AMBIENTE: Comunidades locales rehabilitan manglares de Filipinas

La presión de la población, el crecimiento de la industria y formas no sostenibles de explotación diezmaron los manglares de Filipinas, sustento de varias comunidades y barrera natural ante huracanes e inundaciones.

El aumento de la población determinó en el archipiélago filipino el abuso de los recursos naturales y el avance de la contaminación.

Los bosques de manglares son fuente de leña, carbón vegetal y madera, y algunos son utilizados como criaderos de peces o salares, o desecados para abrir tierras a la agricultura.

El auge de la industria del camarón condujo a la conversión de grandes manglares costeros de Asia en granjas acuícolas. Los beneficios económicos son importantes en el corto plazo, aunque los criaderos de camarones acaban por matar los frágiles ecosistemas, a veces en poco más de cinco años.

Como ocurre en otros países de Asia, el continente que alberga los mayores bosques de manglares del mundo, Filipinas cosecha ahora el costo de la destrucción de esos ecosistemas.

Las causas del retroceso de los manglares "son la presión de la población, la industrialización y el uso de sistemas agresivos para el ambiente", señaló Honorato Palis, del Departamento de Ambiente y Recursos Naturales de Filipinas.

También intervienen factores naturales, "pero se considera que el principal factor en la pérdida de bosques de manglares de Filipinas es la transformación de ciénagas en estanques de agua salada", dijo Palis.

Filipinas conservaba en 1998 sólo 149.400 del medio millón de hectáreas de manglares con que contaba en la década de 1920, de acuerdo con mediciones realizadas por satélite. La principal masa boscosa se encuentra en la sureña isla de Mindanao.

La conversión de manglares a otros usos es en Filipinas la más rápida de Asia: más de 2.000 hectáreas por año, y según Palis, en cierto momento fue de 4.800 hectáreas al año.

La acuicultura, una práctica que avanza paralelamente con la disminución de la pesca y de los recursos marinos, determinó en los años 50 la transformación de 88.700 hectáreas de manglares en criaderos de peces. Hacia la década de 1980, la cantidad era ya de 200.000 hectáreas, de acuerdo con el Departamento de Ambiente.

El gobierno enfrentó la destrucción observada adjudicando a las comunidades locales la administración y manejo de los manglares costeros. Estas deben proteger, rehabilitar y asegurar el uso sostenible de esos bosques.

El Departamento de Ambiente entrega a comunidades locales áreas afectadas y marginales y especialmente, aquellas que albergan estanques abandonados de peces y necesitan medidas urgentes de rehabilitación y restauración.

Los conductores del programa explican a los residentes el valor social, ambiental y económico de los manglares, mientras se realizan estudios sobre la calidad del agua y la vida silvestre de esas zonas.

Los nuevos admnistradores pueden extraer madera para combustible y construcción y capturar moluscos y peces.

Los individuos o grupos incorporados al programa reciben un certificado de administración de manglares a 25 años, renovable por otro tanto, y deben conservar los bosques del litoral marino y repoblarlos.

"El sentido de posesión de los recursos vuelve a las comunidades mucho más responsables en materia de sostenibilidad a largo plazo", explicó Palis.

En cambio, el acceso sin control a los recursos costeros, determinado por la presión de la población y los intereses comerciales, "conduce a menudo a una anárquica explotación, que a largo plazo priva a todos de beneficios", agregó.

Los expertos advirtieron que llevará muchos años reparar los daños en los manglares, que albergan una rica vida silvestre y plantas medicinales y constituyen una defensa natural ante las tormentas y las inundaciones.

Más de 20 millones de hectáreas de bosques de manglar de Asia tropical están todavía intactas, aunque el mayor de esos ecosistemas, los Sundarbands de Bangladesh, sufre un proceso de degradación.

La persistente explotación de los manglares de Asia ya ha "alterado en gran medida el equilibrio ecológico en las zonas litoraleñas", que presentan una alta densidad de población, destacó Palis. (FIN/IPS/tra-en/js/cpg/ff/en/97

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