El tránsito por la dos veces milenaria Ruta de la Seda, que une Europa con Asia meridional, se ha reactivado a causa del auge del narcotráfico que sucedió al colapso de la Unión Soviética.
Las policías de las repúblicas de Asia central pertenecientes a la Comunidad de Estados Independientes (Kazajstán, Kirguizstán, Tajikistán y Uzbekistán) capturaron toneladas de droga y arrestaron a centenares de personas, pero los expertos estiman que están apenas ante la punta del iceberg.
La mujer es sumamente ingenua o miente con descaro. Le dijo a la policía que tres "jóvenes muy corteses" (y desconocidos) le pidieron en la estación de tren de Alma Ata, capital de Kazajstán, que llevara unas bolsas de juguetes en su viaje de vuelta a su pueblo natal, Petropavlovsk.
Ella estuvo de acuerdo, pero los policías abrieron las bolsas al día siguiente, cuando un perro adiestrado comenzó a husmearlas con fruición. Se trataba, efectivamente, de juguetes. Pero dentro de ellos había 14 kilogramos de marihuana.
La mujer aseguró que no tenía cómo saber lo que estaba cargando en su viaje de vuelta al hogar después de un mes en una clínica donde se trató de una enfermedad del corazón.
El billete de 50 dólares que le dieron los tres "jóvenes corteses" era mucho dinero para una kazajstana de 30 años con dos hijos pequeños. Ahora está detenida a la espera del juicio.
Esta mujer se sumó a una larga lista de arrestados por tráfico de droga en Kazajstán. Fue la número 500 de 1996, informó el funcionario policial Seidolla Suleimenov. Este caso se registró en junio. Desde entonces, se han registrado detenciones todos los días.
Hasta ese mes, Suleimenov y su equipo se habían incautado de 3,5 toneladas de drogas de todo tipo, casi una tonelada más que las capturas registradas durante todo 1995.
Se trata de un fenómeno en auge en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia central. Solo en septiembre, las autoridades se incautaron de 336,6 kilogramos de drogas en la frontera entre Tajikistán y Afganistán.
Los guardias de frontera del lado ruso confiscaron a inicios de mes casi 40 kilogramos de drogas cargadas en un solo automóvil Lada en el que viajaban tres personas. Pocos días antes, una brigada fronteriza frente a Tajikistán había confiscado 178 kilogramos de opio en bruto en un vehículo Uaz-69.
Tajikistán es, al mismo tiempo, el principal centro de cultivo de amapola y el lugar de paso para la droga transportada entre Afganistán y Rusia.
El control del área es virtualmente imposible debido a la pobreza, la guerra civil y las dificultades del terreno. La presencia permanente de guardias especializados en la frontera rusa fue de poca ayuda para cortar el narcotráfico.
Todos los estados de Asia Central que integraban la disuelta Unión Soviética enfrentan el mismo problema. Para alentar el comercio, deben abrir sus fronteras, pero eso también estimula el paso de estupefacientes por la legendaria Ruta de la Seda, que vive un auge impensable aun en el Renacimiento.
La Comisión Estatal de Control de Narcóticos de Kirguizstán está especialmente preocupada pues la república se ha convertido en una ruta de tránsito clave.
"El crecimiento del narcotráfico es tal que ya tiene el carácter de emergencia nacional y requiere castigos más efectivos, incluso la pena de muerte", dijo el vicepresidente de la Comisión, Asarbek Mamayev.
La preocupación aumenta en vísperas de la apertura de la sección kirgizstana de la carretera Kakorum, que une Asia central con China, Pakistán, Irán y Afganistán. La Comisión estima que más de 60.000 hectáreas de Kirguizstán están cubiertas de cáñamo silvestre y amapola.
Durante 1995 y a inicios de 1996, las autoridades confiscaron más de una tonelada de drogas de distintos tipos. Pero los expertos sostienen que eso es, apenas, la punta del iceberg, menos de la décima parte del total de drogas cultivadas o de paso por el país.
Uno de cada 14 delitos cometidos en Kirguizstán se relaciona de un modo u otro con las drogas. La mitad de los detenidos por narcotráfico son menores de 30 años. El principal centro de ese comercio ilícito en la república es el poblado de Osh, de donde parten cargamentos en distintas direcciones.
Algunas partidas se dirigen a Uzbekistán, pero el estricto control del gobierno mantuvo el problema relativamente bajo control, pues todos los años desarrollan grandes operaciones denominadas "Amapola Negra". El año pasado, se destruyeron 150 toneladas de plantas de opio y 25 toneladas de cannabis.
Se estima que 93 por ciento de la marihuana que ingresa a Rusia lo hace a través de Kazajstán, mientras 85 por ciento del hachís procede de esa república y de Uzbekistán.
Kazajstán tiene condiciones casi perfectas para el cultivo de drogas. Fuentes oficiales calcularon que, solo en el valle del río Chu, existen 138.000 hectáreas cultivadas con cáñamo, suficiente para elaborar 5.000 toneladas de marihuana al año.
La abundancia de estupefacientes de todo tipo atrae a consumidores procedentes de todo el territorio de la antigua Unión Soviética y, obviamente, también a narcotraficantes.
"La cantidad de adictos identificados en Kazajstán se quintuplicó en los últimos diez años", dijo Anatoli Vyborov, quien encabeza el departamento de combate al comercio ilegal de drogas en el Ministerio del Interior.
Vyborov, apodado "Groza" (Amenaza) por los propios narcotraficantes kazajos, informó que se registraron 3.300 delitos relacionados con drogas y que se detectaron 45 refugios de traficantes. Las autoridades capturaron 1.527 kilogramos de sustancias ilícitas.
La operación "Amapola '96", efectuada en junio, incluyó inspecciones aéreas con las cuales se identificaron las zonas más "calientes" de la ruta del narcotráfico.
Todas las repúblicas de la región intentan abatir el fenómeno con distintos resultados. Pero la coordinación entre ellas no ha progresado más allá de reuniones regulares en el marco de la Comunidad de Estados Independientes. El trabajo bilateral, en cambio, fue eficaz.
El aflojamiento de las barreras aduaneras acordado este año entre Kazajstán, Rusia y Bielorrusia no fue del todo negativa, pues permitió a los funcionarios de los tres países coordinar su trabajo y prestar atención al comercio de drogas, dijo el viceprimer ministro kazajo, Nigmatzhan Isingarin.
La Junta Internacional de Control de Narcóticos identificó a inicios de año las cinco regiones clave en Asia central. Se trata de Badajshán (Tajikistán), Penjikent (en la frontera entre Kirguizstán y Tajikistán), Taldi Kurgan y Kyzyl Orda (en el sur de Kajajstán), y Samarcanda (en Uzbekistán).
Vyborov efectuó contactos con agencias de control del narcotráfico en Estados Unidos, Alemania y otros países.
Como resultado, Uzbekistán obtuvo sustancias químicas que, vertidas sobre suelo arenoso, reducen la concentración de tetrahidrocanabinol (sustancia activa de la marihuana) en el cáñamo.
Las autoridades alegan que, si fuera posible arrancar de raíz los millones de plantas de cannabis cultivadas en el valle del río Chu, la tierra se convertiría en arena movediza.
El problema de fondo es la desintegración que se produjo tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, que dejó a muchos sin empleo ni medios de vida. Aquellos que tienen trabajo, incluso, deben esperar con frecuencia meses hasta recibir la paga.
En ese contexto, a nadie sorprende que cada vez más y más gente se vuelque al cultivo o tráfico de drogas. Es un negocio riesgoso, pero paga buenos dividendos. (FIN/IPS/tra- en/va/ap/jmp/rj/mj/ip/96