El contrabando de clorofluorocarbonos (CFC) -aerosoles químicos que destruyen la capa de ozono que protege a la Tierra- ha pasado a ser más rentable que introducir cocaína en el mercado de Estados Unidos, denunció hoy en Washington el grupo de investigación ambiental Ozone Action.
El grupo publicó un informe sobre el comercio internacional de CFC, en el que revela que una fábrica de propiedad mixta en la que participan capitales estadounidenses, establecida en México, ha enviado al mercado de este país "cantidades alarmantes" de estos productos prohibidos.
El informe se basó en entrevistas e investigaciones realizadas in situ en el estado de Texas, y concluye que el contrabando de CFC en este país ha alcanzado "un punto en el que sólo es superado por las drogas ilegales que los servicios de aduana capturan en muchos de los estados del sur de Estados Unidos".
La empresa mexicana Quimobásicos, sita en Monterrey, es participada en 49 por ciento de su capital por la multinacional estadounidense Allied Signal. La firma produce CFC que son trasladados ilegalmente a Estados Unidos casi diariamente.
Los científicos demostraron durante la década pasada que los CFC y otros productos químicos derivados del cloro, que eran usados principalmente como refrigerantes y disolventes para neveras, computadoras y otros equipos de alta tecnología, emanan a la atmósfera terrestre y destruyen la capa de ozono.
El resultado de este proceso ha sido la aparición estacional del llamado "agujero de ozono" sobre los polos de la Tierra y las altas latitudes de ambos hemisferios, que no es otra cosa que el afinamiento de esa capa gaseosa que filtra los rayos ultravioletas del sol.
Estos agujeros han crecido progresivamente en los últimos años, exponiendo a grandes sectores de la población de América del Norte, el norte de Europa, el cono sur de Sudamérica y la Antípodas, a radiaciones anormales de rayos ultravioletas.
Para corregir la situación, en 1987 fue firmado en Montreal (Canadá), por 23 países, un acuerdo para suprimir la producción y el uso de productos químicos destructores del ozono.
A medida que el ozono continúa disminuyendo, sin embargo, el calendario fijado por aquel protocolo -ahora suscrito por 162 países- para sacar del mercado a los CFC se ha acelerado.
El convenio prohibió la producción de CFC, para la mayor parte de sus aplicaciones, en los países industrializados, a partir de enero de 1996. Permitió, en cambio, que los países en desarrollo continúen produciéndolos hasta una supresión final, en el año 2010.
No está contemplada una prohibición total, sin embargo. Los países podrán producir o importar hasta 15 por ciento de sus actuales niveles anuales para "usos esenciales".
Aunque muchos científicos creen que la capa de ozono comenzará a recuperarse en algún momento en los próximos años, el ozono cayó a su espesor menor en el hemisferio norte el invierno pasado, y se espera que la situación en el hemisferio sur sea este año tan mala como el peor, que fue 1993.
El hecho de que las multinacionales de los países industrializados puedan seguir produciendo en otras partes donde aún es legal, y que se esté generando un rentable mercado negro de los CFC, impulsó al grupo Ozone Action a reclamar la prohibición total de la producción de estas sustancias.
"La única forma de resolver el problema consiste en prohibir totalmente la producción de CFC, tanto en los países en desarrollo como en las naciones industrializadas", opinó John Passacantado, director de Ozone Action.
En septiembre de 1995, el grupo publicó otro informe revelando que cuatro agencias del gobierno de Estados Unidos, entre ellas la Agencia Central de Inteligencia, realizaron una exitosa operación encubierta denominada "Brisa Fresca" para desintegrar una organización que contrabandeaba CFC en el puerto de Miami.
Hasta 10.000 toneladas de CFC llegaban a Miami para abastecer un mercado negro cuya demanda se estima en 22.000 toneladas, según Ozone Action.
El nuevo informe argumenta que el CFC, utilizado principalmente para refrigeración de automóviles, aún entra ilegalmente a Estados Unidos a través de las largas fronteras con México y Canadá, en su mayor parte sin vigilancia.
Casi todas las capturas realizadas por funcionarios de aduana en el límite con México se produjeron en cruces fronterizos oficiales, evitados por la mayoría de los traficantes.
"Existe un enorme incentivo económico" para el tráfico de CFC, que se envasa en recipientes de 400 miligramos a 14 kilogramos, destacó Passacantado, ya que un tanque que en México cuesta 42 dólares se vende por 550 dólares en Estados Unidos.
Ozone Action pudo rastrear casi todos los tanques confiscados en la frontera con México hasta la fábrica Quimobásicos, en Monterrey. Las fábricas de México pueden producir CFC hasta el año 2010, aunque el gobierno anunció que prohibirá el consumo doméstico a partir del año 2000.
La proximidad de Quimobásicos con la frontera la convierte en una irresistible fuente de contrabando, según el informe, el cual subraya que el tráfico surgió luego de la prohibición de la producción en Estados Unidos.
Irónicamente, Allied Signal protestó públicamente por el mercado negro de CFC. David Weidman, presidente de la división de productos fluorados de la compañía, observó que la conversión de este compuesto a productos no perjudiciales para la capa de ozono es retardada por el tráfico ilegal.
Un portavoz de la firma dijo a IPS este martes que, como accionista minoritaria, Allied Signal no es responsable por las operaciones de Quimobásico. La accionista mayoritaria es la compañía química mexicana Cydsa.
Allied Signal es una de las principales empresas privadas del mundo que producen CFC, junto con Du Pont y la francesa Elf- Atochem, las cuales controlaron 40 por ciento del mercado mundial desde mediados de los años 80 hasta 1996.
Las tres empresas lograron retener 33 por ciento del mercado mundial en el primer año de la prohibición de la producción de CFC en países industrializados, gracias a sus inversiones en plantas de Brasil, México, y Venezuela, además de las que poseen en España, Estados Unidos y Holanda.
El informe estima que las fábricas de China producen 39 por ciento del CFC mundial, mientras India y Rusia combinadas producen otro 25 por ciento.
En India, los mayores productores son Allied Signal y otras dos firmas estadounidenses, Pennwalt y Stauffer, y en Rusia, el mayor productor está vinculado a la italiana Montedison. (FIN/IPS/tra- en/jl/arl-ml/en/96