Iraq protestó hoy formalmente ante las Naciones Unidas por los ataques misilísticos de Estados Unidos, mientras el Consejo de Seguridad sigue dividido respecto a los esfuerzos de Washington y Londres para condenar a Bagdad.
Desde que las fuerzas estadounidenses lanzaron por primera vez mísiles Cruise contra blancos militares en el sur de Iraq, el martes pasado, los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU manifestaron una completa incapacidad de unir criterios.
Por el contrario, dos de los cinco miembros permanentes con derecho al veto, Estados Unidos y Gran Bretaña, se mantienen firmes en su posición de penalizar al gobierno iraquí del presidente Saddam Hussein, debido a su irrupción armada contra opositores kurdos que ocupaban la ciudad septentrional de Irbil.
Los tres miembros permanentes restantes, Rusia, China y Francia, se oponen a la moción de condena contra Iraq a diferentes niveles.
Entretanto, Iraq acusó a Estados Unidos de perpetrar un ataque misilístico en un área residencial de Bagdad que causó la muerte de al menos tres personas, incluyendo un niño.
Informaciones desde Bagdad indicaron que 11 personas fueron hospitalizadas debido a las heridas sufridas durante el ataque.
El presidente Bill Clinton negó en una declaracion televisada que se hubiera atacado Bagdad. Fuentes oficiales estadounidenses sugirieron que los daños y víctimas en la capital pudieron haber sido causados por fuego antaéreo defectuoso.
Ante la confusión internacional, el secretario de Estado, Warren Christopher, inició este jueves una gira europea para zanjar las diferencias con sus aliados respecto a los ataques contra Iraq.
Observadores locales dijeron que la clave de su misión está en Francia, porque el gobierno del presidente Jacques Chirac se rehusó a respaldar los bombardeos.
En el Consejo de Seguridad, la falta de cohesión se hizo patente el miércoles por la noche porque al menos cuatro naciones, Gran Bretaña, China, Italia y Rusia, expresaron distintas ideas sobre la respuesta que el organismo debería dar a la incursión iraquí a Irbil y los bombardeos estadounidenses.
El proyecto de resolución presentado inicialmente por Gran Bretaña, que criticaba la irrupción de fuerzas acorazadas iraquíes al norte del paralelo 39, fue retirado tras la amenaza del veto ruso, anunciado por su ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov.
La amenaza de veto de Primakov puso fin al debate y dejó a los diplomáticos en la afanosa búsqueda de un nuevo enfoque para encarar la crisis. Rusia objeta cualquier accion unilateral, en especial los ataques estadounidenses.
El embajador ruso, Serguei Lavrov, calificó los bombardeos de "desproporcionados e inaceptables". Por el contrario, dijo que Moscú es disponible a respaldar cualquier resolución del Consejo "que exhorte a las partes a evitar el uso de la fuera, y eso incluye a todos los estados".
Según la versión revisada por Moscú del proyecto de resolución, "se condena el uso de la fuerza en Iraq, lo que ha creado un nuevo elemento de peligrosa inestabilidad en la región", si bien no aclara específicamente que país debe ser condenado por agresión.
Por razones obvias, Washington no puede aceptar esa proposición. Las fuerzas estadounidenses hostigaron 27 veces las defensas antiaéreas iraquíes el martes y otras 17 el miércoles.
Si bien muchos diplomáticos de la ONU no creen que los bombardeos se prolonguen, Washington se reserva claramente el derecho de seguir atacando hasta que las fuerzas armadas de Saddam Hussein, a su juicio, dejen de ser una amenaza.
"Nuestros objetivos son limitados pero claros: hacer que Saddam pague un precio por su último acto de brutalidad y reducir su capacidad de amenazar a los vecinos y los intereses de Estados Unidos", declaró el martes el presidente Clinton.
Sin embargo, otras naciones tienen objetivos diferentes. Rusia y Francia estuvieron entre los países que jugaron un papel protagónico para obtener un levantamiento limitado de las sanciones petroleras contra Iraq, y ahora rehusan aceptar que meses de negociaciones queden anulados debido a la crisis.
Otros miembros del Consejo de Seguridad, en particular Egipto, temen que cualquier apoyo a los kurdos ponga en peligro la unidad de Iraq y el "status quo" en Medio Oriente.
Como resultado, una cantidad de específicas líneas de batalla ha sido trazada en el Consejo, las cuales reflejan las distintas posiciones sobre la suerte de la unidad de Iraq.
Una de esas eventualidades es un arreglo de "petróleo por víveres", bajo el cual el Consejo permitió el mes pasado a Bagdad de vender 1.000 millones de dólares de petróleo cada 90 días para adquirir bienes humanitarios bajo estricta supervisión de la ONU.
Washington y Londres quieren reexaminar el arreglo en vista de la nueva agresión de Bagdad, pero están aislados por los restantes miembros del Consejo que no quieren hacer peligrar ese acuerdo tan trabajosamente concretado.
Tras dos días de acaloradas discusiones, Gran Bretaña desistió de reconsiderar el pacto petrolero, si bien Clinton se mostró desafiante y afirmó que el acuerdo no podía seguir adelante a menos que Iraq ponga fin a su amenaza militar.
Otra línea de batalla está referida a la posición a adoptar respecto a las dos facciones rivales kurdas que generaron la intervención armada de Saddam Hussein el norte del paralelo 39, una zona protegida de la ONU para conjurar amenazas antikurdas.
El tribal Partido Demócrata Kurdo (KDP), aliado con las fuerzas de Bagdad, está enfrentado a los guerrilleros antiiraquíes de la Unión Patriótica del Kurdistan (PUK) y los acaba de expulsar de la ciudad de Irbil, que fue su bastión desde 1995. El PUK, supuestamente, esta respaldado por Iran.
Gran Bretaña y Estados Unidos insisten en una reanudación de las conversaciones entre ambas facciones, pero Rusia opinó que los partidos kurdos tambien deben negociar con el gobierno de Bagdad.
Ultimamente, ambos bandos se mostraron incapaces de ponerse de acuerdo, como lo hicieron en 1990 a raiz de la invasión iraquí a Kuwait, y opinan diversamente sobre qué es lo peor para Iraq: una nación gobernada por Saddam Hussein, o anárquicamente dividida sin su presencia.
Mientras se mantenga esa división, Bagdad seguirá interesada en el tenso debate de la ONU, incluso si el Consejo de Seguridad no impone sanciones contra Iraq, como parece probable. (FIN/IPS/tra- en/fah/yjc/ego/ip).
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