La batalla de las mujeres de Perú para alcanzar condiciones de equidad frente a los varones tiene también un escenario psicológico: superar la baja autoestima impuesta por siglos de prejuicios sobre su presunta menor capacidad.
Si bien en todo el mundo las mujeres ocupan cargos cada vez más importantes y la ciencia señala que la especialización fisiológica por géneros no implica diferencias intelectuales entre los individuos de ambos sexos, todavía se tiende a relegarlas a funciones auxiliares y dependientes.
La educación, el entorno familiar y la cultura imperante refuerzan ese prejuicio, que comparten muchas mujeres y hace más dificil su desarrollo personal, a pesar del avance de las normas legales que consagran la igualdad de los sexos.
"Por lo general, las mujeres tenemos una débil confianza en nuestra capacidad de hacer bien las cosas. Esa actitud, que bloquea nuestras posibilidades de desarrollo personal, es creada por el marco familiar y reforzada por los rezagos conservadores de las pautas sociales", señala la psicóloga Patricia Oliart.
"Cuando una persona no se estima lo suficiente, no se tiene confianza y duda de poder realizar las funciones que se le asignen, es percibida por los demás como si valiera poco y entonces se establece un círculo vicioso", dice por su parte la psiquiatra Marta Rondón.
Oliart y Rondón son profesoras universitarias, integrantes de organizaciones no gubernamentales y participan, junto con otras profesionales, en la Mesa de Trabajo "Salud Mental de la Mujer", promovida por la Federacion Mundial para la Salud Mental y la Organizacion Mundial de la Salud.
La Federacion Mundial para la Salud Mental centra este año sus actividades en todo el mundo en la autoestima femenina y su relación con el progreso de cada país.
"Existe preocupacion mundial sobre la calidad de la vida de las mujeres, por la marginación y discriminación que soportan. El mejoramiento de su autoestima es uno de los mecanismos que se promueven para facilitar su superacion social y personal", señala Rondón.
"Las mujeres constituyen el sector más pobre y marginado en cada uno de los estratos sociales. La pobreza afecta la salud mental de las mujeres y disminuye su autoestima, situación que favorece a quienes las hacen victimas de agresión conyugal, inequidad en los salarios o acoso sexual", concluye.
Las mujeres constituyen el 50,3 por ciento de los 23 millones de habitantes de Perú, pero su participación en el empleo bordea 30 por ciento y, generalmente, ocupan los escalones salariales y jeráquicos más bajos.
Sin embargo, la presencia femenina en el empleo crece progresivamente, pese a que el programa de ajuste económico puesto en práctica por el gobierno del presidente Alberto Fujimori agrava el crónico desempleo en este país.
Este avance es consecuencia del creciente acceso femenino a la educación: en el nivel secundario la proporción de estudiantes mujeres es discretamente mayor que el de varones, en tanto que en el nivel universitario, las mujeres son ya 40 por ciento del total estudiantil.
Pero aunque las mujeres representan 40 por ciento de los profesionales en Perú, en los rangos empresariales y administrativos de mayor jerarquía son sólo dos por ciento.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, la posición de la mujer peruana ha evolucionado favorablemente en la última década, además del incremento en el nivel educativo, hay una mayor inserción en el mercado laboral y aumento de su participación en el espacio público.
Pero el camino es insuficiente, las diferencias en perjuicio de la mujer son mayores en las áreas rurales, situación que se advierte en la orientación de las expectativas laborales y en el mayor grado de analfabetismo en relación con los varones.
El porcentaje de hogares dirigidos por mujeres es de 23 por ciento, situación mayor en la clase media urbana por razones de separación de la pareja, seguido por viudez y, en menor grado, por la condición de madres solteras.
En cuanto al liderazgo femenino, en 1995 las mujeres dirigían 21.300 organizaciones populares, en su mayor parte de carácter asistencial comunal -comedores populares, comités de madres-, y en política, por primera vez en Perú, una mujer fue elegida presidenta del Congreso.
A pesar de que constituyen también más de 50 por ciento del electorado, según los resultados de los comicios de 1995 sólo 11 por ciento de los parlamentarios son mujeres y sólo cinco por ciento de las alcaldías son desempeñadas por mujeres.
En cuanto a niveles de ingreso, la tendencia de seguir asignando a los varores los cargos de más alto rango salarial se refleja en que en la categoría de empleados 15 por ciento de los varones ganan más de 700 dólares, en tanto que en el caso de las mujeres esa proporcion es de sólo seis por ciento.
Pilar Dughi, consultora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), recuerda que "desde hace 20 años el movimiento de mujeres pone énfasis en la participación laboral".
Esto se debe no sólo al hecho de que reduce la condicióon de dependencia, sino también a que "mejora la autovaloración y significa capacidad de incorporarse como sujeto en el mundo de interacciones sociales".
"En una de nuestras encuestas, una mujer microempresaria respondió a la pregunta 'qué quiere usted que sean sus hijas en el futuro?', diciendo: 'mis hijas quieren ser como yo, porque soy quién aporta mayores ingresos en mi hogar", concluye Dughi. (FIN/IPS/al/ag/pr/96