AFGANISTAN: Inesperado repliegue de Talibán en el norte

Las milicias islámicas Talibán de Afganistán se retiraron hoy de forma repentina de la ciudad septentrional de Mazar-i-Sharif, en un retroceso que, de todos modos, no fue una sorpresa para el gobierno de India.

Nueva Delhi esperaba un avance de las milicias de los combatientes de la etnia uzbeka, de tendencia más liberal, en su lucha contra Talibán, que ha impuesto duras normas sociales en Kabul, la capital afgana, y las otras áreas bajo su control.

"La población del norte no acepta a Talibán. Estamos esperando los próximos acontecimientos", dijo a IPS un alto funcionario a cargo de las relaciones con Afganistán, Irán y Pakistán en la Cancillería de India pocas horas después del retiro de las milicias fundamentalistas de Mazar-i-Sharif.

Las milicias islámicas, que controlan 80 por ciento de territorio afgano, sufrieron un dramático retroceso en su avance hacia el norte, que había sido posible por la deserción del uzbeko Abdul Malik Pahlawan, canciller del líder del último foco de resistencia, Abdul Rashid Dostum.

Pero Malik rompió con Talibán. La fractura de la alianza entre Talibán y los uzbekos se produjo poco después de que el régimen fundamentalista ordenó a la población de Mazar-i-Sharif a obedecer bajo amenaza sus estrictas normas sociales y religiosas.

Fuertes combates nocturnos se registraron en la ciudad cuando los milicianos de Talibán pretendieron obligar a los uzbekos, que suelen portar armas, a desembarazarse de ellas. Esta fue la primera vez que la fuerza que controla Kabul enfrentó resistencias a sus órdenes, según distintas versiones.

El rápido avance de Talibán generó nerviosismo en Nueva Delhi, que mantiene su respaldo al gobierno derrocado de Burhanuddin Rabbani. Hasta ahora, la administración en Kabul fue reconocida por Pakistán (el primer país que procedió en tal sentido, como era previsible) y Arabia Saudita.

Talibán controla más de dos tercios del territorio de Afganistán. La Organización de Naciones Unidas (ONU) deberá considerar pronto la reivindicación de la nueva autoridad a la representación del país en el cuerpo mundial.

India y Afganistán han tenido una estrecha relación por razones históricas y culturales. Nueva Delhi fue, incluso, aliada del régimen prosoviético derrocado por las milicias mujahiddines en 1992.

En la lucha por el poder que sobrevino luego que Talibán ocupó Kabul en septiembre de 1996, India puso todo su peso político en el platillo de Rabbani.

"Esta es la primera vez que Nueva Delhi corta sus vínculos con los gobernantes en Kabul", dijo el ex canciller de India J. N. Dixit, funcionario muy influyente en la política del gobierno respecto de Afganistán antes del triunfo de Talibán.

Dixit admitió que la gestión de Nueva Delhi en relación con la crisis afgana fue un fracaso en los últimos años.

El líder de la oposición en el parlamento indio, Atal Behari Vajpayee, afirmó también que la coalición Frente Unido en el gobierno desde el año pasado tampoco tuvo una incidencia decisiva en el asunto.

"Los acontecimientos en Afganistán podrían tener serias repercusiones en la seguridad y la estabilidad del subcontinente indio", dijo Vajpayee el miércoles.

En septiembre, cuando Talibán capturó Kabul, los partidos políticos indios manifestaron su preocupación por las consecuencias que el cambio de mando podría tener en el desarrollo del conflicto en el estado septentrional indio de Kashmir.

Una guerrilla separatista enfrenta hace ocho años a las fuerzas de Nueva Delhi en Kashmir, estado fronterizo con Pakistán.

India, que acusa a Pakistán de brindar entrenamiento y armas a los guerrilleros de Kashmir, también ve la mano de Islamabad detrás de Talibán.

Analistas indios pronostican que, una vez que Pakistán asegure su flanco noroeste en Afganistán, se arriesgue a una política más enérgica de respaldo al separatismo en Kashmir.

Los países vecinos de Afganistán participan, en los hechos, en la guerra entre Talibán y la resistencia, debido a la posición estratégica del país en la ruta hacia los ricos yacimientos de gas natural y petróleo en Asia central.

La consolidación del poder de la milicia islámica afgana permitiría a Pakistán seguir adelante en su proyecto de construir un gasoducto desde Asia central hacia puertos de aguas cálidas.

Talibán considera la guerra una misión divina para limpiar Afganistán de los rapaces señores de la guerra e imponer en el país un modo de vida acorde con las lecturas más rígidas del islam.

Pero el retiro de las milicias de Mazar-i-Sharif, al parecer, retrasará sus planes de desalojar a su enemigo, el general Ahmad Shah Masoud, aliado de Rabbani, de su bastión en las montañas septentrionales afganas. (FIN/IPS/tra-en/mu/an/mj/ip/97

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