MEXICO: ¿Hacia una militarización del Estado?

Recientes designaciones de jefes castrenses en puestos claves de los aparatos políticos y de seguridad del Estado abrieron una polémica acerca de si existe un proceso de militarización en esferas gubernamentales mexicanas.

El tema cobró nueva actualidad con la aparición de "El tercer vínculo", libro del periodista Carlos Fazio, que describe y analiza lo que considera una creciente injerencia del Pentágono (ministerio estadounidense de Defensa) en el ejército de México.

En contraposición, el experto Héctor Fix Zamudio opinó que "el ejército mexicano está haciendo lo que corresponde: luchar contra el narcotráfico y contra los grupos armados que recientemente han brotado en el país".

El guerrillero Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) irrumpió en la escena política el primer día de 1994 en el estado de Chiapas y a fines de junio pasado apareció otro grupo armado, el Ejército Popular Revolucionario (EPR), en el estado de Guerrero.

Mientras los zapatistas mantienen negociaciones de paz con el gobierno sobre el telón de fondo de una tregua armada, el EPR extendió a varios estados sus ataques a fuerzas de seguridad oficiales.

Los recientes nombramientos de militares cubrieron funciones importantes en sectores de la secretaría de Gobernación (ministerio del Interior) y de las policías judiciales a nivel nacional y estatal, así como en los organismos de lucha antidrogas.

El libro de Fazio, publicado por Editorial Planeta, aborda "la relación entre el Pentágono y la militarización de México en el marco de los conflictos sociales surgidos en los años recientes".

Al presentar la obra el científico social Lorenzo Meyer, de la entidad académica universitaria El Colegio de México, lo definió como "una interpretación del presente mexicano centrada en las consecuencias políticas del actual dislocamiento social".

Meyer señaló que "tal crisis abarca las estructuras sociales y las instituciones políticas".

Sostuvo que sus antecedentes son "el choque y la guerra sucia entre el autoritarismo y el radicalismo de los años 60 y 70, combinados con la resistencia a rápidos cambios socioeconómicos impuestos a la sociedad mexicana en los 80".

Para Fix Zamudio, en cambio, "el ejército de México no representa una amenaza para la sociedad civil, ya que no se está viviendo lo que años atrás vivieron otros países latinoamericanos, donde las fuerzas armadas se adueñaron del poder público".

"Allí los militares se metieron en política, controlaron la economía y los habitantes sufrieron muchos atropellos en sus derechos humanos, además de que la democracia se vio por años suprimida, con las consiguientes secuelas", afirmó.

Fix Zamudio recibió un premio nacional en reconocimiento a su labor en favor del respeto a los derechos fundamentales del hombre, otorgado por la federación de las entidades públicas del sector.

El libro de Fazio menciona que cuando el 23 de octubre de 1995 el secretario estadounidense de Defensa, William Perry, visitó México, el coronel retirado Jack Cope, catedrático de la Universidad del Pentágono, calificó el viaje de hito histórico.

Lo ubicó así, dice el autor, como factor clave en la estrategia para convencer a las fuerzas armadas mexicanas de que, en la era posterior al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Estados Unidos debe tener un nuevo nexo con México.

Washington dejó de ser un "adversario" intervencionista para constituirse en un "aliado" digno de confianza y con intereses de seguridad nacional compartidos, cita Fazio.

Perry fue el primer jefe del Pentágono en visitar México desde 1948, cuando se instauró ese cargo, y lo hizo en retribución a un también inusual viaje a Estados Unidos del secretario mexicano de Defensa, general Enrique Cervantes.

Según Fazio, Perry reveló el motivo de su viaje al declarar que la seguridad nacional entre Estados Unidos y México "es el tercer vínculo" en que ambas naciones cimentarán su estrecha relación.

En palabras del jefe militar estadounidense, "ya se tienen dos fuertes bases en los lazos políticos y económicos" entre ambas naciones.

Las nuevas líneas bilaterales de cooperación militar señaladas por Perry incluyen modernización del equipo, ayuda en la lucha antidrogas, vigilancia del espacio aéreo y naval, intercambio en instrucción de cuadros y auxilio a la población civil.

Hasta el año pasado el Pentágono no tenía acceso a las estructuras de decisión táctico-operativas y estratégicas de las fuerzas armadas mexicanas, afirma el libro de Fazio.

Y añade que tras la visita de Perry se habló por primera vez de la posibilidad de maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y México y la expansión del programa de capacitación a nivel bilateral, con un costo de hasta un millón de dólares anuales.

Hacia octubre pasado la presencia castrense fuera de los cuarteles se amplió a 29 de los 32 estados mexicanos y el patrullaje duplicó su superficie de cobertura.

Al miso tiempo, según informes oficiales, el número de efectivos militares pasó de 170.000 a 238.000, un aumento de 34 por ciento. (FIN/IPS/emv/dg/ip/96

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