El gobierno de China suspiró hoy con alivio al saber que el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a dos timorenses y no al disidente chino Wei Jingsheng, quien lleva más de 15 años en la cárcel por su activismo en favor de la democracia.
El Comité del Premio Nobel del parlamento noruego galardonó este viernes en forma conjunta al obispo católico de Timor Oriental, Carlos Felipe Ximenes Belo, y al representante internacional de la resistencia timorense contra la ocupación de Indonesia, José Ramos Horta.
Wei, de 45 años, estaba nominado para el premio por segundo año consecutivo. El activista fue detenido por primera vez en marzo de 1979 y cumplió la mayor parte de una sentencia de 15 años por supuesta revelación de secretos militares a naciones extranjeras.
Sin embargo, señala el grupo Human Rights Watch/Asia, "los supuestos secretos militares fueron revelados en un periódico chino. El verdadero crimen de Jingsheng fue publicar una revista afirmando que Deng Xiaoping estaba convirtiéndose en un dictador al estilo Mao", y en general su lucha por la democracia.
En un esfuerzo por convertirse en el anfitrión de las Olimpíadas del 2000, Beijing liberó a Wei bajo palabra en septiembre de 1993, pero el disidente "desapareció" en abril de 1994, poco después de reunirse con el subsecretario de Estado estadounidense John Shattuck.
El año pasado fue apresuradamente condenado a otros 14 años de prisión, según los analistas por temor del gobierno a que efectivamente Wei obtuviese la condecoración del parlamento noruego.
"De esa manera, las autoridades chinas no tuvieron que preocuparse por si Wei aceptaría el premio o si iría a la ceremonia", señaló la legisladora de Hong Kong Christine Loh, una de los nominadores de Wei este año.
El gobierno chino "aprendió esa lección cuando (el líder espiritual de Tibet) Dalai Lama obtuvo el galardón" en 1989, indicó un analista. En la ocasión, el Comité del Premio Nobel demostró ser una de las pocas instituciones internacionales capaces de hacer frente a China.
Existen pruebas de la campaña de Beijing en Oslo, la capital de Noruega, para impedir que Wei recibiese el prestigioso premio.
"Hicimos todo lo que pudimos para advertir a gobiernos y organizaciones contra la atribución del galardón a ese delincuente", habría declarado en documentos partidarios internos el canciller chino Qian Qichen, según diarios de Hong Kong.
"Wei Jingsheng fue condenado como delincuente común, y no consideramos que merezca recibir ningún tipo de premio", declaró este jueves Shen Guofeng, portavoz de la cancillería china.
Si bien no existen dudas de que el premio es más que merecido para dos hombres que defendieron constante y pacíficamente los derechos de los timorenses orientales a riesgo de sus propias vidas, también es cierto que la presión de Beijing pudo haber influido en la decisión del Comité.
Según trascendió, durante una visita a Noruega en junio, el presidente Jiang Zemin sugirió al gobierno noruego que influenciara al Comité del Premio Nobel para no galardonar a Wei.
Además, Jiang y Qian habrían dicho a su partido que la nominación de Wei para el Premio Nobel de la Paz formaba "parte de un esfuerzo internacional por desafiar al régimen del Partido Comunista en China", según un documento citado por periódicos de Hong Kong.
Significativamente, varios disidentes chinos fueron detenidos en las últimas semanas, en lo que los observadores consideran un intento del gobierno por impedir cualquier sublevación en caso de que Wei fuese premiado.
Uno de los detenidos esta semana fue el veterano activista demócrata Liu Xiaobo, quien fue condenado a tres años de trabajos forzados.
La policía también detuvo a Wang Hui, esposa del abogado disidente Zhou Guoqing, quien cumple una sentencia de cuatro años de trabajos forzados en la provincia de Heilongjiang, y al activista Wang Xizhe, quien desapareció de su hogar en la provincia de Guangzhou. (FIN/IPS/tra-en/ys/cpg/ml/ip-hd/96