En el auge del apartheid, un deportista sudafricano famoso en todo el mundo afirmó que procedía de un país con cinco millones de habitantes.
En cierto modo, tenía razón. Antes de la caída del régimen de segregación racial, casi todos los recursos de Sudáfrica, incluidas las estadísticas, pertenecían exclusivamente a los cinco millones de habitantes blancos. Los 36 millones de negros no existían.
Ahora, por primera vez, todos los grupos raciales estarán incluidos en los números del Estado, gracias a un censo de población de tres semanas de duración, adecuadamente denominado "Inclúyannos", que comenzó este miércoles por la noche.
Unos 80.000 hombres y mujeres con atuendo de color amarillo comenzaron a golpear las puertas en busca de números precisos para impulsar el programa gubernamental de reconstrucción, y continuarán haciéndolo hasta el 31 de octubre.
"El censo proporcionará por primera vez información sobre pequeñas áreas", señaló Pali Lahohla, coordinador del censo y director del Servicio Central de Estadísticas (CSS).
"Para planificar la construcción de escuelas y hospitales es necesaria esa información, porque una escuela no se construye para todo el país, sino para una comunidad en particular en una zona determinada", agregó.
Aún es muy difícil presentar datos de población en Sudáfrica, principalmente porque no se realizaron investigaciones adecuadas en los "bantustanes", donde la mayoría negra era segregada durante el apartheid. Por ejemplo, hasta hace poco, las cifras del CSS sobre desempleo industrial se referían sólo a los blancos.
El éxito de los desafíos que enfrenta el gobierno del presidente Nelson Mandela en materia de política de desarrollo dependerá, en gran parte, de este censo de población.
El gobierno conduce un Programa de Reconstrucción y Desarrollo, cuyos objetivos incluyen el traslado de unos nueve millones de habitantes de viviendas precarias e ilegales, pero no sabe exactamente cuántos son, dónde están ni cuáles son sus necesidades específicas.
Hasta el momento, una encuesta de hogares realizada en octubre de 1994 es la única fuente de información completa y estadísticamente representativa sobre los 41 millones de habitantes de Sudáfrica, pero se basa en una pequeña muestra y su precisión es limitada.
El último censo, en 1991, fue un fracaso debido al rechazo del público, por razones políticas. Además, se basó en un reconocimiento aéreo para estimar el número de personas que vivían en los ranchos identificados.
Durante la era del apartheid, la población negra no cooperaba con las estadísticas debido al recelo hacia los funcionarios blancos. En ese entonces, los movimientos de liberación realizaban boicoteos de alquileres e impuestos que ponían en apuros a las autoridades locales.
Ahora, es indispensable la cooperación de toda la población. Algunos sectores temen que el censo sea una especie de "caza de brujas" para identificar a aquellos que continúan boicoteando el pago de alquileres, así como delincuentes e inmigrantes ilegales.
Sin embargo, explicó Lahohla, "la información no será divulgada al Departamento de Recaudación ni a ningún funcionario de gobierno, ni será válida como prueba en cualquier proceso judicial".
Los datos serán computarizados en cuanto se entreguen los formularios y éstos serán destruidos, de modo que la gente no debe preocuparse por la información que ofrece, agregó.
El gobierno necesita urgentemente saber dónde vive la gente, cuánto gana y cuánto paga, y la revelación de estos datos es obligatoria. Una vez terminado el censo, casi todos los habitantes, incluso los que viven en viviendas precarias, tendrán un domicilio, a diferencia de lo que ocurre actualmente.
"La información precisa es esencial para nuestros esfuerzos por construir una vida mejor para todos los sudafricanos", destacó Mandela al exhortar a la población a cooperar con los encuestadores. (FIN/IPS/tra-en/gm/kb/ml/pr/96
