La poderosa clase industrial italiana se lanzó el asalto del "Palacio de Invierno", en una ofensiva sin precedentes contra el gobierno.
El estado mayor de la patronal Confindustria, organización que representa al empresariado de Italia, inició el ataque el fin de semana. Su presidente, Giorgio Fossa, sostuvo que "el gobierno será barrido del país si no cambia su política económica".
Más suave, pero igualmente crítico, fue este lunes el presidente de la Fiat, el mayor grupo económico privado, Cesare Romiti, quien declaró en una entrevista de prensa que el gobierno ha "desilusionado" al mundo empresarial.
El primer gobierno de centroizquierda de la historia de Italia, constituido el 18 de mayo pasado, enfrenta un ataque concentrado de los mayores representantes del mundo de la industria.
A juicio del jefe del gobierno, el economista independiente Romano Prodi, la declaración del líder de los industriales raya en la inconstitucionalidad.
Prodi le recordó que "en un país democrático, corresponde al Parlamento la no fácil tarea de barrer a un gobierno".
En un sistema parlamentario, como es el italiano, los gobiernos para constituirse y mantenerse deben contar con el apoyo de la Cámara de Diputados y del Senado.
La coalición gubernamental está formada por el Partido Democrático de Izquierda (PDS), ex comunista, por ex democristianos, "Verdes" y nuevos movimientos laicos de centro, y es apoyada externamente por Refundación Comunista.
La clase empresarial, que coincide en sus críticas con la derecha política, sostiene que el gobierno pretende hacerle pagar el billete de ingreso a la Unión Económica Monetaria (UEM).
El gobierno está empeñado en una política económica que le permita cumplir el próximo año con los parámetros de Maastricht para formar parte en 1999 de la UEM y del "euro", la moneda única europea.
El déficit fiscal no debe superar el tres por ciento del producto interno bruto (PIB) y la deuda pública el 60 por ciento del PIB, los dos parámetros principales fijados en 1991 en la ciudad holandesa de Maastricht.
Italia superaba estos objetivos casi por el doble, pero el nuevo gobierno prevé que el próximo año estará muy cerca de cumplirlos.
Aunque reconoció que el líder de los industriales había exagerado y aclaró que "no desea la caída del gobierno", Romiti compartió las críticas que había hecho Fossa.
En opinión de la clase industrial y de la coalición de centro derecha que dirige el magnate de la televisión privada, Silvio Berlusconi, el gobierno quiere hacerle pagar el billete de ingreso a la UEM a los empresarios a través de mayores impuestos.
Con la oposición tenaz de la derecha, que aplica una política de obstruccionismo, el Parlamento está discutiendo la ley de presupuesto del próximo año, considerada clave por el gobierno para entrar a la UEM.
El Ejecutivo pretende obtener con esta ley unos 45.000 millones de dólares, que le permitirían superar los obstáculos que llevan a la Unión Económica Monetaria, la tercera y decisiva fase de la integración europea.
Prodi reiteró este lunes, en declaraciones que formuló a los periodistas, que "Italia llegará puntual a la cita con Europa".
El líder del PDS, el principal partido de gobierno, Massimo D'Alema, criticó al presidente de los industriales porque, en su opinión, sus llamados a "barrer" al gobierno constituyen un peligro para la estabilidad del país.
El secretario de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, se alegró, por el contrario, de la declaración de Fossa, porque a su juicio indican que el gobierno va por el buen camino.
En cambio, Berlusconi se declaró satisfecho de las opiniones de los industriales: "con algunos meses de atraso, me dan la razón de que si el gobierno no cambia política, debería ser barrido del país".
El líder sindical Sergio Cofferati observó con Fossa tiene una "idea vaga de las reglas democráticas" al plantear la hipótesis de la sustitución del gobierno. (FIN/IPS/jp/jc/ip/96
