El debilitamiento en gran escala de la capa de ozono, considerado hasta ahora un fenómeno exclusivo de la Antártida, se está manifestando en un nuevo «agujero», que cubrirá gran parte de los territorios de Chile y Argentina.
Científicos de la Universidad Técnica Federico Santa Marpa (UTFSM) del puerto chileno de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de Santiago, detectaron a comienzos de abril un adelgazamiento inusual de la capa de ozono en la zona central y sur de Chile.
Luis Da Silva y Christian Stehr, encargados del Proyecto Ozono de la UTFSM, dijeron al diario El Mercurio que informes recogidos el 5 de abril indican que este «hueco» tiene un diámetro de más de mil kilómetros cuadrados.
El área afectada va desde Santiago hasta Puerto Aisén, unos 1.500 kilómetros al sur de esta capital, y desde el océano Pacífico al Atlántico, lo cual indica que comprende al teritorio de Argentina en las mismas latitudes.
El Proyecto Ozono de la UTFSM es parte de la red de medición de este gas estratosférico instalada en los últimos años en varios puntos del cono sur de América Latina para analizar datos satelitales recibidos a través de la red electrónica Internet.
El ozono es un gas natural abudante en la estratósfera, a una altura de 25.000 a 50.000 metros, que cumple la labor esencial de filtrar los rayos solares ultravioletas, cuyo paso directo a la superficie terrestre causaría graves daños a la flora y fauna.
Desde la década de 1980 se advirtió un debilitamiento de los volúmenes de ozono sobre la Antártida, atribuido al desplazamiento hacia la atmósfera del continente blanco de las emisiones en todo el mundo de químicos nocivos para este gas.
La comunidad internacional adoptó el 16 de septiembre de 1987 el Protocolo de Montreal, que entr+ en vigencia el 1 de enero de 1989 con metas de reducción gradual del uso de clorofluorcarbonos (CFC) y otros gases químicos que «devoran» el ozono.
La aplicación del protocolo permitir estabilizar en estos años las emisiones de CFC, que provienen en más de 80 por ciento de los países industrializados, para alcanzar reducciones significativas sólo hacia el año 2015.
Los expertos advierten que estos años de finales de siglo serán «los más críticos» para la capa de ozono, por el efecto de la larga acumulación en la estratósfera de los CFC, químicos que se emplean como propelentes y en equipos de refrigeración.
Las emisiones de estos compuestos se desplazan a los polos, donde se activan como consecuencia de la combinación de bajas temperaturas con las primeras radiaciones solares de la estación primaveral.
El «hueco» del ozono sobre la Antártida, en el polo Sur, se multiplica cada año entre septiembre y octubre y en 1995 alcanzó dimensiones sin precedentes de 20 millones de kilómetros cuadrados durante 40 días.
En septiembre de 1996 los satélites «Earth Probe» y «Adeos» de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de Estados Unidos registraron otro episodio crítico, con un nivel de ozono de 204 Unidades Dobson (UD).
Stehr recordó que 100 UD representan un milímetro de espesor de la capa de ozono y que por debajo de las 220 unidades ya se considera que hay riesgos para los seres humanos por las radiaciones ultravioletas.
El «hueco» del ozono, que es en rigor un debilitamiento atmosférico que se desplaza y tiene una forma ovalada, llegó el 17 de septiembre de 1996 hasta la región de Magallanes, la más austral de Chile, junto al estrecho interoceánico del mismo nombre.
Las mediciones satelitales han detectado en varias oportunidades extensiones del «agujero» hasta áreas del extremo sur de Argentina y Chile, incluyendo al archipiélago de las Malvinas.
Pero el episodio de septiembre de 1996 ha sido el más grave, ya que los volúmenes de ozono sobre la ciudad de Punta Arenas, capital de la región de Magallanes, fueron de sólo 204 UD, los cuales normalmente se registran sólo en la cercanía del polo.
La particularidad del «hueco» registrado el 5 de abril de este año es que no constituye una extensión o desplazamiento del fenómeno que se manifiesta cada año sobre la Antártida en la primavera austral.
Da Silva y Stehr señalaron a El Mercurio que este nuevo «agujero» ya había sido detectado en las mediciones satelitales de la NASA, pero que nunca había llegado al grado de 204 UD que alcanzó alrededor del 5 de abril.
Los científicos de la UTFSM dijeron que es necesario mantener este fenómeno bajo observación por el riesgo que representa la posibilidad de grandes volúmenes de radiaciones ultravioletas en la zona más poblada de Chile. (FIN/IPS/ggr/dg/en/97