Un dirigente político de Argentina murió este mes, minutos después de participar en un debate televisivo en el que había advertido que "los jóvenes de los 90 en este país, no luchan por cambiar el sistema sino por volver a él con un trabajo decente".
La inmolación del democristiano Carlos Auyero, quien murió de un ataque cardíaco en el programa político de mayor audiencia de la televisión local, sirvió para que sus últimas palabras adquirieran la trascendencia de un mensaje ineludible para la clase dirigente argentina.
Auyero se refería concretamente a un grupo de jóvenes de la localidad de Cutral Có, en la sureña provincia de Neuquén, quienes tenían cortada una ruta en reclamo de empleo. En el debate había dos posiciones: la oficial, que veía en la reacción juvenil un foco subversivo, y la de Auyero.
El dirigente democristiano advertía que los jóvenes de Cutral Có no intentaban subvertir un orden establecido como en los años 70, cuando la juventud proclamaba el cambio de estructuras, sino que "sólo quieren volver al mundo con un trabajo decente, y sus mayores también".
Con su advertencia, Auyero sintetizó ante la audiencia un concepto que desde hace algunos años están desarrollando los sociólogos y antropólogos en sus laboratorios para estudiar a los diversos grupos de personas que van quedando en el camino, al márgen del llamado "milagro económico".
Se trata de personas sin una organización, que no se rebelan contra el sistema porque hasta hace pocos años éste los incluía. Es más, algunos de los habitantes de Cutral Có aseguran que no quieren un cambio de modelo ni un cambio de gobierno, sólo quieren volver a tener trabajo.
Cutral Có es uno de los tantos pueblos fantasmas que se constituyeron en Argentina. Hace algunas décadas, se crearon diversos polos de desarrollo en torno a un recurso productivo o a un proyecto gubernamental, y en los últimos años, con el repliegue del Estado, se cerró el grifo.
La privatización de la empresa petrolera YPF provocó allí el cierre de una fuente de empleo que parecía inagotable y prácticamente sostenía al pueblo entero. Con YPF, los pobladores de Cutral Có tenían una razón para vivir allí, donde el clima hiela los huesos y los vientos soplan sin descanso.
"¿Sabes la envidia que les tenía yo a los que trabajan en YPF?", preguntaba retórica hace pocos días Graciela Montalbán, una maestra de Cutral Có de 44 años. "Ellos eran una casta, iban de vacaciones al extranjero, tenían automóviles, y ahora: están peor que nosotros".
El economista Juan Villarreal, autor del libro "La exclusin social", advirtió en diálogo con IPS que el modelo económico que se puso en marcha en la Argentina de los 90 es "concentrador, autoritario, desigual y excluyente", y mencionó a los jóvenes y a los pueblos fantasmas como a algunas de sus víctimas.
"Hace 30 años, la sociedad argentina se dividía entre los de arriba y los de abajo. Ahora la división es entre los de adentro y los de afuera, y los que están afuera son los pobres, los jóvenes, los desocupados, los ancianos, los enfermos o los que viven en pueblos fantasmas como Cutral Có", subrayó.
Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Argentina es el país de más alto desempleo en la región (17,4 por ciento), y donde más creció en los últimos años la pobreza y la desigualdad en la asignación de los recursos.
Hasta hace poco más de una década, Argentina arrastraba serios problemas de ordenamiento en sus cuentas públicas y altos índices de inflación. Pero la sociedad seguía siendo una de las más igualitarias de la región, con un sólido sector de clase media que neutralizaba las desigualdades extremas.
Pero ahora, los indicadores sociales negativos empañan la estabilidad de precios y el crecimiento económico sostenido que sólo fue interrumpido en 1995 por la crisis mexicana. Las perspectivas de esta convivencia no parecen alentadoras en el análisis de Villarreal.
"No todos los modelos neoliberales son como el argentino, el modelo argentino es concentrador de la riqueza y es excluyente, y por lo tanto el crecimiento económico y la estabilidad no generan prácticamente ningún derrame sobre la sociedad", señaló el economista.
Villarreal sostuvo, además, que "el desarrollo científico tecnológico aplicado a la producción tomó un sesgo acentuadamente excluyente y ahorrador de mano de obra", y criticó a los dirigentes que creen que este proceso está separado de las decisiones políticas.
En su análisis, observa que los partidos de oposición, y aun el gobernante Partido Justicialista, están buscando alternativas al modelo económico que aplica el gobierno del presidente Carlos Menem desde comienzos de esta década "porque son conscientes que se trata de un callejón sin salida".
"Este modelo excluyente tendrá que cambiar o habrá cada vez más conflictos", pronosticó. En este sentido, advirtió que las explosiones no estarán enmarcadas dentro de una organización social, política y sindical, como ocurría cuando la sociedad integraba a sus distintos miembros y grupos.
Ahora, la conflictividad social proviene de un heterogéneo sector de grupos marginados de la estructura social, que vieron quebrarse los lazos de solidaridad con sus pares, están fragmentados y pueden tener formas de reacción espontánea y, por tanto, imprevisibles.
Villarreal sostuvo que estos grupos de marginales tienen diferentes identidades y valores, pero hay algo que los une a todos y es que, tal como lo definió Auyero antes de morir, quieren volver al sistema del que fueron segregados. (FIN/IPS/mv/ag/ip/97