/AMBIENTE/BRASIL: Sin energía para crecer

El suministro de electricidad enfrenta una amenaza de colapso en el centro-sur de Brasil, a causa de un accidente que agravó una insuficiencia que se busca superar con la integración energética con los países vecinos.

Vientos fuertes tumbaron el miércoles 21 dos torres de una linea de transmisión en el sur de Brasil. Con eso se redujo en un cuarto la capacidad de suministro desde Itaipú, la gigantesca central compartida con Paraguay que genera 12.000 megavatios, la casi totalidad consumida por brasileños.

Es necesario que la población reduzca el consumo, porque bajó "el nivel de confiabilidad" de la oferta por una semana, advirtió el presidente de Furnas Centrales Eléctricas, empresa estatal que abastece el sudeste de Brasil, la región más poblada e industrializada del país.

El mes pasado, un apagón afectó muchas ciudades dispersas del centro-sur brasileño. El problema se atribuyó a un "exceso de consumo", tras esfuerzos fracasados en identificar fallas en el sistema de suministro, que es casi totalmente interconectado en todo el país.

Eletrobrás, que coordina el sistema nacional de generación y distribución, estimó en 10 por ciento la posibilidad de nuevos apagones hasta el final de 1998, con el consumo creciendo seis por ciento al año, el doble de la expansión de la economía.

Esa estimación se hizo antes del accidente en la línea de transmisión de Itaipú.

Hace varios años los expertos preveían la escasez de energía en Brasil, tan pronto se reanudara el crecimiento económico. La crisis financiera que afectó América Latina en la llamada "década perdida" impidió el desarrollo del sector, con la interrupción de muchos proyectos.

Con la economía creciendo desde 1993, especialmente a partir de la estabilización monetaria a mediados de 1994, la amenaza se hizo concreta. La construcción de infraestructura es un proceso más lento y el Estado no tiene recursos para acelerarla.

Para superar el obstáculo, el gobierno está recurriendo a la importación, que puede aportar energía más rapidamente, y a la privatización de sus empresas. Además se reactivan centrales termoeléctricas antes inoperantes por antieconómicas o la contaminación ambiental.

Brasil debe importar mil megavatios de Argentina tan pronto se construya en la frontera una estación convertidora y líneas de transmisión. Los dos países consumen electricidad en distintas frecuencias, un problema que también demora la integración energética con Uruguay.

Brasil también ya firmó contrato con Venezuela para la adquisición de electricidad que abastecerá Boa Vista, capital del estado de Roraima, cerca de la frontera entre los dos países.

A mediano plazo se espera agregar el gas natural de Bolivia y Argentina en la generación de energía eléctrica. Para eso ya se hacen los trámites iniciales, como compras de tuberías, para la construcción del gasoducto que empezará a llevar el gas boliviano a Sao Paulo y al sur de Brasil dentro de dos años.

Parte de ese gas -ocho millones de metros cúbicos diarios- se destinará a la generación eléctrica. Desde Argentina se piensa comprar el gas natural también transformado en electricidad.

El ministro de Minas y Energía, Raimundo Brito, anunció hace algunos días que también Perú se sumará a los proveedores en la intensa integración energética que promueve Brasil.

Se iniciaron negociaciones con Petroperú para la compra de gas natural de Camisea, en la Amazonia peruana. El objetivo será el abastecimiento de Acre, un estado del noroeste brasileño, en la frontera con Perú.

Para ampliar las inversiones en infraestructura energética, el gobierno brasileño prepara la privatización del sector a partir de 1998.

La venta de las grandes empresas estatales de generación y distribución de electricidad puede representar ingresos de 50.500 millones de dólares, estimó el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que ejecuta el programa de privatización.

Una interrupción del crecimiento económico -en el primer trimestre de este año el producto interno bruto cayó 0,56 por ciento- puede atenuar el problema.

Pero el consumo energético crece más que la economía, especialmente en los sectores pobres, que adquieren gran cantidad de aparatos eléctricos y electrónicos.

Esto reavivó el estímulo a la conservación y el combate al despilfarro, para evitar la vuelta de los apagones que eran frecuentes en Brasil hace tres décadas. (FIN/IPS/mo/ag/if-en/97

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