Tutsis de Zaire tratan de escapar de masacres perpetradas en las colinas que rodean la ciudad de Uvira, cerca del linde con Burundi, pocas semanas despues que otras matanzas en la región septentrional de Masisi causaron un éxodo similar.
La oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Bujumbura informó el viernes que 113 tutsis de Zaire buscaron amparo en Burundi en los últimos días. Otro centenar se refugió en Cyangugu, una población fronteriza con Ruanda.
"Tengo la impresión que la actual situación en Uvira es una repetición de los 'pogroms' ocurridos en Masisi", declaró a IPS un activista humanitario basado en Cyangugu.
Funcionarios ruandeses denunciaron durante el fin de semana que los ataques alrededor de Uvira dejaron un saldo de 50 muertos. Las agencias humanitarias no pudieron confirmar esa cifra y dijeron que la región ha sido cercada por tropas zaireanas que, según numerosas denuncias, estuvieron involucradas en las masacres.
Las víctimas fueron banyamulengues, zaireanos de orígen tutsi, que hablan un dialecto parecido al ruandés o burundiano. Sus antepasados fueron pastores que en el siglo XVIII comenzaron a ocupar las tierras altas de lo que ahora es Zaire Oriental, en busca de zonas de pastoreo.
Si bien son ciudadanos zaireanos, las autoridades en la provincia de Kivu del Sur, donde está situada Uvira, afirman que son auténticos ruandeses o burundianos.
Igual que los banyarwanda alrededor de Masisi, han sido objeto de discriminación en los últimos años y, especialmente, despues de un masivo aflujo de refugiados hutu ruandeses en 1994, muchos de los cuales son miembros de las antiguas fuerzas armadas de Ruanda (FAR) y de los notorios "interahamwe".
Las milicias interahamwe fueron señaladas como las principales responsables del genocidio de 1994 en Ruanda.
A comienzos de esta semana, las agencias humanitarias informaron que se estaban produciendo enfrentamientos en las colinas de Uvira entre banyamulengues y tropas zaireanas asistidas por 200 FAR e interahamwe procedentes de campos de refugiados cerca de la ciudad de Bukavu, tambien en Kivu del Sur.
Según el representante de ACNUR en Ruanda, Khassim Diagne, 117 personas buscaron protección en la oficina de la organización en Uvira. "Algunos dicen que fueron obligados por la población local, otros que los militares les dijeron que debían marcharse", dijo Diagne por teléfono a IPS.
Segun el funcionario, hay razones suficientes para temer que se esté desarrollando otra tragedia en Zaire Oriental. "Como se ve, las cosas son impredecibles", dijo. "Todos las mañanas uno se despierta y es otro día. Puede ocurrir cualquier cosa en el área".
Indicó que el ACNUR ya había expresado su preocupación a las autoridades de Zaire y solicitado medidas para proteger a sus connacionales.
En los últimos años, el este de Zaire se ha visto plagado con oleadas de levantamientos étnicos
En el período 1992-1993, miles de personas oriundas de la provincia de Kasai, en el sudeste, fueron obligadas a dejar la vecina provincia de Shaba mientras, en 1993, choques entre hutus zaireanos y otros grupos étnicos dejaron un saldo de 40.000 muertos en Kivu del Norte, que incluye Masisi.
La tensión amainó allí pero recomenzó tras la llegada de refugiados ruandeses. A comienzos de este año, tutsis zaireanos debieron huir a Ruanda y Uganda tras ser objeto de ataques por parte de las FAR, interahamwe y hutus zaireanos.
Segun informes procedentes de la zona, soldados zaireanos enfrentaron a los atacantes, los cuales tambien hostigaron a otro grupo étnico local, los bahunde.
Cerca de 12.000 tutsis zaireanos, que escaparon a las matanzas en Masisi, ahora están viviendo en un campo improvisado cerca de la población fronteriza ruandesa de Gisenyi.
Ahora son los banyamulengue que están siendo atacados. Según un informe difundido en agosto por el periodico interno "Africanews", basado en Nairobi, han sido objeto de diversas formas de intimidación en las últimas semanas.
En primer lugar, el titular del parlamento de transición de Zaire, Anzuluni Mbembe, que es oriundo de Kivu del Sur, ordenó que todos los líderes civiles y militares debían ser "nativos" de la provincia.
Luego, el comisionado distritual de Uvira, Shivella Mutabazi, ordenó un censo de todos los terrenos y propiedades de los banyamulengues en la ciudad.
Tambien reveló que las autoridades locales en Uvira y Bukavu emitieron declaraciones urgiendo a personas de otros grupos étnicos no comprar o arrendar viviendas, tierra o ganado de banyamulengues y cesar todos los proyectos de construcción de ese grupo.
Las matanzas esporádicas que se registraron en junio ahora parecen intensificarse.
Según Jean Paul Nkundabagabo, un refugiado que logró llegar a Kigali, los últimos desmanes se produjeron cuando las tropas zaireanas saquearon el obispado de Uvira, luego que las autoridades locales acusaron al prelado Jerome Gapangwa, un munyamulengue (singular de banyamulengue), de traficar armas.
"Llegaron, saquearon el lugar y cometieron otras atrocidades", dijo Nkundabagabo, agregando que el obispo tuvo suerte de no encontrarse allí. "Desde Uvira, continuaron sus desmanes en las montañas, asistidos por interahamwe".
El gobierno de Zaire dió una versión distinta de lo ocurrido en las colinas de Uvira, y acusó a Ruanda, Burundi y Uganda de brindar entrenamiento militar y otro tipo de apoyo a elementos armados en el área.
El 12 de septiembre, el viceprimer ministro de Zaire, Kititwa Tumansi, dijo que soldados del Ejército Patriótico de Ruanda (RPA) vestidos con uniformes de la ONU se infiltraron en la región y estaba luchando junto con los banyamulengue.
"Es una denuncia infundada", aseguró el vocero del RPA, mayor Emmanuel Ndahiro, quien negó que Ruanda esté dando entrenamiento a los pobladores que combaten en las colinas de Uvira.
Según Ndahiro, los disturbios en Kivu fueron provocados por las FAR e interahamwe, que han exportado el genocidio a la región con abierto apoyo de las autoridades de Zaire. (FIN/IPS/tra- en/jbk/kb/ego/ip-hd).
= 09161240 DAP003