/DERECHOS HUMANOS/POBLACION: Los otros derechos de salud reproductiva

La peruana Ana Ore se enteró doce años después y por una casualidad que durante una operación de urgencia, practicada cuando tenía cuatro semanas de embarazo, le habían extirpado el ovario derecho.

La extirpación se hizo sin su conocimiento ni autorizacion y lo que es peor, sin que hubiera necesidad de ello pues, según le confirmaron los médicos de la seguridad social peruana, los quistes paraováricos no requieren de cirugía, menos aún si la madre está gestando.

"Nunca se nos informó, ni a mi esposo ni a mí, de la extirpación. El médico que me operó no lo consignó en la historia clínica. Creo que las 'decisiones médicas' son la peor libertad de que disponen muchos médicos para encubrir errores que muchas veces resultan fatales para sus pacientes", afirma.

A lo largo y ancho de América Latina, diariamente se perpetran atentados contra los derechos reproductivos de las mujeres, que no solamente se traducen en negarles información sobre el tema o acceso a los servicios sino en disponer libremente de sus órganos reproductivos.

Los partos por cesárea son un buen ejemplo. Ese procedimiento quirúrgico es correcto cuando la vida de la madre o del bebe están amenazadas, pero hoy ha pasado a ser el método normal de parir para muchos médicos que ven en ello un lucrativo negocio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que sólo 10 a 15 por ciento de los partos sea por cesárea, en casos 'extremadamente necesarios', e indica que la madre debe ser informada sobre los riesgos que corre al pedir una cesárea para evitar los dolores del parto.

En muchos países tal recomendación no se cumple. Aunque no existen estadísticas al respecto, los pocos datos disponibles revelan que el parto por cesárea es un método demasiado recurrido.

Por ejemplo, Sao Paulo, ostenta todo un récord en ese tipo de cirugía: ocho de cada diez nacimientos son por cesárea. En los países desarrollados ocho de cada diez nacimientos son por parto normal.

En general, se estima que más de 30 por ciento de cesáreas que se practican anualmente en América Latina son innecesarias.

Por falta de información, muchas madres cambian el dolor de unas cuantas horas por los dolores posoperatorios, que duran varios días y deben ser combatidos con fuertes analgésicos, señaló el obstetra Guillermo Benalcázar, quien labora en un hospital público peruano.

Las cesáreas sin necesidad implican un riesgo para la madre y su bebe, pues existe la posibilidad de complicaciones por el uso de anestesia y durante el acto quirúrgico, sin contar el alto costo financiero para la familia y la sociedad, agregó.

Esos riesgos varían de un país a otro, dependiendo de su desarrollo tecnológico, sus condiciones sociales y la preparación profesional.

En Nicaragua, por ejemplo, se estima que existen unas 2.000 mujeres con diversos grados de discapacidad a consecuencia de una mala operacion cesárea o mala aplicación de la anestesia denominada epidural.

Si bien la mayor parte de sos casos se dieron en la década del 80, cuando Nicaragua estaba en guerra civil, un estudio clínico advierte que actualmente sigue siendo alto el porcentaje de mujeres afectadas por el tratamiento con epidural, debido a que casi no existen profesionales calificados en el uso de anestesia.

La magnitud de los casos y el silencio oficial ha impulsado a muchas de las víctimas nicaragüenses a organizarse y compartir experiencias, a través del centro de Promoción de la Rehabilitación Integral (CEPRI).

En México, las condiciones de violencia y coacción en las que se ofrece la asistencia a la salud reproductiva, así como las circunstancias a las que se somete a mujeres y bebes en el parto, llevaron a la creación de una sección especial del Programa de la Mujer de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.

Las quejas han ido en aumento: de 14 en 1993, se pasó a 49 en 1995 y para este año se supone que superarán el centenar, pese a que la mayoría se estrellan contra la indiferencia oficial.

Uno de los casos más connotados denunciados ante el Programa fue el de Perla, quien tuvo a su tercer hijo por cesárea.

"Después de la operación, observé que uno de mis pulgares tenía rastros de tinta. Al averiguar por qué, me contestaron que habían utilizado mi huella digital como firma para el consentimiento de la intervención quirúrgica voluntaria de esterilización, porque no estaba en condiciones de firmar", relató.

La ligadura de trompas, sea voluntaria o por subterfugios, como le ocurrió a Perla, es un método anticonceptivo que va adquiriendo gran auge entre las latinoamericanas, que en algunos casos se convierte en atropello contra la libre decisión de las mujeres.

Recientes estudios de organismos especializados, como la Red por la Humanización del Nacimiento de Brasil, estiman que del total de mujeres que usan algún método anticonceptivo, 45 por ciento recurren a la esterilización.

En otros países, como Perú, la tasa de esterilización va en aumento debido a la campaña masiva promovida por el gobierno en pro de este método.

Recientemente se denunció que en las provincias alto-andinas se realizan 'ferias de planificación familiar' en las cuales se estimula la ligadura de trompas a cambio de incentivos materiales, premiándose igualmente a los profesionales que logren la mayor cantidad de esterilizaciones.

En los países desarrollados, la esterilización es un método anticonceptivo usado sólo por 7,6 por ciento de mujeres.

Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, 15,5 por ciento del total de esterilizadas tienen entre 15 y 24 años, pese a que ese ese tipo de cirugía es irreversible.

En Perú, las autoridades de salud y el propio presidente Alberto Fujimori han negado la existencia de directivas para promover esterilizaciones masivas y aclarado que en el mejor de los casos las ligaduras se practican a mujeres mayores de 35 años o con varios hijos.

Sea como fuere, muchos especialistas ven en estas prácticas un atentado contra los derechos de salud reproductiva de las mujeres.

"Los profesionales de la salud reducen a la mujer a la vagina y el útero. El cuerpo femenino todavía es muy desvalorizado. Aquella vieja historia de hacer con el cuerpo de la mujer lo que se quiera no pierde vigencia", declaró Cristina Boareto, superintendente de salud colectiva de Rio de Janeiro.

"Si ella tiene dos hijos, la presión no se deja esperar para que se ligue las trompas y poco a poco la van sometiendo", denunció.

La histerectomía (extirpación del útero) es otra operación muy en boga actualmente, bajo la premisa de que el útero sólo tiene una función reproductora, cumplida la cual su extirpación puede prevenir problemas futuros.

Según Zelda Abramson, investigadora y miembro de la Red de Mujeres de la Salud de Toronto, Canadá, la histerectomía procede en las mujeres con cáncer, pero no en sangrados abundantes, fibromas, prolapso genital y endometriosis, para los que existen otras alternativas médicas sin necesidad de extirpación.

"Si se presenta el caso de dos mujeres, una de 30 años y ptra de 45, ambas con un fibroma del tamaño de una naranja, los doctores harán todo lo posible por evitarle la histerectomía a la más joven, porque la idea es que la de 45 no necesita el útero, por lo que no importa extirparlo", indica.

Sin embargo, estudios recientes revelan que al igual que los ovarios, el útero también produce y libera estrógeno.

Asimismo, las mujeres sometidas a una histerectomía tienen menores niveles de triptofano, un aminoácido que se libera en el cerebro y cuya producción parece estar ligada a los niveles de estrogeno. La reducción de los niveles de triptófano produce depresión.

Se especula igualmente que el útero segrega una sustancia llamada prostaglandina, la cual protege a la mujer de la inflamación artrótica. El útero también ayuda a prevenir las enfermedades coronarias y es importante en la excitación sexual y el orgasmo. (FIN/IPS/zp/dg/hd—he-pr/97

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