Se lo puede llamar ahorro forzado, pero para la gente que administra la industria cafetera de Burundi es más una cuestión de caballo hambriento en medio de hierba abundante.
Se trata de café, toneladas del producto. Algunas todavía en los silos de los campesinos. Muchos de los depósitos del Consejo Cafetero de Burundi se ven forzados a seguir llenos debido al embargo impuesto por otras naciones del Centro y Este de Africa, para punir a la junta militar que usurpó el poder en julio.
"Tenemos 25.000 toneladas de café por un valor de 44,4 millones de dólares listas para ser exportadas que languidecen en depósitos en todo el país", lamentó Hermenegilde Rufyikiri, del Consejo Cafetero de Burundi. "No podemos exportar el café al mercado internacional debido al bloqueo que nos impusieron nuestros vecinos", dijo a IPS.
Según Rufyikiri, si bien las 25.000 toneladas de café almacenadas pueden quedar allí 10 años, los depósitos tienen una capacidad limitada.
El embargo fue impuesto por Tanzania, Kenia, Ruanda, Uganda, Etiopía, Zamnbia, Camerún y Zaire el 31 de julio último, para obligar al mandatario de facto, Pierre Buyoya, que devuelva el país al gobierno civil.
A fines de la primera semana de agosto, los lazos marítimos, terrestres y aéreos con Burundi quedaron cortados, aislando así a esa nación centroafricana del resto del mundo y privándola de vender sus productos al exterior.
Café es el recurso básico más importante, la espina dorsal de la economía de Burundi, porque representa el 80 por ciento de las ganancias del país en moneda extranjera y el 40 de su producto interno bruto (PIB).
Burundi produce más de 25.000 toneladas anuales de café, la mayoría de las cuales son vendidas a Francia, Alemania y Gran Bretaña. La interrupción de las exportaciones podría tener graves repercusiones para la industria.
En efecto, reduciría el monto que los campesinos obtienen por el grano despues que las sanciones sean eventualmente levantadas, porque el Consejo, que les compra la producción, se hunde cada día más en deudas.
El Consejo ha obtenido 24,5 millones de dólares de un banco local a un interés anual del 12,5 por ciento para pagarle a los campesinos la cosecha de este año, según su director, Thomas Minani.
"No pudimos pagar la deuda porque nos vimos impedidos de vender el café", explicó.
Si el embargo dura un año, los intereses ascenderán a 3,1 millones de dólares. Para fin de año el Consejo podría obtener 6,7 millones de dólares, con los cuales trataría de compensar le deuda mediante una reducción del precio que paga a los productores.
El embargo ha impedido al país de participar en un programa para mejorar la calidad de su grano y aumentar así las utilidades por la venta del producto.
En septiembre último, Burundi, Uganda, Etiopía, Brasil y Papúa- Nueva Guinea fueron elegidos por la Organización Internacional del Café (OIC), con sede en Londres, para formar parte de un proyecto de de producción cafetera de alta calidad.
La iniciativa, denominada "proyecto cafetero gubernamental", es la primera jamás supervisada por la OIC y tiene el propósito de ayudar a los cinco países para que implementen una estrategia sostenible de ventas de café de alta calidad.
La participación de Burundi quedó por ahora entre paréntesis.
El café de Burundi tambien corre peligro desde otro sector, porque crece en las áreas donde el ejército dominado por la etnía tutsi lucha contra los rebeldes hutus.
Cerca de la frontera con Ruanda, miles de hectáreas de plantaciones de café yacen en ruinas. "Esa es la zona donde se produce el 60 por ciento del café de Burundi", dijo un vocero presidencial, Jean-Luc Ndizeye. "Ahora ha sido abandonada por los campesinos debido a la intimidación de los rebeldes".
Fuentes locales dijeron que los campesinos de otras áreas fueron obligados por los rebeldes hutu a cortar las plantas para privar al país, gobernado por tutsis, de las ganancias por ventas de café en caso que el embargo sea levantado.
Sin embargo, los cultivadores ignoraron el mandato debido a las consecuencias económicas.
"Los campesinos necesitan el dinero para pagar las cuotas escolares de sus hijos. No creo que sea de interés para los rebeldes si nos obligan a cortar las plantas", declaró un cultivador que no quiso ser identificado por temor a represalias.
"Los rebeldes pretenden alienar a los campesinos porque demora casi cinco años que una planta de café fructifique una vez que es cortada", agregó.
No son solo los campesinos los que se ven afectados por la incertidumbre económica de Burundi. "Este es un país centroafricano muy pobre que necesita apoyo internacional para sobrevivir", apuntó Ndizeye. "No ha sido capaz de exportar su café y tampoco de pagar a sus empleados públicos".
En octubre, Buyoya hizo un llamamiento a los agentes civiles para que sean pacientes y comprendan los problemas económicos causados por el bloqueo. Todos se preguntan ahora cuánto durará su paciencia.
También el sector privado se vió afectado. El primer ministro, Pascal Firmin Ndimira, dijo que muchas companías habían cortado su producción y despedido a 20.000 trabajadores solo en Bujumbura.
Añadió que el embargo ya ha costado a Burundi alrededor de 162 millones de dólares y, si no es levantado inmediatamente, el país podría llegar a la parálisis.
Esto ocurrió a comienzos de octubre. El costo social y financiero del bloqueo aumentó desde entonces significativamente. (FIN/IPS/tra-en/mn/kb/ego/ip).
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