Con un potencial de crecimiento de 20 por ciento anual, los grandes bancos privados de Argentina emergieron en el último mes como el bocado más codiciado por la banca extranjera, en particular de España.
Este viernes los agentes bursátiles ya descontaban la venta del Banco Roberts -sexto de los privados- que se someterá al control del Hong Kong & Shangai Banking Corporation (HK & BC), que ya compró el brasileño Bamerindus.
Pero la operación del año sigue siendo hasta ahora la venta esta misma semana del argentino Banco Río al grupo español Santander. El primer banco de España se tragó al segundo banco privado local por 600 millones de dólares y seis por ciento del Santander Chile.
Pocos días antes, el Banco Bilbao Vazcaya, el segundo de España, había adquirido el Banco de Crédito Argentino, la segunda operación del grupo vasco luego de comprar en octubre el Banco Francés, otra entidad privada sólida de la plaza.
Ahora, la mira está puesta en el Banco Galicia, otro de los grandes argentinos, también en el Banco Quilmes y en el Bansud. La alternativa será fusionarse entre ellos o colocarse el cartel de venta.
Los analistas sostienen que las ventas y fusiones continuarán porque la competencia y las condiciones de mercado así lo exigen, pero lo que no deja de sorprender es el ritmo vertiginoso que asumieron los traspasos.
Un consultor financiero que prefirió el anonimato dijo a IPS que los bancos argentinos, que representaban 57 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 1945, cayeron hasta ocho por ciento en 1989, a causa de la pérdida de valor de la moneda, las devaluaciones, la inflación y el bajo nivel de depósitos.
Las sucesivas crisis inflacionarias, la falta de crecimiento y la desconfianza se conjugaron para que la banca local tocara fondo. Sólo comenzó a recuperarse en los años 90, con la apertura, la estabilidad y el negocio de las privatizaciones.
Desde entonces, la banca representa 18 por ciento del PIB, lo que significa que puede crecer 20 por ciento anual durante los próximos años, una rentabilidad soñada para los bancos extranjeros, acostumbrados a márgenes mucho más reducidos.
La tentación de obtener mayores ganancias se conjuga con las necesidades de capital de la banca local. Los requisitos de capital mínimo del Banco Central argentino son superiores a los de Basilea, una exigencia que promueve la concentración.
El proceso de reestructuración bancaria comenzó en Argentina hace 20 años. Desde entonces, el número de entidades financieras pasó de 692 a 135. Sin embargo, el ajuste más fuerte se registró en 1995, luego de la crisis mexicana.
Los bancos extranjeros que están ingresando al mercado argentino con gran ímpetu, aseguran que mantendrán las marcas y los servicios que brindaban las entidades que adquieren, y sólo sumarán una tecnología más avanzada para abaratar costos.
Con este proceso, los observadores pronostican que se llegará a bajar el número de entidades a menos de un centenar e inclusive prevén que los grandes bancos estatales, el Nacin y el Provincia, deberán colocarse en la vidriera.
El problema será entonces el de las pequeñas y medianas empresas, que ya advierten que con la concentración bancaria, sus posibilidades de acceso al crédito blando, hoy difíciles, se alejarán todavía más. (FIN/IPS/mv/ag/if/97