El presidente de Rusia, Boris Yeltsin, cedió finalmente a meses de presión del Kremlin y destituyó hoy a su popular asesor de seguridad nacional, Alexander Lebed, quien podría ver abierto su camino a la batalla por la Presidencia.
La medida puso fin a la lucha por el poder desatada en Moscú durante la ausencia diaria de Yeltsin, quien permanece en su domicilio mientras aguarda una cirugía cardíaca que le colocará un "bypass".
Pero la destitución abre un nuevo capítulo en la carrera del general Lebed, quien, como supuesta mano derecha de Yeltsin en cuestiones de seguridad, además de fracasar en la guerra política en el Kremlin, acumulaba enemigos entre los políticos más cercanos al Presidente.
Liberado de esta batalla, Lebed quedará libre para concentrar sus esfuerzos en su propio intento de llegar a la presidencia, ya sea que Yeltsin finalice o no su mandato presidencial.
Como agente libre, al igual que Yeltsin, quien nunca se comprometió a un único partido político, el general podría ahora fortalecer su imagen.
El propio Yeltsin fue despedido del politburó soviético por el ex presidente Mijaíl Gorvachov, al comienzo de la perestroika, e inmediatamente ganó en estatura política como resultado.
En una declaración a la radio Eco de Moscú, en la cual se refirió a lo que describió como su "renuncia", Lebed dijo que no protestará ante la decisión de Yeltsin, y dejó entrever que regresará a la política tras un "breve descanso".
"Si el Kremlin se ve forzado a realizar nuevas elecciones, si Yeltsin prueba no estar en condiciones (médicas) de gobernar el país, Lebed tiene todas las posibilidades de repetir el rápido ascenso al poder de Yeltsin a fines de los años '80", dijo Sergei Solodovnik, del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú.
La tradición nacional rusa "siente simpatía por quien se enfrenta a las autoridades", dijo a IPS poco después del anuncio. "Lebed se asegurará el respaldo popular".
La semana pasada, una encuesta de opinión del Centro de Investigación de la Opinión Pública reveló que 40 por ciento de los entrevistados lo escogió como el político más confiable. Ningún otro político, ni siquiera Yeltsin, logró la mitad del puntaje de Lebed.
Yeltsin actuó después de que el primer ministro, Viktor Chernomyrdin, fracasara en su intento de detener la espiral de acusaciones del ministro del Interior, Anatoly Kulikov, durante largo tiempo acérrimo enemigo del general, según quien Lebed preparaba un golpe militar.
Lebed, que como secretario del Consejo de Seguridad Nacional manejó poderes sobre una amplia gama de temas militares y de defensa externa, calificó las acusaciones de "absurdas".
Chernomyrdin presentó este jueves a Yeltsin un informe sobre una reunión de emergencia de jefes de seguridad realizada ese día, incluyendo a Lebed y Kulikov.
En la reunión, Chernomyrdin intentó restar importancia a las acusaciones, pero concedió, sin entrar en detalles, que "parte" de los cargos de Kulikov eran verdaderos, específicamente la intención de Lebed de crear una nueva rama de las fuerzas armadas bajo su control.
En un episodio poco común, los guardaespaldas de Lebed detuvieron brevemente y desarmaron a policías del ministerio del interior, los cuales, afirmaron, seguían "ilegalmente" a Lebed.
Finalmente, el vicepresidente del Parlamento, Alexander Shokhin, dijo a Interfax que, de ser negada su solicitud de una reunión inmediata con Yeltsin, el Partido Comunista, mayoritario en la cámara baja, presentaría una moción urgente.
La moción exhortaría al Presidente a realizarse pruebas médicas para determinar si es capaz de gobernar.
Esto fue suficiente para que Yeltsin apareciera inmediatamente en vivo en la televisión, informando que se había visto "obligado" a "liberar" a Lebed de sus responsabilidades y a terminar con lo que calificó de "reyertas intolerables" dentro del Kremlin.
No obstante, aunque pocas personas se tomaron en serio la amenaza de golpe, se informó de la existencia de descontento en las Fuerzas Armadas -en especial entre los antiguos camaradas de armas de Lebed en el cuerpo de élite de paracaidistas-, por los escasos recursos y los recortes previstos.
Oficiales "de alto rango" no identificados, del 14 Ejército estacionado en la República de Moldavia -donde Lebed ejercía el mando antes de entrar en política el año pasado-, dijeron que apoyaban al jefe de la seguridad nacional, según informó la radio Eco de Moscú antes de que Yeltsin hiciera su anuncio.
La radio había informado más temprano este jueves que Yeltsin se proponía destituir al subjefe de la fuerza aérea por hablar en público contra los proyectados recortes presupuestales. A principios de este mes, el Presidente ya había relevado al general comandante de los paracaidistas.
Lebed, de 46 años, se lanzó a la política en 1995, a raíz de sus desavenencias con el ministro de Defensa, Pavel Grachev, con motivo de la guerra de Chechenia y de cuestiones clave relativas a la reforma militar.
El propio Yeltsin, que de acuerdo con la Constitución no puede ejercer más de dos mandatos presidenciales, dio varios indicios, antes de la presente crisis, de que Lebed podría ser su sucesor después de junio del año 2000.
La principal piedra de la discordia, no obstante, se presentó cuando Lebed intentó terminar con la guerra en la separatista República de Chechenia.
Decenas de miles de vidas se perdieron en la crisis chechena antes de que, el 31 de agosto, Lebed y los negociadores rebeldes alcanzaran un acuerdo sobre el punto central de la insurrección – el futuro estatuto político de Chechenia- postergando una decisión por cinco años.
Este pacto mereció una inmediata censura en medios rusos. Por lo tanto, los chechenos pueden ser los primeros en sentirse perjudicados por la decisión tomada por Yeltsin este jueves.
Todas las fuerzas políticas actuantes en el Kremlin -tanto liberales como conservadores- tienen algo de que culpar al acuerdo concluido por Lebed en Chechenia.
Pese a que las tropas rusas han ido retirándose de Chechenia desde el momento de la firma del pacto, podrían volver al territorio en cuestión de días y tal vez de horas.
El analista militar Pavel Felgengauer señaló que las unidades rusas no han abandonado en verdad la República sino que se han trasladado a las llanuras del norte, donde la población se mantuvo por lo general neutral durante el conflicto.
Esa zona está surcada por elementos estratégicos tales como las conexiones ferroviarias y los oleoductos.
"Las élites gobernantes, tanto liberales como comunistas, encontrarán inaceptable la independencia de Chechenia, ya que ella contradice los intereses geopolíticos y económicos de este país a largo plazo", dijo a IPS Felgengauer.
Lebed culpó a Kulikov del fracaso militar en Chechenia. Mucho tiempo atrás, ya había pedido la destitución del ministro del Interior, pero Yeltsin no había querido tomar esa decisión.
Al responder a las acusaciones de Kulikov, Lebed afirmó este miércoles que el ministro había creado "campos de concentración" en Chechenia, donde murieron miles de personas.
Kulikov, por su parte, había acusado públicamente a Lebed de preparar un golpe con el apoyo de una fuerza secreta de 50.000 soldados y 1.500 milicianos rebeldes de Chechenia.
Esta historia terminó irónicamente, cuando Lebed pidió a Yeltsin la destitución de uno de los dos, él o Kulikov: "uno de nosotros debe ser despedido", dijo el general. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/lp-arl/ip/96