Los clorofluorocarbonos (CFC) se hicieron famosos en la década pasada, cuando se les acusó de ser los mayores depredadores de la capa de ozono. En la actualidad son los protagonistas de un próspero comercio ilegal.
Tom Land, de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, dijo a IPS que en ese país y en Europa se comenzó a frenar desde 1994 la producción de estas sustancias, pero hay un sector del mercado que aún se niega a sustituirlas.
Land participa en la Cumbre del Ozono, nombre general que se le ha dado a la Octava Conferencia de las Partes en el Protocolo de Montreal y la Cuarta del Convenio de Viena que se realizan en Costa Rica y que terminará el día 28.
Estados Unidos propondrá en este encuentro que las naciones del Norte industrial adopten regulaciones estrictas, tales como exigir un certificado que demuestre que el CFC que se está importando ha sido usado previamente, afirmó el funcionario.
Las modernas tecnologías no contaminantes permiten que los clorofluorocarbonos, en vez de ser liberados a la atmósfera por los aparatos en los que son utilizados, como los refrigerantes, se conserven y sean reutilizados.
El experto señaló que desde 1994 hasta hoy, en Estados Unidos se han capturado 100.000 toneladas de estas sustancias declaradas ilegales, hay 20 casos bajo investigación y 17 personas han sido condenadas por importar ilegalmente CFC.
El tema del creciente tráfico ilegal de CFC hacia los países industrializados será discutido en la Cumbre del Ozono la próxima semana, porque amenaza con echar por tierra el esfuerzo hecho para detener el deterioro de la capa de ozono.
El experto estadounidense indicó que el problema del tráfico ilegal persistirá mientras su producción no se elimine también en los países en vías de desarrollo.
Según el Protocolo de Montreal, las naciones del Sur iniciarán en el año 2000 la reducción de 50 por ciento en la producción y uso de CFC, y en el 2010 estas sustancias deben haber sido eliminadas totalmente.
Los países industrializados tuvieron que eliminar el uso y producción de estas sustancias al finalizar 1995.
Tanto Land como el científico Nelson Sabogal, de la Secretaría de Ozono de Naciones Unidas, señalaron que hasta el momento se desconoce donde se origina el comercio ilegal de CFC, aunque añadieron que el mayor tráfico parece provenir de India y Rusia.
Pero es difícil identificar al productor. Land indicó que la mayoría de las veces se produce una triangulación, es decir, se produce en un país pero se exporta desde otro hacia el mercado estadounidense, lo que dificulta su ubicación.
Pero esta explicación ha sido cuestionada.
El grupo de investigación ambiental Ozone Action denunció este martes en Washington que en el tráfico ilegal participan empresas estadounidenses basadas en países del Sur y citó el caso de una fábrica en México, la Quimobásicos, en la cual la estadounidense Allied Signal tiene una inversión de 49 por ciento.
Land dijo que la Agencia de Protección Ambiental temía para 1994 y 1995 un fuerte incremento en el precio de las sustancias, pero no fue así. A fines de julio, un cilindro de CFC de 12 kilogramos se cotizó, al precio más alto, a 800 dólares.
Este precio, sin embargo, es un incentivo suficiente para el comercio ilegal si, como lo afirma Ozone Action, en México un tanque cuesta 42 dólares y en Estados Unidos se vende a 550.
Según el grupo ambiental, Allied Signal es una de las principales empresas en el mundo productora de CFC, junto con Du Pont y Elf-Atochem, de Francia.
Sólo en China, las fábricas instaladas allí producen 39 por ciento del CFC mundial. En India y Rusia juntas se produce otro 25 por ciento.
En todos esos países, los fabricantes no son locales, sino empresas de países industrializados.
Land dijo que es muy difícil estimar el monto que se mueve alrededor del tráfico ilegal de CFC, pero Ozone Action asegura que se está convirtiendo en un negocio más rentable que introducir cocaína en el mercado estadounidense.
Sabogal opina que el tráfico de CFC hacia Estados Unidos y Europa debe atacarse desde el punto de vista legal y haciendo que la población tome conciencia para que no utilice estas sustancias.
Mucha gente, dijo, aún no entiende que una sustancia que se usó durante décadas ahora esté prohibida, e insiste entonces en utilizarla sin saber el daño que hace a la ozonósfera.
La capa de ozono es fundamental para la vida porque impide el paso de los rayos ultravioleta que emanan del sol. Pese a las medidas adoptadas desde la década pasada para detener su deterioro, la capa continúa adelgazándo en las zonas polares.
Ese adelgazamiento ha dejado como consecuencia un aumento de diferentes tipos de cáncer de piel, así como la extinción de algunas especies.
En Costa Rica, por ejemplo, desde hace seis años no se ve ningún ejemplar del famoso "sapo dorado" de Monteverde y las autoridades temen que su desaparición sea consecuencia del fenómeno, en virtud de que los rayos ultravioleta afectan la capacidad de reproducción de las especies.
El Convenio de Viena se creó en 1985 y el Protocolo de Montreal en 1987, con el fin de encontrar los mecanismos y tomar las medidas pertinentes para frenar y revertir el deterioro de la capa de ozono. (FIN/IPS/mso/ag/en/96