Costa Rica deberá decidir si continúa fomentando la actividad bananera, primera generadora de divisas para este país centroamericano, en detrimento de su proyecto de convertirse en modelo de desarrollo sostenible.
La situación se planteó en estos términos luego que una investigación estableció que más de 3.000 hectáreas de bosque se perdieron entre 1990 y 1992 por culpa de la expansión bananera ocurrida en esos años.
La investigación, encargada por el propio gobierno de Costa Rica a la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), que reúne a representantes oficiales y de la sociedad civil, propone como alternativa desarrollar una producción bananera más sostenible aunque esto implique bajar la productividad por hectárea.
El estudio ha sido utilizado parcialmente en Europa, sobre todo en Alemania, por grupos ambientalistas que piden no comprar banano de Costa Rica porque su producción es altamente contaminante.
Los productores costarricenses denunciaron este movimiento como una campaña injustificada contra la fruta local, que obedece a intereses económicos particulares, y negaron que la actividad esté siendo un importante foco de contaminación.
Sin embargo, Alberto Salas, uno de los responsables de la investigación, indicó que el problema es real y que es necesario enfrentarlo.
"De este proceso de globalización van a salir bien librados los países que logren una producción amigable con el ambiente", indicó Salas.
Costa Rica es el pais con la más alta productividad de banano por hectárea y el segundo exportador mundial, después de Ecuador, pero esa eficiencia se ha logrado a costa del ambiente, ya que se recurre a una gran cantidad de agroquímicos para el control de plagas.
En sólo 52.000 hectáreas sembradas de banano, equivalentes a uno por ciento del territorio nacional, Costa Rica exporta más de cien millones de cajas de banano de 18,14 kilogramos.
El diagnóstico muestra como esa productividad ha convertido al país en uno de los mayores consumidores de plaguicidas por habitante.
Por ejemplo, entre 1992 y 1994, Costa Rica importó de Estados Unidos ocho millones de kilogramos de plaguicidas, más que Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala y Filipinas.
En las zonas bananeras de Costa Rica, donde se encontraron acumulaciones de pesticidas 10 veces más altas de lo permitido en el agua corriente, la tasa de intoxicación laboral está entre las más altas del mundo, con seis trabajadores intoxicados por año.
Pero esa cifra, según la investigación, es sólo una subestimación, porque muchos trabajadores no reciben tratamiento médico.
Salas señaló que el problema no se resuelve utilizando pesticidas más eficientes, sino buscando variedades de banano más resistentes.
Explicó que los productores han realizado algunos esfuerzos, como el reciclaje de las bolsas plásticas que se usa para protejer el racimo, una mejor disposición del pinzote y creación de algunas lagunas de oxidación.
Sin embargo, esto sólo es posible para las grandes empresas transnacionales, pero no para los productores locales que se encuentran en difícil situación, por lo que sólo la transnacional dueña de la marca Chiquita ha sido certificada como productora de banano amigable con el ambiente.
El director de UICN para Mesoamérica, Enrique Lahmann, dijo que la producción bananera de Costa Rica no es peor que la de otros países de América Latina.
Costa Rica escuchó cantos de sirena sobre el futuro del mercado bananero al comenzar esta década. La expansión del mercado de la Unión Europea y la integración de los países del bloque socialista europeo a la economía de mercado hicieron pensar a los productores que el futuro era promisorio.
Luego todo se derrumbó. Los países del antiguo bloque socialista no se convirtieron en grandes consumidores de la fruta y la Unión Europea impuso un sistema de cuotas que limitó las exportaciones bananeras de América Latina.
Para entonces se frenó la expansión del cultivo, pero ya el daño estaba hecho. En total 3.065 hectáreas de bosque se perdieron en la zona atlántica y en el norte del país.
Esta situación será analizada por un panel de expertos que el Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica designó con el propósito de que se genere conciencia y consenso sobre lo que debe ser una producción sostenible.
Ese grupo deberá rendir un informe sobre el daño ambiental y el beneficio económico percibido durante los dos años de expansión, así como sugerir la reglamentación necesaria para orientar la producción hacia una forma más sostenible.
Los expertos de UICN recomiendan producir menos y con menos costo ambiental y no expandir el área de cultivo.
Costa Rica tiene 136.000 hectáreas de tierra aptas para el cultivo de banano, de las cuales sólo están sembradas 52.000. Esta producción le deja ingresos al país cercanos a 700 millones de dólares. (FIN/IPS/mso/ag/if/97