Cuando se reúnen delegados de países industrializados y en desarrollo para discutir problemas en común, a menudo los mensajes se cruzan, y el foro internacional Río más Cinco no es una excepción.
Mientras se reúnen en Río de Janeiro 500 delegados del Norte industrial y el Sur en desarrollo para discutir formas de proteger el ambiente, cinco años después de la Cumbre de la Tierra, se hace evidente la falta de un intercambio real de opiniones.
Muchos representantes del Norte destacan sólo las historias exitosas de estrategias ambientales, pero el Sur reclama la discusión de factores económicos mundiales también, destacó Jocelyn Dow, de la organización no gubernamental (ONG) guyanense Hilos Rojos.
"No se puede hablar sólo de éxitos en materia de protección ambiental; también hay fracasos", dijo, y agregó que, por ejemplo, "no se puede hablar de sustentabilidad sin preguntarse: '¿sustentabilidad para quién?".
En el fondo, argumentó Dow, el mensaje fundamental de la Cumbre de la Tierra de 1992 es que se debe mejorar la vida de la gente común de una forma sustentable, y "no se trata solamente de proteger su medio ambiente".
Pero está en duda si ese mensaje es escuchado. Rosalie Bertell, experta canadiense en riesgos de salud por causas ambientales, destacó que, aunque el foro reúne a grupos civiles con organizaciones privadas, ambos raramente se encuentran.
"No he visto a ningún representante del sector bancario en ninguna de nuestras discusiones. Me parece una actitud arrogante", expresó.
Para algunos, el problema consiste en la diferencia de opiniones sobre lo que significa el debate ambiental. Países como Estados Unidos, por ejemplo, sostienen que la estimulación a las empresas para que sean "ambientalmente amigables" ofrece los mejores resultados.
"Hoy en día, muchas compañías están demostrando que las prácticas comerciales ambientalmente sensatas pueden ser económicamente redituables", señala un informe del Consejo sobre Desarrollo Sustentable de Estados Unidos, presentado en el foro.
Esas compañías "están mejorando la calidad del producto y la eficiencia de la producción, a la vez que reducen las necesidades de energía y minimizan los costos relacionados con la contaminación", agrega el documento.
Pero no todos concuerdan con que las políticas corporativas "verdes" sean la solución para los problemas ambientales. Dow teme que tal enfoque simplemente transforme el ambientalismo en un nuevo producto, sin tener en cuenta la diferencia entre los modelos de consumo del Norte y el Sur, ni su historia económica.
"Parte de la discusión se basa en la presunción de que los intereses comerciales y corporativos tienen el mismo objetivo que las ONG y grupos populares, y esta presunción es falsa", afirmó Sumti Kothari, delegado de India.
Los delegados presentes en el foro son personas de alto nivel, "por lo tanto sus problemas son diferentes de los grupos locales, que tratan con problemas reales", sostuvo otro delegado indio.
Sin embargo, varios de los representantes expresaron su satisfacción porque, cinco años después de iniciado el proceso de Río, finalmente las cuestiones de la pobreza y la justicia forman parte del debate ambiental.
"No hay forma de reducir la complejidad de las sociedades a conceptos macroeconómicos", dijo el viernes al foro Hazel Henderson, economista de la ONG estadounidense Futuros Alternativos.
"Manejar una sociedad en base al crecimiento del producto interno bruto es como conducir un boeing 747 con un sólo instrumento en el panel", agregó. (FIN/IPS/tra-en/fah/ml/en-dv/97