos se niegan a abordar un tema tan sensible a un año de las próximas elecciones nacionales.
Según el proyecto, el estado procuraría administrar "el crecimiento y la distribución" de la población con vistas a asegurar un equilibrio entre la población, los recursos económicos y el medio ambiente.
La iniciativa legislativa permitiría el uso de todos los métodos anticonceptivos conocidos, sean naturales o artificiales.
"El problema es que algunos grupos malinterpretan la propuesta", dijo un experto en población, aunque "no hay nada demasiado nuevo en el proyecto, que sólo permite a la ley "adaptarse a la realidad". (FIN/IPS/tra-en/js/ral/ml/he-pr/97