"Yo soy, del sol a la salsa", un extenso documental sobre la música cubana, acapara la atención de los cinéfilos y podría alzarse con el premio de la popularidad del XVIII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Aplausos durante toda la exhibición, bailes y hasta lágrimas provocó el estreno del largometraje que -junto a Benny Moré y Miguel Matamores- rescata a uno de los grandes mitos de la música cubana, Celia Cruz.
La sonera, cuya oposición al gobierno de Fidel Castro provocó la prohibición de sus canciones en Cuba, reaparece en un escenario de Estados Unidos cantando las canciones de siempre y diciendo que la salsa no es más que la música cubana.
En una muestra de tolerancia, Granma, órgano oficial del Partido Comunista, publicó un comentario del crítico Rolando Pérez Betancourt que catalogó de "feliz" la decisión de contar la historia "con una visión integradora ".
Según Pérez Betancourt "Yo soy del sol a la salsa", del director Rigoberto López y con la colaboración en el guión del escritor Leonardo Padura, "debe salir bailando de este festival con un premio Coral colgado al cuello".
El éxito del documental anda de boca en boca entre los asistentes al festival de La Habana, que hasta el momento se muestran insatisfechos con la muestra presentada al concurso en la modalidad de cine de ficción.
Así y todo, las filas para entrar a los cines empiezan en la mañana y terminan en la noche y la capital de Cuba vive un renacimiento cultural que ignora la crisis económica que vive el país desde hace seis años.
"Lo que más disfruto de los festivales de La Habana es ver una película latinoamericana u otra, con el espectador cubano. Es muy despierto, activo, comenta y casi conversa la película en la sala", dijo el guinista peruano Augusto Cabada.
El XVIII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano se inició el día 3 con la presentación del filme "Canción para Carla", del realizador inglés Ken Loach, uno de los homenajeados de esta edición.
El evento, considerado uno de los encuentros culturales más importantes de América Latina, decidió homenajear también al director de cine cubano Tomás Gutiérrez Alea, fallecido este año, y al fotógrafo del cine mexicano Gabriel Figueroa.
"Las muestras colaterales atraen más público que las películas en concurso", dijo Dixie Edith, periodista de la página cultural del semanario Juventud Rebelde, órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas.
"Cada año se hace más difícil predecir qué películas pueden ser premiadas", comentó Edith y recordó que se parte de la "alta exigencia de un público que lleva 18 años viendo cine latinoameroamericano".
La posibilidad de que el nuevo cine latinoamericano como propuesta estética esté pasando una etapa de crisis o de tránsito fue tema de conversación durante los días del XVII festival de La Habana, en diciembre del pasado año.
La polémica vuelve a las salas este año marcada por la incidencia, cada vez mayor, del descenso de las cooproducciones y de la necesidad de los cineastas latinoamericanos de hacer un cine que logre insertarse en el mercado.
Las premiaciones, anunciadas para el día 13, podrían recaer en "Yo soy, del sol a la salsa" y "Profundo Carmesí", un filme del director mexicano Arturo Ripstein que divide a la crítica en produndos detractores y apasionados defensores.
Buena acogida han tenido "Bajo la piel" del director peruano Francisco Lombardi, "Besos en la frente", del argentino Carlos Galletini, y "Tieta do Agreste", del brasileño Carlos Diéguez, basada en una novela de Jorge Amado.
Por su parte, el director argentino Eliseo Subiela se convirtió en la gran desilusión del festival con su película "Despabílate amor", la historia de un grupo de amigos que se reencuentra después de muchos años.
Subiela, cuyos filmes son muy seguidos en Cuba, fue criticado en la edición anterior del festival de La Habana por la presentación de "Dónde estás amor de mi vida que no te puedo hallar".
Como gran ausente del concurso de cine de ficción aparece el país anfitrión que, por primera vez desde el surgimiento del festival, no logró terminar ni uno de sus proyectos en producción para presentarlo al concurso.
Pero los habitantes de la isla parecen no darse cuenta. Ir al cine, ver lo que sea pero ver mucho, se convierte en una obsesión entre los cubanos, que se ausentan de las escuelas, los centros de trabajos y hasta piden vacaciones para asistir al festival. (FIN/IPS/da/dg/cr/96