En la conferencia sobre la antigua Yugoslavia celebrada en Londres en agosto de 1992, el presidente de Croacia, Franjo Tudjman, y el entonces primer ministro de la Federación Yugoslava, Milan Panic, tardaron en ponerse de acuerdo sobre qué idioma utilizar.
"¿Hablamos en inglés o en nuestro idioma?", preguntó Panic, empresario de origen serbio que desarrolló su actividad en Estados Unidos. "Yo utilizaré mi idioma (croata) y usted puede utilizar el suyo (serbio)", replicó Tudjman, ofuscado.
"Entonces no necesitaremos un intérprete", dijo Panic. "Creo que sí", respondió Tudjman.
Los organizadores británicos descubrieron que Panic tenía razón, pues ambos comenzaron a dialogar en idiomas que son, en la práctica, iguales, salvo pequeñas diferencias.
Al igual que el país, el idioma que solía llamarse "serbocroata" fue dividido y redefinido a la fuerza, objeto del abuso nacionalista.
"La política de limpieza étnica fue, sin duda, la forma elegida de establecer los estados nacionales de la antigua Yugoslavia, y eso incluyó la búsqueda de un idioma nacional", dijo Bozidar Jaksic, profesor de idiomas de Belgrado.
"En lugar de ser una forma común de comunicación, el nuevo 'idioma nacional' se convirtió en símbolo de cada uno de los estados nacionales. También se utilizó como instrumento de propaganda y para alimentar el odio mutuo", añadió Jaksic.
Los lingüistas coinciden en que los idiomas que se hablan en Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro tienen una raíz común en el eslavo del sur, con pequeñas diferencias de morfología, acentuación y sintaxis.
Las diferencias son similares a las que existen entre el inglés de Estados Unidos y el de Gran Bretaña, o el alemán de Alemania y el de Suiza.
Son creaciones regionales, y no de pueblos o naciones. No se puede separar a los musulmanes de Bosnia, Serbia o Croacia por su habla, pues utilizan el mismo idioma. Lo mismo ocurre con los croatas o serbios de Croacia, y aunque el acento del serbio de Serbia es muy singular, todos se entienden perfectamente.
Pero los políticos nacionalistas de los estados recientemente creados decidieron que esa situación habrá de cambiar.
"La estrategia de los jefes militares era sencilla, y consistía en demostrar a toda costa, no solo mediante la limpieza étnica, sino por la limpieza idiomática, que la convivencia sería imposible", afirmó el profesor Jaksic.
Uno de los principales partidarios de esta política es Tudjman, que recurrió a un equipo de lingüistas para apoyar el renacimiento de lo que él denomina "croata puro", una versión del idioma que se remonta al siglo XIX.
Palabras raras o arcaicas aparecen a diario en los medios de comunicación estatales y sorprenden a los croatas como novedades.
El objetivo es demostrar que el idioma croata difiere del serbio y que no tienen nada en común, según los expertos croatas que asistieron a una conferencia en Belgrado bajo el nombre "Nacionalismo e idioma: La experiencia balcánica".
Los lingüistas reformistas croatas se oponen al uso de palabras "extranjeras", en su mayoría inglesas, así como cualquiera de origen serbio.
"Para nuestra política, el idioma es un símbolo más que nada. Debe de funcionar como símbolo de la nación", dijo el lingüista croata Dubravko Skiljan.
La revista gubernamental Jezik (Idioma) organiza un concurso periódico para la mejor "palabra croata" inventada en sustitución de una extranjera o serbia.
Un oficial del ejército croata que luchaba contra los rebeldes serbios en 1995 no supo qué hacer cuando se le ordenó que respondiera a sus mandos, por razones de seguridad, a través del "dalekoumnozitelj". La palabra nueva significaba "fax".
"El idioma no está evolucionando libremente. Lo llevamos al pasado y quedó ahí. Está siendo controlado y destruido. Es un idioma que sólo los censores comprenden", dijo el profesor Vladimir Anic.
La versión de los serbios en Bosnia-Herzegovina del idioma bosnio ha sido elaborada para separarla de la hablada por los bosnios musulmanes y los croatas. Hace unos años, fue incorporada a los documentos oficiales, la radio y la televisión.
"Es violencia pura contra el idioma y el pueblo. Es triste escuchar las noticias en el pueblo serbio de Pale, en Bosnia- Herzegovina, pues los periodistas se esfuerzan en sustituir su pronunciación por una que no les es natural", dijo Jaksic.
El gobierno musulmán de Bosnia-Herzegovina en Sarajevo también "purifica" su idioma, al recuperar docenas de palabras de origen otomano para el uso cotidiano del pueblo.
En Serbia, el gobierno de Slobodan Milosevic se limitó a oficializar el alfabeto cirílico, que, antes de la desintegración de Yugoslavia, era utilizado junto con el latino.
Bajo presión de grupos ultranacionalistas, se intentó sin éxito incorporar el alfabeto cirílico serbio a las computadoras del país. El gobierno renunció a iniciativas similares, por temor a las críticas del público, de acuerdo con expertos.
"El idioma es algo vivo y tiene un fuerte instinto de supervivencia. Debe ser tenido en cuenta y no violado", señaló Jaksic. La mayoría de sus colegas concuerdan en que todos estos esfuerzos motivados por razones políticas son inútiles.
"Ninguna persona en sus cabales discutiría el hecho de que Croacia es un estado independiente o que otro estado de la zona lo sea, o que los idiomas que habla el pueblo puedan tener distintos nombres", dijo Milos Vasic, del semanario independiente Vreme, de Belgrado.
"Pero tampoco existe esfuerzo alguno que pueda hacer que el idioma que se habla en la zona sea incomprensible para los musulmanes, croatas o serbios", añadió. (FIN/IPS/tra-en/vps/rj/aq- mj/cr ip/97