Falsos supuestos sobre el desequilibrio ecológico en Africa afectan las políticas ambientales diseñadas para el continente y la imagen presentada por la prensa, sostiene "La mentira y la tierra", un libro del Instituto de Estudios de Desarrollo (IDS).
Contrariamente a lo que se cree, la mayor parte de la leña consumida en Africa no proviene de la poda y tala de árboles vivos, concluye el IDS, con sede en Sussex, Gran Bretaña.
Otras conclusiones rebaten ideas asumidas como verdaderas. Entre ellas, la alta densidad demográfica puede en algunos casos promover el crecimiento de los bosques, y las estimaciones de pérdida de suelo por erosión son comunmente exageradas.
La desertificación es un proceso mucho más complejo de lo que se cree, destaca el libro, y el desierto de Sahara no se extiende inexorablemente hacia el sur, y sus límites fluctúan según las lluvias.
Pero falsas "ideas simples, adornadas de frases porpagandísticas" tienden a mantenerse aunque sean erróneas, porque se amoldan a la ciencia convencional, y son el fundamento lógico de gran parte de las iniciativas ambientales internacionales, a la vez que sustentan carreras científicas y burocráticas.
El sobrepastoreo, la deforestación, la erosión del suelo y la llamada "crisis de la leña" son parte de estas falsas ideas.
Las imágenes de niños muriendo de hambre, y la atribución de la culpa a las causas ambientales se convirtieron en parte integral de la forma en que Africa es percibida por el Norte industrializado, señala el libro.
Estas "ortodoxias" presentan a los agricultores, pastores y cazadores africanos como agentes y víctimas del cambio ambiental, e implican que las prácticas locales del uso de la tierra se alteren para revertir estas tendencias. Como consecuencia, las políticas de desarrollo suelen perjudicar a sus destinatarios.
Como ejemplo, el libro plantea la "crisis de la leña", causante de la deforestación en Africa. Generalmente atribuida por científicos y ambientalistas a personas que derriban los pocos árboles para obtener leña y carbón, la "solución" usual ha sido estimular la forestación.
Esta línea de trabajo ha sido seguida por comunidades rurales y departamentos de forestación de los gobiernos, con apoyo financiero y técnico de agencias de ayuda y organizaciones no gubernamentales (ONG).
Pero, según la investigación, esas soluciones son inapropiadas cuando se replantea el problema. La mayor parte de la leña en Africa subsahariana no proviene de la tala de árboles vivos, sino de madera que queda inutilizada al despejar terrenos para la agricultura, o por cortar ramas de árboles.
El abastecimiento de leña definido por los forestadores subestima otros recursos disponibles como árboles más pequeños, arbustos y matorrales.
Además, cuando la gente advierte una reducción de la leña, tiende a responder reduciendo el consumo natural de combustible, plantando árboles y estimulando la regeneración natural de los árboles.
Desde esta perspectiva más amplia, "no sólo hay un gran problema, sino varios pequeños problemas de control de los árboles y sus productos, para satisfacer una amplia gama de necesidades básicas", incluyendo alimentos, vivienda, ingresos e inversión".
La solución, por lo tanto, será otra.
En lugar de plantar árboles a gran escala, "el centro varía hacia la intensificación de la producción agrícola, para aumentar la producción por unidad, pero de formas que permitan a la gente integrar los árboles con cosechas".
Los autores del libro admiten que sus conclusiones podrían ser utilizadas como argumento para disminuir la ya reducida ayuda al desarrollo en Africa.
Algunos trabajadores de la asistencia internacional ya indicaron que el libro recibió destacada cobertura en el diario de derecha The Sunday Telegraph, bajo el título "Expuesto: El mito de la tragedia africana".
Según Koos Neefjes, asesor de política ambiental de la agencia humanitaria Oxfam, muchos aspectos de la investigación son correctos, "pero resulta algo peligroso que financiadores o gobernantes la malinterpreten y digan que Africa no está en crisis".
Pero Africa sí tiene problemas. Su nivel de producción agrícola es extremadamente bajo, debido a que el continente recién ahora recibe incentivos para mejorarla. Además, dijo Neefjes, los programas de ajuste estructural erosionan la base para lograr mejoras en el largo plazo.
Theo Anderon, de Amigos de la Tierra, Ghana, cree que la crisis se debe en parte a la mundialización de las políticas ambientales y económicas, y afirma que la solución a los problemas radica en "los puntos de vista de la gente que convive con las dificultades y está haciendo algo para resolverlas". (FIN/IPS/tra-en/dds/fn/lp/en-dv/96