Los guerrilleros kurdos adoptaron una dura línea ante Ankara en los contactos que podrían conducir a la liberación de ocho prisioneros turcos que están en su poder, insistiendo en hablar con una delegación oficial.
La postura de los kurdos puede agravar un conflicto que a lo largo de 12 años ha costado 22.000 bajas al ejército de Turquía, a los guerrilleros y a civiles de este país, en la región kurda, sudeste del territorio turco.
Entretanto, crecen las expectativas de que el gobierno lance una ofensiva para liberar a los prisioneros, un grupo de ocho conscriptos del ejército turco que cayeron en manos de los rebeldes en 1995.
El temor partió del encuentro que sostuvieron la semana pasada una delegación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y un grupo encabezado por el diputado Fettullah Erbas, del Partido Refah, en un campo militar de Amadia, donde están confinados los ocho prisioneros de guerra.
El ministro del Interior, Mehmet Agar, acusó a Erbas de "jugar en favor de la propaganda del PKK, a despecho de la recomendación oficial de suspender su visita a los campos de la guerrilla".
La visita que Erbas encabezó, integrada además por la Asociación de Derechos Humanos y la organización islamista Mazlum- Der, defensora de los derechos humanos, abandonó el viernes los campos del PKK sin haber obtenido resultado alguno.
Se cree que los prisioneros son mantenidos en las bases de retaguardia del PKK. Según se ha informado, el bando guerrillero fortaleció sus posiciones en el sudeste del país en los últimos dos años, y mejoró sus relaciones con su antiguo rival, el KDP, conducido por Mesoud Barzani.
El PKK -comprometido en una dura guerra contra el gobierno de Turquía en pos de la autodeterminación de 15 millone de kurdos- había prometido que la liberación de los conscriptos turcos se produciría el 1 de septiembre, día en que se celebra la fiesta de la paz en todo el país.
Los dirigentes kurdos dijeron que ese gesto promovería "la buena voluntad entre los turcos, para comenzar conversaciones que conduzcan a una solución pacífica del conflicto".
Algunos analistas vinvulan las últimas iniciativas del PKK a una creciente presión de diputados de origen kurdo del Partido Refah, en favor de una solución pacífica. Uno de esos diputados es Erbas, quien representa a la provincia de Van, en el sudeste.
El Partido Refah ganó casi todos los escaños de las provincias del sudeste. El partido pro-kurdo HADEP, pese a haber recogido más de 50 por ciento de los votos de la región en las elecciones generales de 1995, debió quedarse fuera del Parlamento por no haber alcanzado el mínimo de 10 por ciento a nivel nacional.
Informes de prensa afirman que Erbas planteó la cuestión en el mes de julio al primer ministro Necmettin Erbakan. Poco después se produjeron contactos indirectos a través de políticos kurdos encarcelados que tendrían nexos con el PKK.
No obstante, Erbakan negó en sus expresiones públicas cualquier participación del gobierno y prometió "continuar hasta el fin la lucha contra el separatismo".
El presidente Solimán Demirel y el ejército se han negado de todas formas a mantener negociaciones, ya sea directas o indirectas, con la guerrilla insurgente, a la que califican de "asesinos y bandidos".
Los analistas entienden, en general, que si Erbakan hubiera impuesto una prohibición categórica a los esfuerzos de paz, Erbas habría suspendido sus gestiones, incluso por razones personales. (FIN/IPS/tra-en/nm/fn/arl/ip/96