Cuando el republicano Robert Dole inició su campaña por la presidencia de Estados Unidos hace un año, algunos creían que ganaría puntos con su dura crítica al gobierno por apoyar a la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El candidato apuntó sus dardos contra el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, de quien se burlaba llamándolo "Bouuuu-tros Bouuuu-tros Ghali".
Ahora, cuando finaliza la campaña electoral, Dole no parece tener muchos puntos a su favor y los analistas consideran que necesitaría un milagro para poder derrotar al actual presidente, el demócrata Bill Clinton.
Los abucheos a "Bouuuu-tros", tan comunes durante el invierno boreal, dejaron de oirse, y Dole sustituyó por otros blancos al secretario general de la ONU.
El funcionario de las finanzas del Partido Demócrata John Huang, la familia Riady, de Indonesia, y un recaudador de fondos para la campaña de Clinton a quien Dole se refiere como "un tipo llamado Gaaaan-dhi" reemplazaron a Boutros-Ghali en el papel de "demonio" de la campaña electoral.
El secretario general de la ONU ya no está en la mira de los bromistas de los programas nocturnos de televisión, luego de que su nombre fue parodiado durante meses por el conductor de la NBC David Letterman, a quien Boutros-Ghali llamó, a su vez, "David David-Letterman".
Existen también otras señales reconfortantes para la ONU además de la gradual desaparición de su papel como objetivo de la paranoia política en Estados Unidos.
La convención republicana de San Diego declaró en agosto su oposición "al compromiso de tropas estadounidenses para nuevas operaciones 'pacificadoras' de la ONU", y aseguró que los republicanos "nunca obligarán a los soldados estadounidenses a usar uniformes o insignias extranjeras".
Pero en octubre Dole ya había dejado de insistir sobre la idea de que los soldados estadounidenses no deberían prestar servicios bajo "la bandera azul pálido" de la ONU.
La virtual desaparición de los ataques al foro mundial como tema de la campaña republicana prueba lo señalado reiteradamente por sus partidarios, como John Whitehead, presidente de la Asociación de la ONU de Estados Unidos: en todas las encuestas, 70 por ciento de los estadounidenses apoyan a la organización.
Fuera de la militancia política, el electorado estadounidense no percibe a la ONU como un fracaso, ni se preocupa por las fuerzas de paz o el liderazgo de Boutros-Ghali.
Esto no significa que la ONU pueda suspirar con alivio. Aun si Clinton gana las elecciones el 5 de noviembre, no cambiará el hecho de que la Casa Blanca se opuso a la reelección de Boutros- Ghali y exigió nuevas reformas en el foro mundial.
El gobierno sostiene que la oposición a la reelección de Boutros-Ghali nunca fue un intento de esquivar los ataques de Dole, sino de convencer al Congreso de liberar fondos suficientes para ponerse al día con la deuda de 1.500 millones de dólares que Washington mantiene con la ONU. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/ml/ip/96