Siria acusó al Mossad, servicio secreto de Israel, del ataque con bomba que mató en vísperas de año nuevo a 15 personas e hirió a más de 40, y afirmó que el atentado se propone "aniquilar" el proceso de paz.
El diario estatal al-Thawra presentó este viernes en la portada una foto de los restos del autobús bajo el titular "Acto terrorista cobardemente cometido por agentes del Mossad en el contexto de una escalada de amenazas de Israel para aniquilar el proceso de paz".
Entre las víctimas, 11 pertenecían a una misma familia. Israel calificó la acusación de Siria como "completo sinsentido", y el Departamento de Estado de Estados Unidos desafió a Damasco a presentar evidencias que respalden la acusación.
Aunque hay buenas razones para sospechar un papel de Israel en el ataque -sólo confirmado este jueves por la Agencia de Noticias Sirio Arabe-, existen otros sospechosos en la lista.
La capital de Siria ha sido una de las más pacíficas en la región durante muchos años, con la excepción de una serie de ataques con bomba perpetrados en mayo en Damasco y en su puerto mediterráneo de Latakia.
No hubo comentarios oficiales sobre esas explosiones por parte de Damasco, pero muchos analistas las atribuyeron a actividades clandestinas del gobierno turco, entonces en manos de la secularista y proestadounidense Tansu Ciller, y se informó sobre detenciones de sirios de origen turco tras los atentados.
La fricción entre Damasco y Ankara gira en torno a las actividades del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), una organización de izquierda que busca la creación de un Kurdistán autónomo en el sudeste de Turquía.
En segundo lugar, el PKK procura la división de las aguas del río Eufrates, de 2.700 kilómetros, el cual nace en el noreste de Turquía y fluye a través de Siria e Iraq, para desembocar en el Golfo Pérsico.
Se cree que el PKK, liderado por Abdullah Ocalan, tiene campos de entrenamiento militar en el este de Líbano, donde está desplegado un gran número de tropas sirias. Se informa que Ocalan tiene una oficina y reside en un suburbio de Damasco.
El PKK inició la lucha armada en 1984, con enfrentamientos que ocasionaron 23.000 víctimas hasta ahora. A lo largo de los años, el PKK ha moderado su demanda de independencia e indicado su voluntad de considerar un acuerdo confederado dentro de Turquía.
Pero las fuerzas armadas turcas se niegan a dialogar con el PKK y pretenden ahogarlo por medios militares.
Cuando en julio el islamista Necmettin Erbakan, líder del Partido del Bienestar, se convirtió en primer ministro del nuevo gobierno de coalición -el cual incluye al Partido de la Vía Justa, de Ciller-, se generaron grandes expectativas.
Una porción sustancial de los votos por el Partido del Bienestar procedía de los kurdos que viven en el sudeste, por lo cual se pensó que la política oficial hacia los kurdos podría cambiar.
Pero no fue así. Erbakan reafirmó la política de línea dura hacia el PKK, a la vez que inauguró una estrategia de amistad con todos los países musulmanes -independientemente del color político de sus gobiernos- y aplicó esa política tanto a Irán como a los regímenes seculares de Iraq y Siria.
Como gesto de buena voluntad, Erbakan envió emisarios a Damasco para reunirse con el presidente de Siria, Hafez Assad. Pero las diferencias por el PKK y las aguas del Eufrates eran muy profundas para ser superadas fácilmente. Fue aquí que Teherán ofreció sus servicios como mediador.
Desde la emergencia del régimen islámico iraní en 1979, Siria ha estado cerca de Irán. La alianza Teherán-Damasco sobrevivió a las dramáticas vicisitudes de la política de Medio Oriente. Como islamista, Erbakan siente afinidad con Teherán.
Pero esto no agrada a las figuras del ejército turco, el cual es definidamente secularista y proestadounidense, e intenta diezmar al PKK y mantener a Irán fuera de alcance.
Por lo tanto, muchos analistas sospechan que la mano de los líderes militares podría estar tras la explosión de Damasco.
La coincidencia de esa explosión con ataques a los soldados sirios estacionados en Beirut ha estimulado especulaciones sobre la posible participación de los cristianos derechistas de Líbano.
Según esas interpretaciones, estos libaneses podrían responder a directivas del general Michel Aoun, actualmente exiliado en París, o al gobierno israelí.
En marzo de 1989, cerca del final de la larga guerra civil libanesa (1975-90), Aoun -que entonces era jefe del gobierno militar de Beirut- declaró una "guerra de liberación" contra Siria y lanzó un duro ataque personal contra Assad.
Su guerra terminó en derrota cuando sus tropas fueron superadas en poder por las fuerzas unidas del gobierno civil y legítimo de Líbano, encabezado por el presidente Elías Hrawi, y el ejército de Siria.
Desde entonces Aoun se ha mantenido en la oposición, tanto al régimen presidido por Hrawi como a la influencia de Assad en Líbano. Este año hizo un llamado a sus simpatizantes libaneses, en particular la comunidad cristiana maronita, para boicotear las elecciones parlamentarias celebradas en septiembre.
Siria mantiene 40.000 soldados en suelo libanés, y la mayor capacidad para repartir el poder.
Los ataques lanzados en las últimas semanas contra efectivos sirios fueron acompañados de panfletos llamando a la "liberación" de Líbano de las fuerzas "de ocupación" sirias. El gobierno arrestó a unas 60 personas relacionadas con grupos cristianos de Beirut.
En cuanto a la conexión israelí, se cree posible que los seguidores de Aoun estén colaborando con el Mossad. El gobierno del primer ministro Benyamin Netanyahu tiene buenas razones para desear la desestabilización del régimen de Siria.
Por otra parte, todos los grupos palestinos radicales -ya sean seculares o islamistas-, que se oponen a los acuerdos de paz con Israel, tienen presencia en Damasco. En febrero-marzo de 1996, murieron 69 personas a causa de bombas suicidas explotadas por Hamas y la Jihad Islámica en Jerusalén, Tel Aviv y Ashkelon.
Por fin hay que tomar en cuenta el respaldo que Siria otorga a la guerrilla pro-iraní de Hezbollah que actúa en el sur de Líbano, ocupado por Israel.
Los aeropuertos sirios sirven de punto de entrada a las armas iraníes que después son entregadas a Hezbollah en el sur de Líbano, donde esta guerrilla combate al ejército israelí y a las unidades del Ejército del Sur Libanés, apoyadas por Israel.
Una última especulación se refiere a la posibilidad de que el responsable de la bomba de Damasco sea un grupo sirio de oposición. De serlo, sólo podría tratarse de una organización islamista radical.
La Hermandad Musulmana fue una organización activa en Siria a finales de la década de los 70, que seguía una estrategia de guerra de guerrillas. Pero sufrió una dura represión después de atentar contra la vida de Assad en junio de 1980.
También resta saber si la explosión en Damasco es el comienzo de una campaña sostenida o sólo un episodio aislado.
Si se vislumbrara la posibilidad de una Siria desestabilizada en una coyuntura regional tan sensible como la presente, se abriría un panorama cargado de peligros. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/lp-arl/ip/97