ZAIRE: Aguardan reacción internacional por drama de refugiados

La Oficina Humanitaria de la Unión Europea (ECHO) aguarda una pronta reacción de la comunidad internacional para aliviar la dramática situación de cientos de miles de damnificados por la guerra civil en el este de Zaire, pese a que subsisten trabas geopolíticas.

Emma Bonino, la comisaria europea responsable de la ayuda humanitaria, lanzó un llamamiento el lunes desde Bruselas y afirmó que no menos de 500.000 personas arriesgan la muerte por hambre o como consecuencia del conflicto armado en Zaire.

"Estamos esperando una reacción internacional, no sólo de los gobiernos sino también de organismos internacionales", declaró Filippo De Robilant, portavoz de Bonino.

La situación de los refugiados fue motivada por la ofensiva en curso de las tropas gubernamentales de Kinshasa para recuperar una franja del territorio zaireño que linda con Burundi, Uganda y Ruanda, la cual está en manos de la rebelde Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (ADFL).

La mayoría de los desplazados son ruandeses familiares de los soldados que perpetraron el genocidio de 1994 y huyeron a países vecinas por temor a represalias.

Los esfuerzos del gobierno de Zaire para recuperar la zona oriental del país en poder de los rebeldes ha puesto en aprietos a funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que, no obstante, esta semana ratificaron su intención de aliviar las tensiones en Africa central.

"Confiamos que no sean solamente buenos deseos porque como dijo Emma Bonino, la falta de acciones concretas para resolver la emergencia de medio millón de refugiados pone en aprietos la credibilidad no sólo de la Unión Europea (UE) sino también de la ONU", comentó De Robilant.

Una fuente vinculada a la embajada de Estados Unidos en Bruselas que pidió no ser identificada dijo que las declaraciones formuladas el lunes por Bonino habían causado malestar en Washington "porque parecen implicar que la administración del presidente Bill Clinton se lava las manos".

La comisaria denunció que se desconoce la suerte de alrededor de 200.000 personas que se internaron en la selva para no quedar atrapadas en medio de los combates entre fuerzas gubernamentales e insurgentes. "Nadie sabe que pasó con ellos", dijo.

"No puedo cree que el ultramoderno material de detección y los satélites espía de las grandes potencias militares no puedan descubrir cuánta gente está perdida en la selva. Si así fuera, significaría que hasta nuestra seguridad corre peligro", acotó.

Tanto Estados Unidos como otros miembros del Consejo de Seguridad se muestran reluctantes a asumir un compromiso concreto sobre la emergencia humanitaria en Zaire ante el recrudecimiento de la guerra civil.

Si bien la ONU defiende la integridad territorial de todas las naciones, teme otro derramamiento de sangre de grandes proporciones si el ejército de Kinshasa extiende su ofensiva contra los rebeldes de la ADFL.

El avance de los insurgente de la ADFL desafía la autoridad del presidente de Zaire, Mobutu Sese Seko, y constituye también el primer signo real de una secesión, desde que el dictador sofocó en 1965 el levantamiento de Katanga (actual Shaba).

La ONU y la Organización de Unidad Africana (OUA) acaban de despachar a Mohamed Shanoun en calidad de enviado especial a la región de los Grandes Lagos para convencer al gobierno de Kinshasa de la necesidad de una solución pacífica.

"Me temo que la exhortación humanitaria (de Bonino) choque con cuestiones geopolíticas que preocupan a muchos gobiernos, especialmente a los de Washington y París. Una solución militar podría resultar eficaz pero dejaría heridas tremendas", opinó Reigner Desforges, un sociólogo de la Universidad de Lovaina.

Francia, la principal aliada de Mobutu, ahora le niega su apoyo, en tanto existe evidencia que Estados Unidos entrenó y asesoró a tropas ruandesas antes que la ADFL lanzara en octubre su ofensiva con el apoyo de Kigali.

El involucramiento internacional ha hecho aparecer al este de Zaire como el centro de una disputa de grandes potencias entre fuerzas anglófonas -como Uganda y el gobierno bilingüe de Ruanda- y francófonas como Zaire y las antiguas tropas ruandesas (FAR) que huyeron a ese país.

"Me gustaría creer que es una cuestión africana", declaró Shahnoun esta semana en Nueva York antes de partir hacia Africa central. Sin embargo, el diplomático admitió que los problemas de liderazgo en la región abrieron la puerta para que fuerzas foráneas se inmiscuyeran en el conflicto.

El problema de una controversia entre grandes potencias respecto de Zaire es que tanto Francia como Estados Unidos pueden vetar cualquier resolución que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte para enfrentar la emergencia.

Aunque el Consejo aprobó el envío de Shahnoun la semana pasada, se cuidó de lanzar cualquier otra señal que permitiera pronosticar medidas futuras sobre la crisis, en especial una fuerza multinacional de la ONU a la región.

Bonino sigue siendo partidaria de una presencia militar para proteger la ayuda humanitaria y poder descubrir el paradero de aquellos cientos de miles de desplazados que se internaron en la selva y desaparecieron.

No obstante, incluso los ministros de Relaciones Exteriores de seis países africanos rechazaron la semana pasada en Pretoria una intervención militar en Zaire para pacificar la región de los Grandes Lagos, formada además por Ruanda y Burundi.

Los cancilleres de Sudáfrica, Zimbabwe, Kenia, Camerún, Tanzania y Congo, advirtieron que la intervención militar en el conflicto entre Kinshasa y los rebeldes en el este del país provocaría un recrudecimiento de las hostilidades y de la inestabilidad regional. (FIN/IPS/ego/ag/hd-ip/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe