El terremoto que sacudió a la mayor empresa de telecomunicaciones italiana, Olivetti, tras la renuncia de su presidente, Carlo De Benedetti, se agravó hoy con la dimisión de su director general, y su advertencia de que las pérdidas que la firma acumuló este año podrían ser mayores de las declaradas.
A este confuso cuadro se agregaron los paros realizados por los trabajadores de la empresa tras conocerse el alejamiento de De Benedetti.
El director general, Renzo Francesconi, quien había asumido el cargo hace muy pocas semanas, el 15 de julio, puso en duda al renunciar, el balance semestral aprobado por el Consejo Directivo de la empresa, que admitía una pérdida de 293 millones de dólares, y creó sospechas sobre la real entidad de las pérdidas.
A raíz de esas declaraciones, la Comisión de vigilancia sobre la Bolsa de Valores, Consob, decidió este jueves, en defensa de los accionistas, suspender las ventas de los títulos hasta que la situación se aclare.
La Consob hizo saber que pondrá termino a la suspensión de las contrataciones de los títulos de Olivetti una vez que escuche a sus ejecutivos, en particular a Francesconi.
La suspensión evitó una nueva baja de las acciones, después de la recuperación que habían experimentado tras la dimisión de De Benedetti, aumentando seis por ciento y llegando así a 767,4 liras, unos 50 centavos de dólar.
El gerente y nuevo hombre fuerte de la empresa, Francesco Caio, estigmatizó las afirmaciones de Francesconi, atribuyéndola al "stress", y sostuvo que "a nivel estratégico se pueden hacer mediaciones, pero sobre los números y la caja no".
"La situación es muy grave y para la Olivetti se presenta un futuro muy difícil", señaló Caio, dando a entender que se habrían producido mediaciones en el ejecutivo de la Olivetti sobre la consistencia de las pérdidas.
El ejecutivo planteó a los accionistas en una conferencia telefónica que se propone superar las pérdidas para la supervivencia de la empresa, buscar alianzas internacionales y concentrarse en dos o tres sectores de actividad.
Entre estos, dijo que dará prioridad al "network", la creación de una red integrada de servicios informativos y de telecomunicaciones.
También afrontó el tema de los ordenadores personales, nudo principal de la crisis y las pérdidas de la Olivetti, que alcanzaron a 2.568 millones de dólares entre 1991 y 1995.
Aseguró que después del desastre de los últimos años, las ventas se están reactivando, a pesar de la guerra de precios desencadenada por la Compaq, líder mundial en este sector.
Caio aclaró que no forma parte de los proyectos del grupo ceder la actividad de los ordenadores personales, menos en este año: "antes de tomar cualquier decisión, es necesario revalorizar el sector, y lo estamos haciendo, y después se verá si vender, cerrar o hacer alianzas".
Los trabajadores de una de las fábricas de Olivetti reaccionaron con una hora de suspensión de su trabajo el mismo miércoles, cuando se supo de la dimisión de De Benedetti.
Los sindicatos, que consideran que 2.000 puestos de trabajo están en riesgo de perderse, anunciaron que realizarán una huelga nacional de todos los funcionarios en defensa de la ocupación.
Los habitantes de Ivrea, una ciudad de 23.000 habitantes donde se encuentra la sede principal de Olivetti, y cuya vida gira casi exclusivamente en torno a esta empresa, se muestran muy preocupados, según declaraciones formuladas a la prensa por algunos de ellos.
Una joven estudiante, Romina Francesio, señaló que en la ciudad ya no hay ningún futuro, y que lo único que queda por hacer es irse. (FIN/IPS/jp/jc/if/96