El presidente de China, Jiang Zemin, tejió las redes de su poder cuando Deng Xiaoping le entregó el mando, pero tras la muerte de su tutor político podría enfrentar desafíos a su autoridad.
Analistas en esta capital afirman que la muerte de Deng podría conducir a una lucha por la sucesión dentro del Partido Comunista, y, para evitarlo, Jiang se abocará a fortalecer su posición cultivando el respaldo de la elite militar.
"Jiang Zemin tiene que gobernar por consenso', dijo un diplomático occidental en Beijing.
En su historia precomunista, China fue gobernada por emperadores y hombres fuertes. Desde que el Partido Comunista llegó al poder en 1949, el país sólo tuvo dos líderes, Mao Zedong, hasta su muerte en 1976, y Deng, quien lo sucedió tras dos años de luchas internas.
Deng, quien murió este miércoles en Beijing a los 92 años, fue un gran estratega político y un audaz innovador que puso fin al aislamiento económico de China con su política de "puertas abiertas", lanzada a fines de la década de 1970.
"La estructura de poder china necesita un líder", afirmó Lee Yee, editor en Hong Kong de la revista "The Nineties".
Según el editor, China "es un país gobernado por las relaciones personales, no por las constituciones ni las leyes", y "sólo los líderes pueden resolver problemas". Por lo tanto, "alguien debe asumir el control, o China se sumergirá en el caos".
Algunos diplomáticos y analistas creen que sin un líder de la estatura de Deng, podría producirse un proceso en espiral descendente que condujera al poder de facto de los militares.
Dada la debilidad del sistema político chino, la influencia de los militares podría cobrar nuevo impulso.
Jiang, ex alcalde de Shanghai, fue designado por Deng como el "corazón" de la tercera generación de líderes de China. Después de la masacre de Tiananmen, en 1989, alcanzó la jefatura del Partido comunista, y luego ausmió el último puesto oficial de Deng como presidente de la Comisión Militar Central. En 1992, se convirtió en presidente de China.
Aunque carece del carisma y la estatura de Deng, y su papel es minimizado por muchos como líder transitorio, a los 70 años Jiang ha puesto a prueba su temple político, evitando el enfrentamiento con los conservadores y los liberales del partido.
La combinación del poder político y el populismo le ha permitido sobrevivir políticamente y consolidar su poder. Su cruzada contra la corrupción cuenta con el apoyo del pueblo, tras años de frustración por la corrupción y el aumento de la delincuencia.
La cruzada conocida como la "civilización espiritual" es la última herramienta ideológica de China para liberar a la sociedad de los "males del capitalismo". Algunos sostienen que fue un golpe maestro para apaciguar a los miembros del Partido contrarios a la influencia occidental en la sociedad china.
Su glorificación del patriotismo le dio el apoyo de los militares y la línea dura del Partido. La gama de sentimientos nacionalistas incluye la promoción de las tradiciones confucianas junto a severas advertencias contra los separatistas y los elementos anti chinos en Taiwan.
Se estima que las maniobras militares intimidatorias en el estrecho de Taiwan el año pasado, se llevaron a cabo por la presión del ejército, opuesto a la propuesta de Jiang de reunificación pacífica con Taipei. China considera a Taiwan como una provincia.
Otra señal de que Jiang busca el apoyo popular son sus insinuaciones de una posible revisión de la masacre de 1989 en la plaza de Tiananmen, donde murieron cientos de manifestantes por la democracia.
Deng y el Partido arguyeron que la masacre fue necesaria en su momento para evitar el caos, pero resultó ser el mayor error político del supremo líder. Los manifestantes de Tiananmen protestaban contra la corrupción y exigían mayores libertades.
Al revertir el veredicto oficial de la represión en Tiananmen, Jiang podría ganarse el apoyo del pueblo y la comunidad internacional.
Pero Jiang Zemin, que no tiene un origen militar, tendrá que buscar el apoyo de la élite militar si desea continuar aplicando su singular estilo político: el de conformar tanto a conservadores como a liberales. (FIN/IPS/tra-en/lp-aq/ab/ral/ip/97