Alentados por éxitos propios y desgracias ajenas, los productores de carne vacuna de Argentina se lanzaron a reconquistar el mercado mundial, donde reinaron por hasta comienzos de los años 70. Japón, Taiwán y Corea del Sur representan los mayores desafíos.
Hay datos que son significativos de una recuperación que recién comienza. Este mes, una delegación oficial de Rusia, que fue el principal cliente argentino hasta 1984, viajó a Buenos Aires para cerrar una operación.
El retorno de Moscú es considerado muy auspicioso por los productores locales.
Mientras en la Unión Europea avanza en el campo la temible encefalopatía espongiforme bovina, vulgarmente conocida como "mal de la vaca loca", Argentina no volvió a tener brotes de fiebre aftosa en sus rodeos desde abril de 1994.
Este fenómeno permitirá al país sudamericano obtener en mayo la declaratoria de "país libre de aftosa, con vacunación", una condición que ya ostenta su vecino Uruguay y se le otorgaría a través de la Oficina Internacional de Epizootias con sede en París.
El repliegue de la fiebre en el ganado animó también a Estados Unidos a abrir una cuota de 30.000 toneladas de cortes de Argentina, un volumen relativamente escaso pero que demuestra también una recuperación de la confianza.
Argentina era el primer exportador mundial hasta 1971. La riqueza de sus pasturas ofrecía al ganado un alimento de gran calidad.
Pero entonces comenzó a perder mercados a causa de la aftosa y el espacio fue ocupado por Australia, Estados Unidos y Nueva Zelandia.
En 1995, Argentina exportó 516.000 toneladas de carne. En 1996, debido a la retracción entre los consumidores europeos temerosos del mal de la vaca loca, se exportaron 465.000toneladas. Este año se espera volver a los índices de 1996 y en 1998 habría un repunte.
En diálogo con IPS, el ingeniero Alberto de las Carreras, experto en comercio de carnes y autor del libro "La aftosa en Argentina", subrayó que "los éxitos contra la enfermedad ya están obrando en pequeña escala en el último año".
Así, Argentina consiguió ingresar en Sudáfrica, Croacia, Eslovenia, Filipinas, Malasia, Tailandia y Singapur. Sin embargo, el gran desafío sigue siendo entrar en Japón, Corea del Sur y Taiwán, los grandes consumidores del sudeste asiático.
De casi toda la carne vacuna que se comercializa a nivel mundial, 25 por ciento es absorbida por el sudeste de Asia, aproximadamente 1,5 millones de toneladas. En Vietnam, un país de 70 millones de habitantes, el consumo de carne se duplicó en la última década.
En Japón el consumo también se duplicó desde los años 80' y para comienzos del próximo milenio se estima una demanda superior a las 1,3 millones de toneladas, debido al cambio de hábitos que se observa entre los más jóvenes.
Argentina ya colocó su carne en la mesa vietnamita y desde allí pretende saltar a toda la región, según manifestaron directivos de la empresa Swift Armour, filial de la compañía estadounidense que exporta 170 millones de dólares al año.
Pero en Japón, Corea del Sur y Taiwn, no quieren carne argentina hasta que este país pueda prescindir de la vacuna contra la aftosa como ocurre en Chile y en Uruguay, explicó Dee las Carreras.
Esta alternativa llegará cuando el país tenga la certeza de que ya no hay actividad viral de ningún tipo en los terneros, y cuando se pueda tener total control de las fronteras con áreas donde haya riesgo de contagio.
En este sentido, los éxitos obtenidos por Paraguay y por Brasil – en los estados de Ro Grande y Santa Catarina-, son también elementos alentadores para esa perspectiva.
No obstante, liberarse de la vacuna implica un riesgo que aún las autoridades argentinas no se atreven a correr sólo para satisfacer a potenciales consumidores. Lo importante, dicen los productores, es que se demuestre que no hay brotes.
"En verdad, hay corrientes masivas de comercio que demostrarán que no existe riesgo. Desde 1968, Argentina vende a Gran Bretaña carnes refrigeradas -no cocidas- y nunca se produjo un brote aftósico en ese país", sostuvo De las Carreras.
Ese criterio es aceptado por la Organización Mundial de Comercio para certificar la calidad del producto. "Por eso, seguir exigiendo que el país pueda prescindir de la vacunación es virtualmente una barrera paraarancelaria", criticó.
Estos criterios seguirán siendo discutidos en los organismos internacionales. Mientras tanto, los productores de carne se preparan para un futuro que les auspicia un crecimiento sostenido de sus exportaciones hacia el Lejano Oriente. (FIN/IPS/mv/dg/if/97