Una moneda de emisión local circula en esta ciudad del medio oeste de Estados Unidos, y sus usuarios la prefieren al dólar como medio de pago.
"Horas de Madison", la moneda local de Madison, capital del estado de Winsconsin, circula desde el 6 de mayo y, como el dólar, es aceptada por parte del público.
"Se trata de un auténtico medio de pago, de curso local más que legal, y con respaldo en la confianza, el trabajo y la eficacia profesional de sus usuarios", explicó Paul Glover, promotor de las "horas" en Itaca, estado de Nueva York.
Itaca adoptó esa moneda en 1991 y su experiencia sirvió de modelo a Madison.
"El dólar no es moneda fiable. Perdió su respaldo en oro y plata" y su valor está puesto en entredicho "por una deuda nacional de cinco billones de dólares", destacó Glover en un artículo divulgado en la red Internet.
Madison es una de las 30 ciudades y pueblos de Estados Unidos que emplean moneda de curso local. Ese medio de pago, una respuesta a la globalización del capitalismo, se basa en el principio del trueque.
El intercambio se mide en términos de horas de labor y la fuerza de trabajo es considerada de valor equivalente, con la excepción de algunas profesiones, como la medicina y la abogacía, cuyos titulares pueden pedir una sobrepaga por sus servicios.
La moneda de Madison se expresa en denominaciones de una, media y un cuarto de hora, y circulan actualmente en la ciudad unas 1.140 horas. Cada hora equivale a unos 10 dólares, el salario promedio en Itaca por igual unidad de tiempo.
La economía de la hora tiene en Itaca 1.100 participantes y 5.700 unidades en circulación, equivalentes a 57.000 dólares. Sus creadores aseguran que la moneda de curso local agregó unos 1,5 millones de dólares en términos de intercambio comercial al "producto nacional popular".
Los usuarios del sistema son 276 en Madison, entre los cuales se cuentan 35 empresarios, y aumentan a razón de 30 por mes.
La "hora" sirve en Madison para comprar comida, café y libros, pagar jardineros, peluqueros, guarderías, el cuidado de animales domésticos, lecciones de computación, tratamiento de acupuntura y otros servicios.
El sistema permite el trabajo ocasional o aún permanente "de quienes de otro modo resultarían marginados de nuestra cultura, como los muy viejos o muy jóvenes", señaló Camy Matthay.
Matthay, de 39 años y residente en Madison, ofrece sus servicios como experta en organización de espacios de trabajo y del hogar a cambio de "horas".
Su servicio comprende la ayuda para la distribución racional del espacio en viviendas pequeñas y con muchos ocupantes.
El sistema organizado en torno de la nueva moneda utiliza la mano de obra y los servicios de los habitantes de la ciudad de que se trata y favorece el comercio de la comunidad, mediante el fomento del gasto en productos locales, afirman sus promotores.
El grupo encabezado por Glover vendió por 25 dólares a más de 600 localidades de 47 estados de Estados Unidos programas de computación con instrucciones para la puesta en marcha de la economía de la hora.
Dado que el valor de la moneda crece al aumentar su aceptación, el reclutamiento de nuevos usuarios es la principal "política monetaria" de sus creadores.
"Siempre que alguien gasta 'horas' se suman fuentes de trabajo al conjunto de recursos de nuestro sistema, que gana entonces valor con cada transacción", destacó un usuario.
La emisión de "horas" se basa en la legislación que regula las letras de cambio de circulación local. "No hay problemas constitucionales ni legales", afirmó Lewis Solomon, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad George Washington, de la ciudad de Washington.
Solomon publicó este año el libro "Revisión de nuestro sistema monetario centralizado: El caso de las monedas de curso local", en el que pone énfasis en las economías locales como contrapartida a la globalización de los mercados.
La obra de Solomon, un especialista en materia impositiva, se pronuncia por la potenciación de las comunidades frente al gobierno federal y a las autoridades estaduales y, según su autor, la moneda de curso local es una herramienta adecuada para alcanzar aquel objetivo.
"Aún en países en que las comunidades no están autrorizadas a acuñar moneda", la potenciación propuesta "puede contribuir al desarrollo económico local y a la creación de fuentes de trabajo", afirmó Glover.
La moneda local también presenta desventajas: los bancos no la admiten y no genera interés. Los usuarios están obligados a acudir para sus compras sólo a los comercios e individuos que la aceptan, con la consiguiente reducción de opciones.
Sin embargo, los obstáculos no desalientan el entusiasmo de quienes guardan "horas" en la billetera.
"Siento que la economía federal no atiende ciertas necesidades", y "la moneda de curso local es un medio de comenzar a satisfacerlas", expresó Laura Lentz, una estudiante de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Lentz, integrante del comité de planificación del sistema de "horas" de Madison, invirtió seis unidades para pagar una reparación menor de su automóvil, cortarse el cabello, comprar comestibles, recibir un masaje y saldar una deuda.
Mientras, Matthay observó que "el dinero formal no está distribuido de modo equitativo y las oportunidades de ganarlo no son iguales para todos".
Un lema, estampado en relieve en los billetes de curso local, subraya el ideal de los usuarios del sistema en Madison: "Confianza entre nosotros", frente a la divisa del dólar, que reza "Confiamos en Dios". (FIN/IPS/tra-en/bb/yjc/ff/pr if/96