La conflictividad crecerá en Haití si las instituciones financieras internacionales continúan ignorando las necesidades de la gente, especialmente en áreas rurales, alertan grupos comunitarios y de desarrollo en Estados Unidos.
La tensión social y los enfrentamientos en Haití son resultado directo del hecho de que el pueblo haitiano es excluido de la formulación de las políticas que afectan sus vidas, aseguró Lisa McGowan, economista en Washington.
McGowan es autora de un nuevo informe sobre Haití publicado por el Grupo de Desarrollo de Políticas Alternativas (D-GAP), el cual hace un llamado a un cambio de la relación entre Haití y las instituciones más influyentes de la economía mundial.
Una serie de protestas públicas de organizaciones de base sacudieron en las últimas semanas a Haití, en demanda de la renuncia del primer ministro, Rosny Smarth, y de que el presidente, René Préval, suspenda las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Estas y otras instituciones de crédito acordaron un plan de austeridad con el gobierno a condición de la entrega de unos 2.000 millones de dólares entre 1994 y 1999.
En Haití, los disturbios causados por los efectos del plan se desataron nuevamente este mes, con convocatorias de huelgas y protestas de 160 grupos, sobre todo contra la decisión de despedir a entre 7.000 y 43.000 trabajadores del sector público durante los próximos 18 meses, como consecuencia de las medidas de austeridad.
Los acuerdos con las instituciones financieras implican un plan de reducción del papel del Estado, el control de los gastos públicos, la privatización de nueve empresas estatales, bajos salarios, eliminación de aranceles de importación e incentivos a las industrias de exportación.
Las instituciones de crédito con sede en Washington, junto a Estados Unidos y otros donantes, detuvieron el respaldo financiero a Haití en 1995, cuando el entonces presidente Jean-Bertrand Aristide no ejecutó las reformas económicas recomendadas.
Pero cuando el presidente Préval asumió el gobierno en 1996, puso en marcha el tren del ajuste estructural para facilitar la llegada al país de capitales.
"Desafortunadamente, hay una amplia diferencia entre lo que los donantes financian y lo que la gente de Haití dice necesitar", afirma el informe.
El estudio hace un llamado a los donantes y al gobierno de Haití a implementar un programa económico que involucre a pequeños productores agrícolas y tenga en cuenta las necesidades de los más pobres.
Otro grupo no gubernamental, el Consejo Americano del Area de la Bahía de Haití (BAHACO), que opera en la costa occidental de Estados Unidos, afirma que la vida en las áreas rurales del país caribeño se desestabilizará si los programas del FMI, el Banco Mundial y otros olividan la situación de 70 por ciento de haitianos que dependen de la agricultura de subsistencia.
"Estamos hablando de unos cinco millones de personas que comenzarán a emigrar a las ciudades", dijo Max Blanchet, integrante de BAHACO.
Blanchet y otros señalan que la eliminación de los aranceles de importación causará graves daños a los campesinos que ganan menos de 225 dólares anuales produciendo maíz, arroz, sorgo, mijo, café y mangos.
Estos agricultores, en su mayoría mujeres, viajan a mercados cercanos para vender su producción y comprar productos para reventa. La herramienta típica es el machete, y en general cultivan menos de una hectárea, señala el informe de McGowan.
Los agricultores tienen poco acceso al crédito. En la mayoría de los casos, dependen de prestamistas locales que cobran intereses de entre 20 y 100 por ciento mensual. Los fondos disponibles para mujeres provienen del sector privado, y tienen intereses de 100 por ciento.
El Banco Mundial reconoce que dos tercios de la fuerza de trabajo del país está empleada en el sector rural. Por lo tanto, indican los grupos, la estrategia global debería incluir un plan de desarrollo agrícola sostenible que se centre en la mayoría de los pequeños productores con escaso acceso a finaciación.
Pero el Banco Mundial limita los esfuerzos a unas pocas actividades, alegando que otras instituciones y donantes llevan la delantera en la agricultura. En general, el Banco Mundial se concentrará en la preservación de los ecosistemas remanentes que contienen cursos de agua amenazados.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), otra institución de crédito de Haiti, está financiando asistencia técnica para la formulación de políticas de reforma agraria e irrigación.
Pero estos esfuerzos no impresionan a los grupos de desarrollo y de base.
"Los donantes mantienen la lealtad a la desacreditada noción de que (los pobres) se beneficiarán de los empleos y oportunidades del mercado filtrados del equilibrio macroeconómico alcanzado en una economía con un crecimiento orientado a las exportaciones", afirma Mc Gowan. (FIN/IPS/tra-en/yvc/mk/lp/dv-if-ip/97