PAKISTAN: Feministas distinguen su causa de Benazir Bhutto

La imagen de la dos veces derrocada Benazir Bhutto, con el característico pañuelo blanco cubriendo su cabeza, es para muchos la más conocida de Pakistán en el extranjero.

Celebrada en el mundo musulmán como la primera mujer que alcanzó la posición de primer ministro, la aguerrida líder se las ha arreglado para permanecer ante las luminarias de los medios internacionales por más tiempo que ninguno de sus rivales masculinos.

Elegida dos veces para la jefatura del gobierno, Bhutto es la primera figura del Partido Popular de Pakistán (PPP), un sitial que heredó de su padre, el ex presidente Zulficar Alí Bhutto, quien fue ahorcado por un régimen militar en 1979.

Benazir pudo recibir el cetro de su padre porque sus hermanos varones se habían exiliado al ser arrestado Bhutto.

De otra forma ella no hubiera podido escalar hasta la cima por sus propios medios, ya que en Pakistán la política está reservada a los hombres. La actuación de la mujer se limita a las ramas femeninas de los partidos.

Este punto de vista fue reiterado recientemente por mujeres feministas y profesionales que participaron en un seminario de dos días que tuvo lugar en Lahore, para estudiar el tema "La política feminista institucionalizada en Alemania y Pakistán", organizado por el Instituto Goethe.

Uno tras otro, los oradores sostuvieron que los principales partidos políticos de Pakistán han dejado de lado a la mujer e incluso le han impedido estudiar los problemas que la afectan.

Algunos de los reunidos opinaron que el país necesita un partido político feminista, capaz de transformar el actual "sistema político corrupto e hipócrita".

La historia política de Pakistán ha sido particularmente tormentosa. Creado en 1947 tras la sangrienta partición de India, el país ha sido gobernado casi siempre por generales.

El último de ellos, el general Zia-ul-Haq, que se había aferrado al poder durante 10 años, murió en un accidente aéreo en 1988, lo que facilitó el regreso del país a la democracia.

Benazir Bhutto se convirtió en primer ministro en noviembre de ese año, pero fue destituida poco más de dos años después por el Presidente de la República, bajo acusaciones de corrupción.

Su sucesor, Nawaz Sharif, no se mantuvo mucho más en el cargo. También fue expulsado del gobierno a mediados de 1993, en medio de un escándalo por fraude electoral y corrupción generalizada.

Aunque su gobierno fue restaurado por un fallo de la Corte Suprema, Sharif renunció y facilitó una nueva victoria electoral de Bhutto en octubre de 1993.

Así la líder del PPP volvió a empuñar la jefatura del gobierno hasta que fue nuevamente destituida en noviembre pasado por el jefe del Estado, dos años antes de terminar su mandato, en medio de nuevos y mayores episodios de corrupción en los que su esposo apareció siempre involucrado.

Tampoco estuvo ajeno a la caída de Bhutto el fracaso de la política económica, con una moneda en constante declinación y un déficit presupuestario de 6,3 por ciento del producto interior bruto.

En el informe de las Naciones Unidas sobre desarrollo humano, Pakistán se encuentra incluso detrás de países como Bangladesh, que es uno de los países más pobres del mundo, en cuanto a las metas de desarrollo social y salud pública.

El panorama es igualmente desalentador en áreas como la educación y la mortalidad infantil.

La participación de la mujer en el gobierno -con 3,7 por ciento de los puestos ministeriales en 1995- es también muy insuficiente, quedando Pakistán nuevamente detrás de Bangladesh, que registró 4,5 por ciento.

Aun más desalentadora era la situación en el último Parlamento paquistaní, donde sólo 1,6 por ciento de los escaños estaban ocupados por mujeres, mientras que en Bangladesh la participación era de 10,6 por ciento y en India de ocho por ciento.

Las militantes feministas afirmaron en Lahore que la mujer no ha tenido influencia en la política gubernamental. Un estudio de los debates de la Asamblea Nacional desde 1947 demostró que los temas de la mujer han sido presentados en la Cámara, pero que la falta de receptividad de los hombres los ha congelado.

Los participantes coincidieron en que el seminario fue sólo un foro para la discusión, pero que los grupos feministas tendrán que forjar primero una conciencia pública sobre los problemas de la mujer, para después lanzarse al escenario político. (FIN/IPS/tra-en/am/an/arl/pr-ip/97

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