El general boliviano Hugo Banzer, nacido a la vida política como uno de los dictadores militares de la década del 70 en América Latina, ve hoy más cerca que nunca su aspiración de volver al poder, en las elecciones de este domingo.
A más de cuarto de siglo de aquel 21 de agosto de 1971, cuando llegara al poder con el apoyo en las Fuerzas Armadas, Banzer aparece como favorito en las encuestas para ganar la elección y el candidato que mejores posibilidades tiene de formar alianzas.
El hombre que estuvo en el poder entre 1971 y 1978 -uno de los cuatro gobiernos más largos en la historia de Bolivia desde 1825- dice haber dado suficientes muestras de su "conversión" a la democracia, no sólo por las cinco anteriores elecciones en las que participó sino por su aporte a la "gobernabilidad".
En 1979, apenas un año después de dejar el poder presionado por una masiva huelga de hambre iniciada por cuatro mujeres mineras, Banzer ya quería volver al poder: creó para ello el derechista partido Acción Democrática Nacionalista (ADN), participó en las elecciones de ese año y salió en tercer lugar.
La interrupción del naciente proceso democrático por otro militar boliviano que gobernó sólo 16 días obligó a convocar elecciones en 1980, en las que Banzer obtuvo nuevamente el tercer lugar.
En 1985, Banzer ganó las elecciones pero no pudo alcanzar la mayoría absoluta que le permitiera una acceso directo al poder. El parlamento eligió Presidente a Víctor Paz Estenssoro, que había terminado segundo en las elecciones.
Durante ese gobierno Banzer tuvo una participación esencial, al comprometer su apoyo a la aplicación de un severo programa de ajuste estructural, que permitió a Paz Estenssoro gobernar por cuarta vez en la historia de Bolivia con una amplia mayoría parlamentaria.
Ese fue el primer gesto político que Banzer reivindica como "un aporte a la gobernabilidad y a la democracia".
Pero el apoyo de Banzer tenía un precio: el compromiso de reciprocidad del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), liderado por Paz Estenssoro, para apoyar la elección de Banzer como presidente en 1989.
En las elecciones de ese año, el candidato oficialista Gonzalo Sánchez de Lozada -ministro de Planeamiento de Paz Estenssoro- se desmarcó del pacto con una célebre frase: "Mis manos ya no están atados".
La furia de Banzer terminó aplastando la victoria de Sánchez de Lozada en las urnas, al comprometer sus votos en el parlamento en favor de Jaime Paz Zamora, que había obtenido el tercer lugar en los comicios.
Entonces, otra vez Banzer y su partido eran aliados del gobierno pero con otro hombre a la cabeza, esta vez cruzando incluso los "ríos de sangre" que históricamente separaban a Paz Zamora con el hombre que en los 70 fue su más duro represor.
En 1993, Sánchez de Lozada ocupó el primer lugar en las urnas, con 34 por ciento de los votos, y el parlamento lo eligió Presidente. Pero Banzer, pese a compartir la mayoría de las medidas del gobierno, hizo una férrea oposición en este período.
Se descuenta que Banzer, aunque triunfe este domingo, no alcanzará la mayoría absoluta, pero una segura alianza con el partido de Paz Zamora y otras fuerzas menores podrían garantizar su elección en el parlamento.
Lo significativo en la carrera política de Banzer es que varias de sus antiguas víctimas políticas de su dictadura en la década del 70 han ido apoyándolo en forma sucesiva.
Es el caso del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y todos sus dirigentes, que nacieron a la vida política en la clandestinidad para resistir la dictadura, o del histórico líder sindical Juan Lechín, exiliado por Banzer, que ahora expresó públicamente su "respaldo y voto incondicional por ADN".
¿Cómo puede un pueblo elegir presidente a quien fue su dictador?, se preguntan algunos analistas extranjeros.
La respuesta parece estar, responden los locales, en la ilusión de volver a vivir la bonanza que Banzer tuvo la fortuna de administrar entre 1971 y 1978, debido a los generosos precios de los minerales bolivianos en el mercado internacional.
Los cuantiosos créditos que en ese perído llegaron a Bolivia, y que no se concretaron en proyectos sostenibles de desarrollo, explican también el artificial bienestar que vivió el país y que terminaría por provocar la aguda crisis de los 80 y 90.
"Cambios sí, pero no así", decía reiteradamente Banzer en sus críticas al gobierno, y en el último tiempo ha incorporado a su discurso un fuerte componente nacionalista, al anunciar que revertiría las políticas "entreguistas y antinacionales" de Sánchez de Lozada, en referencia a las empresas del Estado.
No obstante, los analistas estiman que si Banzer llega finalmente al gobierno, daría continuidad a la política impulsada por Sánchez de Lozada, que incluye la reforma educativa y la privatización de empresas pública.
A lo largo de esta campaña electoral, Banzer enfrentó múltiples ofensivas en su contra de las organizaciones defensoras de los derechos humanos y familiares de asesinados y desaparecidos durante su dictadura.
Pese a las evidencias de violaciones de los derechos humanos en su gobierno dictatorial, Banzer nunca se manifestó arrepentido. "No eran angelitos", respondió recientemente al ser consultado por los muertos durante ese período.
Su acompañante de fórmula es Jorge Quiroga, un economista de 37 años formado en Estados Unidos, que ya fue ministro de Finanzas en 1991, durante el gobierno de Paz Zamora. (FIN/IPS/jcr/ag/ip/97