GUYANA: Misioneras de secta Moon expulsadas de países caribeños

Un grupo de 121 jóvenes mujeres, en su mayoría japonesas y presentadas como misioneras de la Iglesia de la Unificación (secta Moon), deberán salir de Guyana por decisión del gobierno tras un fuerte recelo popular ante su presencia.

El Ministerio del Interior anunció la decisión el pasado fin de semana. El contingente misionero -que había llegado a Guyana en pequeños grupos desde noviembre pasado, afirmando que se proponía realizar su trabajo entre los pobres y necesitados- se instaló en la capital y comenzó a recorrer sus calles.

Las cosas empezaron a ponerse feas cuando Dennis Saloman, representante guyanés de la llamada "secta Moon" (por responder a la orientación del reverendo Sun Myung Moon, poderoso empresario surcoreano) pidió la prórroga por un año del permiso de permanencia de las misioneras.

Saloman alegó que las mujeres, en su mayoría veiteañeras y sin saber hablar inglés, necesitaban más tiempo para hacer su trabajo religioso.

No obstante, el Ministerio rechazó la solicitud e informó que el grupo deberá salir de Guyana tan pronto como sea posible. Es posible que las autoridades aún conserven fresca la memoria de la tragedia protagonizada en 1978 en el lugar llamado Jonestown.

En aquel año, en una zona al noroeste de Guyana y a unos 25 kilómetros de la frontera con Venezuela, una secta estadounidense dirigida por Jim Jones cometió suicidio colectivo. El lugar, que formaba parte de Port Kaituma, había sido rebautizado Jonestown por el líder del grupo.

El suicidio de las 914 personas fue desatado por la visita del congresista por California, Leo Ryan. El parlamentario había viajado desde Estados Unidos para investigar las denuncias recibidas de los padres de los jóvenes allí reunidos, quienes sostenían que sus hijos eran retenidos contra su voluntad.

Ryan nunca pudo regresar a su país. Justo antes de abordar un avión de Guyana Airways hacia Georgetown, miembros armados de la secta Jones dispararon contra el legislador, dándole muerte junto a varios miembros de su comitiva, incluso un cámara de la cadena ABC de televisión.

El suicidio colectivo, ejecutado con la ingesta de una bebida envenenada con cianuro, sacudió al mundo entero y sorprendió a los guyaneses, en su mayoría ignorantes de que su gobierno hubiera dado permiso a Jones y sus seguidores para instalarse y permanecer en Guyana cuanto quisieran.

Conmovidos por esa experiencia, los habitantes de este país son ahora muy cautelosos ante las sectas religiosas.

En esta oportunidad la posición del gobierno fue aplaudida enfáticamente por los dos diarios de la capital, que publicaron sendos editoriales en apoyo de la medida.

El estatal Chronicle recordó además el desastre de Waco (Texas), en 1995, y dijo que, al igual que los estadounidenses aún aprenden de aquella experiencia, los guyaneses siguen sospechando de ese tipo de agrupaciones a consecuencia de los hechos de Jonestown.

"Nos unimos a otros ciudadanos en el deseo de que los miembros extranjeros de la Iglesia de la Unificación hayan tenido una agradable estada en Guyana, dándoles una afectuosa despedida", expresó el editorial del Chronicle.

La secta Moon fue fundada en 1954. Tiene su sede principal en Nueva York y controla grandes inversiones en todo el mundo. En los últimos tiempos comenzó en Brasil la construcción de un centro por valor de 100 millones de dólares, al que describe como proyecto modelo religioso y agronómico.

Moon, de 76 años, en una ocasión debió pasar un año en una cárcel de Estados Unidos por evasión de impuestos.

La semana pasada fueron expulsados de San Vicente otros 100 miembros de la misma secta, mientras que Barbados denegó el permiso de permanencia a 90 misioneras de igual origen. (FIN/IPS/tra-en/bw/cb/arl/cr/97

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