Un significativo cambio de estrategia electoral parece estar en curso entre los partidos de izquierda en América Latina.
Así lo estarían demostrando, en particular, los positivos resultados alcanzados en las urnas por el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil y la recuperación que registraría, según los sondeos, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua.
El PT logró un fuerte caudal de votos en las elecciones municipales del día 3 tras cambiar su imagen obrerista por la de la eficacia administrativa.
Este partido, nacido hace diez años como expresión de la izquierda radical y derrotado en dos ocasiones en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, está sabiendo captar el descontento de la población con la "partidocracia" y los viejos caciques partidarios.
Los líderes del sandinismo, a su vez, abandonaron el discurso combativo y sus trajes de fajina militar. Ahora de visten de blanco y hacen de la búsqueda de la paz y la concordia su principal bandera electoral para los comicios presidenciales del día 20.
El FSLN logró acortar en mucho la ventaja del candidato conservador Miguel Alemán, según las encuestas, y son grandes las posibilidades de una segunda vuelta.
El ex presidente y líder sandinista Daniel Ortega (1984-1990), que hace unos meses aparecía irremediablemente derrotado, está emergiendo fortalecido de una muy grave crisis interna en el FSLN.
Si Alemán, candidato del Partido Liberal, no alcanza 45 por ciento de los votos en la primera vuelta Ortega tiene chances de triunfo en la segunda.
Los cambios operados por el PT -liderado por el carismático ex dirigente metalúrgico Luis Inacio Lula da Silva- y el FSLN -bajo la conducción del no menos carismático Ortega- son más que un simple maquillaje político, pese a que el cambio de imagen sea un elemento clave en la nueva estrategia electoral de la izquierda.
El PT y el FSLN han reorientado su discurso hacia la clase media.
El mensaje electoral del partido de Lula se dirige ahora hacia los sectores medios urbanos insatisfechos con la falta de atención de las alcaldías a problemas como basura, tránsito, alcantarillado y medio ambiente.
El FSLN trata a su vez de buscar aliados entre los empresarios con el fin de mostrar que también está interesado en respetar equilibrios económicos.
En Brasil, el cambio de imagen y de estrategia electoral benefició al PT, que ha logrado llegar al poder por la puerta chica de la política municipal con más facilidad que por la puerta grande de la política nacional, lo cual prefigura una nueva estrategia a largo plazo.
El sandinismo ha sido empujado a disputar el poder central en un país donde los asuntos municipales no han adquirido aún una importancia significativa, a diferencia de Brasil.
Una victoria de Ortega sería considerada un verdadero milagro electoral, dado el profundo desgaste sufrido por el sandinismo desde su derrota en los comicios presidenciales de 1990.
La gran incógnita en la eleccion del día 20 en Nicaragua es la forma en que los sufridos electores reaccionarán ante la nueva cara y la nueva retórica del FSLN.
Si el candidato sandinista perdiera por poca diferencia, el Frente podría aspirar a reconquistar el peso perdido.
Ello tendrá seguramente fuerte influencia sobre los demás partidos de izquierda del continente, que encontrarían elementos sólidos para salir del callejón en que se hallan embretados por la crisis del socialismo revolucionario. (FIN/IPS/cc/dg/ip/96