Numerosos ejecutivos de compañías mineras multinacionales se esfuerzan por negociar con los rebeldes de Zaire luego de la captura de zonas riquísimas en diamantes y otros minerales.
El último en la lista es un alto ejecutivo de la estatal Société Minière de Bakwanga (Miba), la mayor productora de diamantes de Zaire, quien este mes esperó al líder rebelde Laurent Kabila en el aeropuerto de Mbuji-Mayi cuando llegó triunfante a la recién capturada capital de la minería de diamantes.
Los rebeldes conquistaron partes del territorio zaireño que las compañías describen como "útiles": el fértil este y el sur, rico en minerales, fuente de incalculables riquezas en su mayor parte inexplotadas.
"Si Kabila se transforma en el nuevo jefe, lo obedeceré", declaró Mukamba Kadiata Nzemba, gerente de Miba. "He obedecido a (el presidente zaireño) Mobutu Sese Seko, pero no es inmortal, y cooperaré con quienquiera que lo suceda. Puedo trabajar con Kabila", agregó.
Las obras de Miba a lo largo de los bancos de grava del río Kanshi producen la mayoría de los diamantes que el país exporta cada año, por un valor de 300 a 400 millones de dólares. Se cree que el comercio ilegal representa el doble de esa cifra.
La compañía sudafricana De Beers maneja un cartel de diamantes a nivel mundial y, a través de su socia belga Sibeka, posee un interés de 20 por ciento en la mina de Miba en Mbuji-Mayi.
"Como Zaire tiene diamantes, todo el mundo espera que De Beers esté allí", dijo a IPS el portavoz de la compañía, Tom Tweedy, en Johannesburgo.
El gobierno de Zaire posee 80 por ciento de Miba, Sibeka el restante 20 por ciento, y De Beers tiene el 20 por ciento de Sibeka.
De Beers también cuenta con cinco oficinas en Zaire que compran diamantes en bruto procedentes de cientos de explotaciones mineras.
Así mismo, la subsidiaria local de la empresa sudafricana, Sediza, es uno de los mayores compradores de diamantes aluviales del país, procurados por varios compradores independientes zaireños y libaneses.
Por otra parte están los intereses en la industria del cobre y el cobalto. Cuando los hombres de Kabila pasaron de las tierras de los diamantes al cinturón de cobre que rodea a la segunda ciudad del país, Lubumbashi, atravesaron el yacimiento de Tenke Fungurume, 180 kilómetros al noroeste de la ciudad.
Allí, un gigantesco conglomerado internacional proyecta producir anualmente 400.000 toneladas de cobre para el año 2010.
El proyecto de cobre y cobalto de Tenke Fungurume, situado sobre uno de los depósitos más grandes y ricos del mundo en su tipo, fue suscrito en exceso cuatro veces cuando el millonario sueco Adolfo Lundin solicitó acciones por 86,5 millones de dólares en la bolsa de valores de Toronto, el pasado noviembre.
Se prevé que la producción de Tenke comenzará en el 2000 a un ritmo anual de 100.000 toneladas de cobre y 8.000 de cobalto. Las obras de excavación e infraestructura completadas y abandonadas en los años 70 mantienen los costos iniciales bajos y las potenciales ganancias altas.
Lundin, quien posee 55 por ciento de Tenke Fungurume, y el jefe del poryecto, Ted Webb, ya se reunieron con Kabila. Webb dijo al diario británico Financial Times que la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL) liderada por Kabila pasó por el multimillonario sitio del proyecto sin problemas.
"Perdimos en total tres horas de trabajo recibiendo a los soldados. No se produjeron saqueos ni pillajes, y ningún miembro del personal fue amenazado. Simplemente les ofrecimos comida y combustible y siquieron su rumbo", dijo.
Las tropas de Kabila entraron en Mbuji-Mayi sin necesidad de realizar muchos disparos. Pocos días después tomaron Lubumbashi, donde fueron recibidos por jubilosos soldados del gobierno que no cobraban su sueldo desde hacía meses y se cambiaron de bando.
Hace una semana, el subsecretario de Estado de Estados Unidos para Asuntos Africanos, George Moose, declaró que el régimen de Mobutu, en el poder desde hace más de 30 años, es "algo del pasado".
Las negociaciones para un cese del fuego quedaron reducidas a intentos de apuntalar la frágil autoridad de Mobutu, y además Kabila no tiene demasiado interés en dialogar con los militares estando la situación tan a su favor.
Ahora, en poder de la parte "útil" del país, Kabila debe decidir si avanzar sobre el restante cuarto del territorio nacional, caótico y sin valor económico, que incluye a la capital, Kinshasa.
La ruta hacia Kinshasa es escabrosa, y Kabila no dispone de los recursos ni los medios administrativos necesarios para pagarles a todos los soldados zaireños que podrían considerar pasarse a sus filas.
Además, la AFDL, dominada por tutsis, debe construir nuevos vínculos con los grupos étnicos del este, principalmente los babembe y bahunde, quienes resienten el resurgimiento tutsi dentro y fuera de Zaire.
También están las fuerzas hutus ruandesas responsables del genocidio de 1994, que huyeron de su país a Zaire cuando cayó su gobierno. Unos 10.000 de estos hutus huyen de la AFDL entre 100.000 refugiados ruandeses de la misma etnia, y se prevé que no se rendirán fácilmente ante las fuerzas de Kabila.
A nivel internacional, Francia resiste la caída de Mobutu, su histórico cliente, mientras el resto de los países occidentales en general intentan impedir que el caos se extienda más allá de Zaire hacia la capital congoleña de Brazzaville, donde Estados Unidos y algunos países europeos establecieron una base militar de avance.
Con todos estos factores en mente, Kabila podría tener que transar finalmente con algunos viejos y corruptos amigos de Mobutu y, para mantenerse en buenas relaciones con Washington, permitirles presentarse como candidatos a elecciones a su debido tiempo. (FIN/IPS/tra-en/gm/rj/kb/ml/ip-if/97