Hubo una época en que la música espiritual negra o "gospel" era propia de viejos vocalistas, algunos de los cuales se volcaban a la difusión del Evangelio tras cantar por muchos años temas reñidos con los 10 mandamientos bíblicos.
Actualmente, en cambio, jóvenes artistas de Kenia están volcándose a la música religiosa, y la razón es que la secular no ha podido hacerse un lugar en el mercado local, según el artista congoleño Malukiti Ndhombo, cuya banda toca regularmente en un hotel de Nairobi.
Músicos extranjeros como Ndhombo dominan el mercado musical en la capital de Kenya. Cerca de 80 por ciento de las bandas que actúan en clubes nocturnos y acontecimientos sociales de Nairobi y otras grandes ciudades del país son de Africa Central, principalmente de Zaire.
Pasaron los días en que el "benga beat" de Kenia reinaba en Africa oriental y tenía el reconocimiento de muchos otros países, como en la década de 1960, cuando algunas canciones kenianas aparecían en la lista de popularidad de Gran Bretaña.
Más recientemente, la mayoría de los músicos locales intentaron copiar los géneros occidentales y de Africa central. Los pocos que se resistieron a ellos debieron enfrentar muchas dificultades para difundir su estilo musical.
"La música de Kenia es tan grandiosa como la música occidental. Lo que nos falta son los canales adecuados para hacerla llegar a las masas", manifestó el productor musical Njage Kihumba.
El principal obstáculo es la radio. La emisora estatal, por ejemplo, sólo pasa música local durante una hora por día los fines de semana.
Los artistas kenianos tienen mayores espacios en sus emisoras regionales, que les dedican algunas horas por día, pero estas estaciones sólo llegan a la población rural, la mayor parte de la cual no dispone de dinero suficiente para comprar casetes o discos.
Sólo hay dos radios independientes en Kenia, aunque se presentaron 120 solicitudes de licencia de radiodifusión, de acuerdo con Johnstone Makau, ministro de Información y Radiodifusión.
La música que emiten las dos estaciones privadas es 100 por ciento occidental o de Africa central. "Un oyente distraído podría pensar que se trata de una radio estadounidense o británica", escribió recientemente un comentador para un diario local.
Wanjiru Kihonge, un activista de los derechos humanos, cree que existe una razón política detrás de esto, ya que los principales músicos locales son miembros de comunidades étnicas consideradas contrarias al orden establecido.
"Difundir su música equivaldría a promover su cultura a expensa de los otros", destacó Kihonge.
Como resultado, los músicos se vuelcan al gospel para sobrevivir. "Muchos cantantes que argumentan ser convertidos al cristianismo simplemente intentan comer todos los días", opinó el músico Kuria wa Joyce.
A ellos les va mucho mejor que a sus colegas "seculares". En primer lugar, porque tienen más espacio en las radios, y además porque pueden trabajar en las cruzadas religiosas tan frecuentes en Kenia, que siempre tienen momentos dedicados a la música como forma de asegurar la concurrencia de los jóvenes.
Uno de los cantantes de gospel más renombrados en Kenia es Joseph Kamaru, quien comenzó a cantar música religiosa hace más de 30 años porque "debía responder al llamado de Dios" y "servir mejor a Jesucristo".
Kamaru organizó muchos espectáculos que contribuyeron a popularizar su música, y en uno de ellos, al lanzar su segundo casete, vendió 6.000 cintas de una vez.
No obstante, existe un mercado potencial para la música autóctona. El pasado mes, el director de uno de los principales periódicos y un empresario organizaron un concierto de música secular keniana en el Estadio Nyayo, al cual asistieron unas 60.000 personas.
Algunos de los artistas participantes se convirtieron en estrellas, como Okach Biggy, de la banda Super Heka Heka, que ahora actúa en lugares antes reservados a los artistas extranjeros. (FIN/IPS/tra-en/pn/kb/ml/cr/96
