TAILANDIA: Cayó Banharn y la ciudadanía permanece vigilante

El taxista Naongdej Keawngam trabajó menos la semana pasada. El debate parlamentario que derivó en la censura al primer ministro de Tailandia, Banharn Silpa-archa, redujo a la mitad el número de pasajeros, pues la ciudadanía se quedó en sus hogares vigilando a los políticos.

El caótico tránsito en las calles de Bangkok estuvo inusualmente liviano, mientras la discusión que forzó a Banharn a anunciar su renuncia este sábado se transmitía por radio y televisión en vivo.

"El debate demostró que el pueblo tailandés está políticamente alerta y que controlamos a los funcionarios electos", declaró Naongdej, para quien la merma de su negocio fue el pequeño precio que debió pagar por la democracia.

Los procedimientos constitucionales y la prensa libre, los dos pilares en los que se basa la democracia de esta nación del sudeste de Asia, están funcionando bien, como quedó demostrado con la transmisión de la sesión parlamentaria, que saturó los medios.

Las estaciones de televisión registraron niveles de audiencia sin precedentes en este país donde los teleteatros hacen furor. Tres cuartas partes de los 60 millones de habitantes del país estuvieron pendientes de una cobertura que, en ocasiones, insumió 15 horas diarias.

Hubo escenas de ribetes cinematográficos en los cuatro días de debate parlamentario. Banharn exhibió furioso duplicados de su certificado de nacimiento mientras la oposición le acusaba de falsificar desde su país de origen a sus exámenes universitarios.

El gobernante luchó a brazo partido por su supervivencia política, pero finalmente anunció su decisión de renunciar tras el voto de censura.

Todo eso fue demasiado para la hija de Banharn, Kanchana, quien ocupa un escaño en el parlamento y llegó a pedirle a su padre que se rindiera. En el momento culminante, las cámaras de televisión la enfocaron deshecha en lágrimas.

En sus 14 meses de gestión, la popularidad del primer ministro caía a medida que la floreciente economía de Tailandia se resecaba. Las exportaciones, las inversiones extranjeras y el mercado de valores cotizaron a la baja y ya se hablaba de devaluación.

Al mismo tiempo, se expusieron casos de corrupción flagrante que incluyeron la compra de votos en la elección pasada. Pero lo peor para Banharn fue que los opositores le acusaran de no ser tailandés, pues, aseguraron, nació en el pueblo natal de su padre emigrante, en China.

Todo el país vio como el debate parlamentario hacía trizas al gobernante. Fue demasiado para este político de 64 años de edad, que decidió anunciar su renuncia para esta semana y allanar el camino para la elección de un nuevo primer ministro.

La coalición de gobierno, integrada por seis partidos, tres de los cuales dieron la espalda a Banharn, analiza ahora los nombres de los posibles sucesores.

Algunos afirman, tras el voto de censura, que Tailandia tiene "demasiada democracia" y que los procedimientos constitucionales se convirtieron en un fin en sí mismo en el marco de una corrupta competencia por el poder.

El nuevo primer ministro, afirman, procederá de la misma tribu de políticos tradicionales desacreditada en años pasados a la que pertenece Banharn.

Pero otros consideran un milagro que el sistema político de Tailandia haya llevado hasta el final un procedimiento constitucional de censura sin la intervención de los militares, que dieron 17 golpes de estado en los últimos 50 años.

El retorno a la democracia tras las manifestaciones populares de 1992 había quedado opacado por las acusaciones de venta de votos. Se estima que los partidos políticos gastaron 700 millones de dólares en las últimas elecciones.

Pero el dinero no pareció tener relación con la moción de censura, y muchos ven un buen signo en ello. "No siempre el que compra votos gana. Ahora, el parlamento deberá escuchar a la ciudadanía, y la ciudadanía está vigilando", dijo Taksin Shinawatra, líder del partido Pallang Dharma.

Banharn parecía ignorar la baja en su popularidad en los últimos meses, más preocupado por informaciones negativas publicadas por la revista estadounidense Time.

Prasong Lertattanawisuth, subeditor del periódico en lengua tailandesa Matichon, dijo que el alto grado de participación del público en el debate político es una buena señal.

"Los medios jugaron un papel importante en el respaldo a la democracia. La gente lo reclamaba. Miraban televisión para hacerse una idea de quién estaba bien y quién estaba equivocado", explicó Lertattanawisuth.

A pesar de ello, muchos advierten que los políticos no aprendieron la lección. Las negociaciones para el establecimiento del nuevo gobierno muestran que el proceso se desarrolla igual a los anteriores.

El principal aspirante al cargo de primer ministro es el actual ministro de Defensa, Chavaolit Tongchaiyudh, un ex general con fuertes vínculos con militares y empresariales, líder del Partido Nueva Aspiración, el segundo del país después del partido Chart Thai de Banharn.

Somchai Phakapakwiwat, de la Universidad Thammasat, afirmó que "el sistema de partidos debe enfrentar los problemas económicos después de resolver los problemas políticos".

De cualquier manera, los dirigentes saben, después del debate que condujo a la censura de Banharn, que la ciudadanía los está vigilando de cerca. (FIN/IPS/tra-en/pd/kd/mj/ip/96

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