El presidente estadounidense Bill Clinton, quien aplazó problemas de política exterior para asegurarse su reelección el pasado noviembre, deberá prestar atención en 1997 a los asuntos postergados, algunos de ellos potencialmente explosivos.
La tensión creció en los últimos meses en Medio Oriente, donde Washington intenta desesperadamente mantener vivo el vacilante proceso de paz palestino-israelí, y en el noreste de Asia, donde un esfuerzo internacional por comprometer a Corea del Norte parece haber quedado en la nada.
Clinton también deberá abordar algunos temas estratégicos clave el próximo año, entre ellos la ampliación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), cuidando de no ofender a Rusia, la relación con China y la construcción de vínculos más positivos con la ONU y su nuevo secretario general.
El presidente iniciará 1997 rodeado de un nuevo equipo de política exterior, encabezado por la embajadora saliente ante la ONU, Madeleine Albright, como secretaria de Estado.
El mandatario no podrá darse el lujo de cometer errores como el de la fracasada misión militar en Somalia, que le valió numerosas dificultades durante su primer año en la presidencia.
Mientras, la política doméstica podría sufrir cambios que Clinton no podrá descuidar, ya que la salida del Senado de varios internacionalistas republicanos, que generalmente apoyaban al presidente en importantes temas de política exterior, podría provocar problemas.
Es probable que un Senado más derechista ofrezca mayor apoyo a las nuevas iniciativas comerciales de Clinton, como la inclusión de Chile en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Sin embargo, el cambio del Senado también podría aumentar las dificultades del mandatario en temas esenciales como Medio Oriente, Corea, China y la participación de Estados Unidos en operaciones de paz de la ONU y otros emprendimientos multilaterales.
La política exterior pocas veces suscitó controversia en el primer mandato de Clinton, pero ahora podría hacerlo con más frecuencia, según un veterano funcionario del Congreso, quien prevé numerosos enfrentamientos entre los congresistas republicanos y la administración el próximo año.
A mediados de este mes, los republicanos cruzaron espadas con el gobierno por la reprimenda relativamente tibia que Clinton dio al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, por ofrecer apoyo financiero para la construcción de nuevos asentamientos judíos en Cisjordania.
Clinton calificó el anuncio de Israel como «un obstáculo para la paz» que podría complicar más las negociaciones, estancadas desde hace meses debido a la negativa del gobierno israelí a retirarse de la ciudad cisjordana de Hebrón, como lo estipulan los acuerdos.
Por otra parte, el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, el ultraderechista Jesse Helms, y su homólogo en la Cámara de Representantes, Benjamin Gilman, escribieron una carta a Netanyahu ofreciéndole su apoyo en "los esfuerzos por garantizar la seguridad del pueblo y las fronteras de Israel".
"Este tipo de intervención hará más difícil a Clinton presionar a Netanyahu para obtener compromisos que mantengan vivo el proceso de paz", observó el funcionario del Congreso.
Washington también está preocupado por la situación en la península de Corea, donde la distensión iniciada hace dos años con un acuerdo entre Estados Unidos y Corea del Norte para congelar el programa nuclear de Pyongyang corre riesgo de convertirse nuevamente en tensión.
Corea del Sur, que según el acuerdo debe construir nuevos reactores de agua liviana, exigió a su vecino del norte una disculpa por intentar infiltrar agentes en su territorio desde un submarino, en septiembre.
Clinton, quien demandó al presidente surcoreano Kim Young Sam que acepte una declaración más general de contrición, teme que el estancamiento fortalezca a los políticos de línea dura de Pyongyang. Congresistas republicanos, sin embargo, respaldan a Kim.
Con 40.000 soldados estadounidenses estacionados a menos de una hora de la frontera entre las dos Coreas, Washington teme que Corea del Norte, bien armada aunque escasa de alimentos, ataque al Sur, provocando una gran crisis internacional a las puertas de Japón y China.
En China, la política gubernamental de "compromiso integral", que incluirá recíprocas visitas de Estado de Clinton y el presidente chino Jian Zeming en los próximos dos años, probablemente también será desafiada, tanto por los republicanos como por miembros del propio Partido Demócrata.
La relación entre ambos países se ha estabilizado desde que Washington envió un portaviones al estrecho de Taiwán durante los ejercicios militares de China, a comienzos de este año, pero los derechos humanos y la proliferación de armas continúan siendo temas sensibles, especialmente en el Capitolio.
Además, el enorme excedente comercial de China con Estados Unidos -equivalente este año a 40.000 millones de dólares- contribuye al descontento del Congreso.
En 1997, todas las partes se concentrarán en la actuación de Beijing en Hong Kong luego de que Gran Bretaña le devuelva la colonia, el 30 de junio, así como en los términos que Clinton establecerá para la admisión de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Algunos legisladores estadounidenses, entre ellos el líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, Richard Gephardt, pretenden condicionar el apoyo del gobierno al ingreso de China en la OMC a una serie de concesiones de Beijing en el área de los derechos humanos, la proliferación de armas y el comercio.
En cuanto a la ONU, Clinton complació al Congreso al negar un segundo mandato al secretario general Boutros Boutros-Ghali, pero aún podría encontrar dificultades para que el cuerpo legislativo libere los 1.300 millones de dólares que Washington debe al foro mundial, o para continuar controvertidas operaciones de paz.
"Creo que los republicanos escucharán más a (el nuevo secretario general, el ghanés) Kofi Annan", declaró una fuente del Congreso, "pero no librarán un gran cheque hasta que Clinton demuestre la existencia de una agenda de reformas verdaderas, y eso no será fácil", advirtió.
Clinton también debe ganarse el apoyo del Congreso para incluir a Polonia, Hungría y República Checa en la OTAN, pese a los temores sobre la expansión de las actividades de defensa de Washington hacia el este y antagonismos innecesarios con Moscú.
Así mismo, el gobierno se dispone a revisar su política de "contención dual" contra Irán e Iraq, particularmente en vista de la creciente preocupación entre algunos de sus aliados del Golfo sobre el poder de Teherán en la región. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml/ip/96