La humanidad, extasiada ante sus propios éxitos en la erradicación de enfermedades infecciosas, descuidó la vigilancia y hoy afronta el retorno de algunas de esas dolencias y la emergencia de otras nuevas.
Las enfermedades transmisibles, que no respetan ninguna frontera, constituyen una amenaza que requiere atención urgente mediante un trabajo mundial conjunto, afirmó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hiroshi Nakajima.
En un mensaje difundido con motivo de la Jornada Mundial de la Salud, que se celebrará el día 7, Nakajima lamentó que la sociedad internacional diera por ganada la guerra contra las enfermedades infecciosas.
El triunfalismo se basó en que los medios para combatir esos males parecían disponibles o de descubrimiento inminente.
La apreciación desmedida surgió de los avances espectaculares conseguidos ante la viruela, totalmente erradicada, y otras seis enfermedades que desaparecerán a corto plazo.
En ese clima de optimismo se cultivó una sensación de seguridad que favoreció la propagación a un ritmo alarmante de numerosas enfermedades.
Algunas dolencias serias, como el paludismo y la tuberculosis, hicieron un retorno mortal en muchas zonas del mundo, ejemplificó Nakajima.
Después de permanecer muchos años en retirada, reaparecieron enfermedades que en varios países amenazan la salud pública, como peste bubónica, difteria, dengue, meningitis meningocócica, fiebre amarilla y cólera.
Pero el cuadro se agrava ante el surgimiento, a un ritmo sin precedentes, de enfermedades infecciosas hasta ahora desconocidas.
En 20 años se han identificado unas 30 nuevas dolencias de elevado grado infeccioso. Para muchas de ellas no existe tratamiento, ni tampoco curación ni vacuna.
Entre esos males figuran la fiebre hemorrágica virulenta de tipo Ebola, la hepatitis C y el virus de inmunodeficiencia humana/síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA).
Otra amenaza a la salud humana se origina en el fenómeno manifestado en los últimos 20 años de resistencia de los organismos a los antibióticos. También se producen menos antibióticos nuevos debido a los elevados costos de desarrollo y de patentamiento.
Con la pérdida de eficacia de los tratamientos a las enfermedades transmisibles crece el número de pacientes que deben ser hospitalizados. La duración de las dolencias se prolonga, los tratamientos se encarecen y aumentan el ausentismo escolar y laboral.
Varias razones inciden en la aparición de nuevas dolencias y en el resurgimiento de las enfermedades transmisibles.
Entre las más importantes figuran el aumento acelerado de los viajes aéreos internacionales y la expansión de las megaciudades con alta densidad de población e inadecuados sistemas de agua corriente y alcantarillado.
Las enfermedades de origen alimentario se incrementan debido a la mundialización del comercio y a los cambios en la producción, sumados al manejo y al tratamiento de los alimentos.
Los factores ambientales pueden exponer también al hombre a enfermedades conocidas. La OMS citó el ejemplo de la deforestación y de la penetración del hombre en ambientes reservados a animales e insectos, que crea un riesgo elevado de infección.
Otro fenómeno generalizado, que alcanza a países ricos y pobres, es la reducción de los fondos públicos destinados a la salud y el desvío consiguiente de esos recursos a otros fines.
En ese panorama, la aparición de nuevos males, el retorno de dolencias conocidas y el desarrollo de resistencias a los antibióticos puden pasar inadvertidos hasta que ya sea demasiado tarde, previno Nakajima.
Un ejemplo patente proviene del VIH, que fue reconocido sólo cuando ya había infectado a gran cantidad de personas en numerosos países.
Para impulsar la lucha mundial contra las enfermedades transmisibles nuevas y reaparecidas y con motivo de la Jornada Mundial de la Salud, la OMS acuñó el lema "Enfermedades infecciosas emergentes – Alerta mundial, Respuesta Mundial". (FIN/IPS/pc/ff/he/97